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E. M. Cioran - Breviario de podredumbre

Aquí puedes leer online E. M. Cioran - Breviario de podredumbre texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1949, Editor: ePubLibre, Género: Política. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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E. M. Cioran Breviario de podredumbre
  • Libro:
    Breviario de podredumbre
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1949
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Breviario de podredumbre es un libro difícil de clasificar y de sintetizar En - photo 1

Breviario de podredumbre es un libro difícil de clasificar y de sintetizar. En esta obra Cioran reflexiona sobre temas como el vacío, la existencia, Dios, el tiempo, la desesperación… Según José Ferrater Mora, «expresa actitudes nihilistas y desarrolla la idea de la descomposición». Fernando Savater, traductor del libro, escribe en el prólogo: «Lo que Cioran dice es lo que todo hombre piensa en un momento de su vida, al menos en uno, cuando reflexiona sobre las Grandes Voces que sustentan y posibilitan su existencia. Éste no es un libro como el que está al lado, ni como el de más allá. No se trata de una golosina cultural; es una tormenta de lucidez haciendo volar los viejos pergaminos que sirven de biombo a la podredumbre: he aquí un discurso sin castrar, un lenguaje que no cede a la fascinación del lenguaje».

E M Cioran Breviario de podredumbre Una tormenta de lucidez ePub r23 - photo 2

E. M. Cioran

Breviario de podredumbre

Una tormenta de lucidez

ePub r2.3

Titivillus 10.08.16

Título original: Précis de décomposition

E. M. Cioran, 1949

Traducción: Fernando Savater

Diseño de cubierta: Mujer sentada, de Francis Bacon

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

E M CIORAN Răinari Rumanía 8 de abril de 1911 - París 20 de junio de - photo 3

E M CIORAN Răinari Rumanía 8 de abril de 1911 - París 20 de junio de - photo 4

E. M. CIORAN (Răşinari, Rumanía, 8 de abril de 1911 - París, 20 de junio de 1995). Su nombre auténtico era Emil Cioran, fue un filósofo y escritor de nacionalidad francesa. Nació en un pequeño pueblo rumano llamado Rasinari, donde permaneció hasta 1921. Desde entonces se dedicó a leer todo lo que llegaba a sus manos, autores como Dostoyevski, Flaubert, Pascal, Schopenhauer y, por supuesto, Nietzsche. Estudió filosofía en la Universidad de Bucarest, donde comenzaron sus terribles episodios de insomnio. A partir de esta experiencia demoledora creó En las cimas de la desesperación, su furioso primer libro, que escribió inicialmente como una especie de testamento ante su plan de suicidarse antes de cumplir 22 años. Sin embargo, escribir fue para Cioran una experiencia revitalizante y liberadora. Transcurridos los años entre los estudios académicos y la creación de diferentes libros, decidió irse definitivamente a Francia.

Cioran era un hombre cuyo editor destruyó la edición completa de Silogismos de la amargura «porque no se vendían»; que vio dormirse ante sus incrédulos ojos al primer hombre al que leyó la primera página de Breviario de podredumbre, libro que reescribió al menos cuatro veces hasta terminarlo a su entera satisfacción; que vivió la mayor parte de su vida en hoteles; que jamás tuvo ordenador; que nunca se casó; que nunca trabajó —con la excepción de aquel incómodo año universitario—; que calificó a Jean Paul Sartre como «un hombrecillo de vida e ideas patéticas»; que jamás profesó religión alguna y que se resistió a recibir premios por su reticencia a «aceptar dinero en público».

En los últimos años algunos de sus libros han vendido más de un millón de ejemplares en el idioma inglés, de lo cual él se habría reído dubitativamente y habría vuelto a decir: «Todo éxito es un malentendido».

E. M. Cioran murió el 20 de junio de 1995, víctima del mal de Alzheimer.

Entre su bibliografía destacan los siguientes títulos: En las cimas de la desesperación (1934), De lágrimas y de santos (1937), Breviario de podredumbre (1949), Silogismos de la amargura (1952), Del inconveniente de haber nacido (1973), Conversaciones (1995).

Notas

[1] «Me uniré a la oscura desesperación contra mi alma, / y me convertiré en mi enemigo».

[2] «Los cansancios de pueblos olvidados / no puedo yo quitarme de los párpados».

[3] «Sería mejor para mí estar loco; / mis pensamientos se divorciarían de mis pesares».

[4] «¿Generalmente el mismo?»

