Juan Izuzkiza (Bergara 1968). Antropólogo y Doctor en Filosofía. Desde 1997 trabaja como profesor de secundaria. Desde 2007 ejerce como profesor tutor en diferentes asignaturas en la UNED (grado de Antropología y grado de Filosofía). Obtuvo el premio de ensayo Juan Zelaia 2007. Obra publicada: Paranoiaren hozberoa.
RED DE CONEXIÓN CON LAS DIVINIDADES (A. W.)
LOS LIBROS
Apunto algunos de los que salieron a mi encuentro (también a este apartado se le puede llamar BIBLIOGRAFÍA, ya lo sé. Pero cuando se hace así, parece que es el autor el que elige los libros y todas las lectoras y lectores sabemos que eso nunca es así. Los libros que dejan su aguijón NOS ELIGEN, no los elegimos).
Aleksiévich S., El fin del «Homo sovieticus», Acantilado, Barcelona, 2015.
Aleksiévich S., Voces de Chernóbil. Crónicas del futuro, Debolsillo, Barcelona, 2015.
Barth K., Carta a los romanos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2002.
Bobbio N., De Senectute, Taurus, Madrid, 1997.
Bohannan P., Para raros nosotros. Introducción a la antropología cultural, Akal, Madrid, 1996.
Borges J. L., Historia universal de la infamia, El País edic., Madrid, 2002.
Branev V., El hombre vigilado, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009.
Brooks Max, Involución, Reservoir Books, Barcelona, 2020.
Canetti E., La conciencia de las palabras, F. C. E., México, 1994.
Canetti E., Masa y poder, Alianza-Muchnick, Madrid, 1987.
Comte-Sponville A., Pequeño tratado de grandes virtudes, Espasa Calpe, Madrid, 1998.
Cornford F. M., Antes y después de Sócrates, Ariel, Barcelona, 2011.
Dodds E. R., Los griegos y lo irracional, Revista de Occidente, Madrid, 1960.
Fox R., Sistemas de parentesco y matrimonio, Alianza Universidad, Madrid, 2006.
Fraijó M., Fragmentos de esperanza, Editorial Verbo Divino, Estella, 1992.
Gebser J., Origen y presente, Atalanta, Girona, 2011.
Gómez de Liaño I., El círculo de la sabiduría, Vol. I, Ediciones Siruela, Madrid, 2005.
Han B. C., La agonía de Eros, Herder, Barcelona, 2014.
Han B. C., La sociedad de la transparencia, Herder, Barcelona, 2013.
Han B. C., La Sociedad del cansancio, Herder, Barcelona, 2012.
Harpur P., Realidad daimónica, Atalanta, Girona, 2007.
Hillman J., El código del alma. La respuesta a la voz interior, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1998.
Hillman J., Re-imaginar la psicología, Ediciones Siruela, Madrid, 1999.
Hillman J., Un terrible amor por la guerra, Sexto Piso, Madrid 2010.
I Ching (ediciones Edhasa, 2002 y Atalanta, 2006).
Jeffries S., Gran Hotel Abismo. Biografía coral de la Escuela de Frankfurt, Turner Publicaciones, Madrid, 2018.
Lévi-Strauss C., Antropología estructural, F. C. E., Barcelona, 1979.
Mandelstam N., Contra toda esperanza. Memorias, Acantilado, Barcelona, 2012.
Maquiavelo N., El príncipe, Ediciones Austral, Madrid, 1981.
Otto W. F., Los dioses griegos, Ediciones Siruela, Madrid, 2012.
Paglia C., Sexual personae. Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson, Ediciones Deusto, Barcelona, 2020.
Peterson J. B., 12 reglas para vivir mejor. Un antídoto al caos, Editorial Planeta, Barcelona, 2018.
Rohde E., Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos, F. C. E., México, 1948.
Sanmartín J., La violencia y sus claves, Ariel, Barcelona, 2006.
Sloterdijk P., Los Hijos terribles de la modernidad, Ediciones Siruela, Madrid, 2015.
Solomon A., El demonio de la depresión, Debate, Barcelona, 2015.
Tarnas R., La pasión del pensamiento occidental, Editorial Prensa Ibérica, 1997.
1. Centros pequeños
EL PARADIGMA DE UNA PAJA AL DÍA
Cuando a un ser humano se le atosiga con actividades que siente como inconexas, el que acaba desconectándose es él mismo, y entonces cualquier cosa es esperable.
Un ser humano desconectado se autodestruye. La autodestrucción es un camino inconsciente hacia la reconexión. La forma de autodestruirse de los adultos es, por regla general, distinta a la de los jóvenes; el resultado de la destrucción, sin embargo, es idéntico. Por desgracia rara vez se alcanza la conexión por esta vía y hay veces que cuando se alcanza es ya demasiado tarde.
No consintamos la desconexión.
Voy a hacer una composición de lugar sin aportar cifras, que las hay, para no desviarme en exceso de lo que quiero lograr con este primer capítulo. Voy a transcribir una conversación que considero paradigmática, mantenida entre el profesor que esto escribe y un alumno (de unos quince años).
Después de unos diez años impartiendo clases de Filosofía, Antropología y Psicología en un oasis minúsculo, llegó el fin. ¿Por qué era un oasis? Porque era un pequeño lugar con solo alumnos de bachillerato.
Además de con palmeras datileras y agua fresca, un oasis también se logra en cualquier espacio en el que se pueda permanecer algunas horas de silencio relativo, es decir, donde de ninguna forma se divisen alumnos de la ESO (la Educación Secundaria Obligatoria y el silencio son incompatibles). Con todo, el duro desierto también puede resultar bello.
Escenario:
Tras una fusión de institutos me han destinado a un centro educativo con todos los monstruos dentro. Al convertirse en un macrocentro público, los «malotes» de la zona, que antes estaban diseminados, se han concentrado en un mismo lugar, contraviniendo una de las pocas certezas que tienen muchos psicólogos y diría que todos los profesores. ¿Hacia dónde apunta esta certeza? Cuando se coloca a uno de estos «malotes» en un grupo de adolescentes «responsables», es mucho más fácil que la convivencia empeore y, en consecuencia, disminuya la «responsabilidad». Esto es algo que a los bienintencionados pedagogos —¿qué tendrán, por cierto, los pedagogos, para ser siempre tan absurdamente bienintencionados?— les cuesta mucho ver.
Los alumnos desmotivados, y por ello muy ruidosos, son mayoría cuando se sienten una «minoría» y ya se sabe que el ruido siempre gana al silencio en la batalla por la presencialidad. Solo cuando no llegan a sentirse una «minoría» y permanecen como individuos aislados pueden pasar desapercibidos.
El asunto es que nuestro nuevo centro ha decidido crear esta «minoría» selecta que está destinada a crecer año tras año (se da la circunstancia de que este tipo de estudiante es el que más años pasa en el centro. Muchos de ellos agotan todo plazo posible. Nuevas camadas se irán uniendo a las veteranas).
¿Qué hace la comunidad educativa, es decir, nosotros y nuestros jefes, ante este problema? Creamos nuevos planes de estudio. Y advierto: tan importante es que sea «plan» como que sea «nuevo». De hecho, sospecho que es más importante que sea «nuevo» a que sea «plan».
Dicho lo cual añado que tengo la firme convicción de que una buena forma de meter la cabeza debajo de la tierra es tener nuevos planes de estudio:
- Nuestros jóvenes cada vez están más gordos: pongamos una hora más de educación física a la semana.
- Nuestros jóvenes no saben leer: pergeñemos un absurdo plan de lectura.
- Nuestros jóvenes se drogan (mucho): impartamos dos divertidas charlas de prevención al año (con las sillas bien dispuestas en círculo).