Sobre E. M. Cioran

Por Fernando Savater

¿Cuáles son los derechos de la desesperanza? ¿Puede edificarse un discurso atareado en negarlo todo y en negarse, en desmentir sus prestigios, su fundamento y su alcance, su verosimilitud misma? ¿No es el escribir una tarea afirmativa siempre, de un modo u otro, apologética incluso en la mayoría de los casos? ¿Cómo se compagina la escritura con la demolición radical, que nada respeta ni propone en lugar de lo demolido, que no se reclama de tal o cual tendencia, ni quisiera ver triunfante cosa alguna sobre las borradas ruinas de las anteriores; cómo se compagina el texto con las lágrimas, las palabras con los suspiros, el discurso racional con el punto de vista de la piedra o de la planta? ¿Es concebible un pensamiento que se ve a sí mismo como una empresa imposible o ridícula, inevitablemente falaz en el justo momento de reconocerse su verdad? Éstas son algunas de las más urgentes preguntas que se plantean al hilo de la lectura de Samuel Beckett o de E. M. Cioran. La respuesta no puede venir de un exterior que las obras de esos autores niegan: es preciso volver al interior del texto mismo, reincidir en la pregunta, convencerse de que dentro tampoco hay nada. Leer a Beckett o a Cioran es reasumir, una y otra vez, la experiencia de la vaciedad.

Lo que hay que decir es que siempre se dice demasiado: «tout langage est un écart de langage» (Beckett). La multiplicidad de los discursos, informativos o edificantes, persuasivos, entusiasmados o curiosos, tiene algo de nauseabundo. El hombre es un animal ávido de creencias, de seguridades, de paliativos, y consigue todo eso merced al lenguaje. Pero sus creencias son deleznables, sus seguridades ilusorias, sus paliativos risibles: ¿por qué no decirlo así? Una vez que por azar o improbable ejercicio se ha conquistado la lucidez, la condición enemiga de las palabras, nada puede ya decirse, excepto lo que revele la oquedad del lenguaje de los otros, frente al que el discurso del escéptico es pleno, pues asume su vacío como contenido, mientras que los demás discursos, pretendidamente llenos de sustancia, se edifican sobre la ignorancia de su hueco. Pero ¿qué propósito puede tener proclamar la inanidad que acecha tras las palabras, salvo excluir al escéptico de la condición de engañado, de drogado por el humo verbal, excluirle de la condición humana, en suma? Por encima o por debajo de los hombres, quien conoce la mentira de las palabras y su promesa nunca puede volver a contarse entre ellos. Será una roca que no se ignora, un árbol que se sospecha o un dios consciente de que no existe: un hombre, jamás.

«El escepticismo es un ejercicio de desfascinación» (Cioran): el pensamiento escéptico desarticula el montaje verbal que enfatiza, para bien o para mal, la raída realidad de las cosas: «Saber desmontar el mecanismo de todo, puesto que todo es mecanismo, conjunto de artificios, de trucos, o, para emplear una palabra más honrosa, de operaciones; dedicarse a los resortes, meterse a relojero, ver dentro, dejar de estar engañado, esto es lo que cuenta a sus ojos», dijo Cioran de Valéry y aun mejor podría haberlo dicho de él mismo. Pasión por el despedazamiento intelectual del objeto del pensamiento, por la disección amarga o regocijada, tanto da, de lo vigente; nada debe quedar a salvo de la crítica, pues en caso contrario ésta se convertiría en velada apología de lo otro, lo no analizado: si Cioran ensalza a los emperadores de la decadencia, es frente al opaco asesino sin imaginación que detenta en nuestros días el poder; si jura, nostálgico, por Zeus o por la curvilínea Venus, lo hace sólo por interés blasfemo frente al triunfante Crucificado; ensalzará al suicida contra quien jamás puso en entredicho la obligación de existir y su reticente apología del éxtasis es sólo una forma de flagelar la sosería sin sangre de la vida funcional. Nada se propone, nada se recomienda: Cioran sabe que si se asiente a Nerón o a Juliano no puede rechazarse al modesto funcionario gubernamental en quien hoy perviven, sin placer ni entusiasmo, los crímenes antiguos; la Historia se acepta o se rechaza en bloque, pues toda discriminación valorativa es sólo una forma especial de confusión o de complacencia en la confusión. Por eso, las exhortaciones positivas de Cioran son siempre irónicas; cuando recomienda algo es siempre lo imposible o lo execrable. La perplejidad resultante no es un accidente en el camino sino la meta misma del caminar, la única consecuencia del pensamiento que puede ser llamada, sin infamia, «lógica».

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