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Jean-François Revel - ¿Para qué filósofos?

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Jean-François Revel ¿Para qué filósofos?

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La palabra panfleto tiene ahora cierto relente ignominioso de texto vulgar - photo 1

«La palabra panfleto tiene ahora cierto relente ignominioso, de texto vulgar, desmañado e insultante, pero en el siglo XVIII era un género creativo y respetable, de alto nivel, del que se valían los intelectuales más ilustres para ventilar sus diferencias. En esa tradición se inscriben muchos de los libros de Revel, como ¿Para qué los filósofos?, un ajuste de cuentas con los pensadores de su tiempo y con la propia filosofía a la que, según este ensayo, los descubrimientos científicos, de un lado, y, de otro, la falta de vuelo, de originalidad y el oscurantismo de los filósofos modernos va encogiendo como una piel de zapa y —lo peor— volviendo cada vez menos legible.

»Por encima y por debajo de la virulencia intelectual que anima este ensayo de Revel, algo sigue ahora tan válido como entonces: la nostalgia de una vida intelectual creativa y responsable, que ayude a ver claro aquello que parece confuso, y en la que las ideas rivalicen y jueguen un papel central en la búsqueda de soluciones para los escalofriantes problemas que enfrenta el mundo de hoy.»

MARIO VARGAS LLOSA

Jean-Franois Revel Para qué filósofos ePub r11 Titivillus 190217 Título - photo 2

Jean-François Revel

¿Para qué filósofos?

ePub r1.1

Titivillus 19.02.17

Título original: Pourquoi des philosophes?

Jean-François Revel, 1957

Traducción: Juan Antonio Nuño Montes

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

Notas 1 Armand Salacrou Nota sobre mis certidumbres e incertidumbres en - photo 3

Notas

[1] Armand Salacrou: Nota sobre mis certidumbres e incertidumbres, en Théâtre, tomo VI.

[2]Post Scriptum a las Migajas Filosóficas.

[3] Carta a M. de Beaumont.

[4]Pedro, 275d-e.

[5] R. Mondolfo: “La unidad del sujeto en la gnoseología de Aristóteles” (Revue Philosophique, 1953).

[6] Subrayado mío.

[7] M. Guéroult, “Percepción, idea, objeto y cosa en Berkeley” (Revue Pbilosophique, 1953).

[8] Otra obra reciente sobre la Lógica de Hegel (J. Hyppolite: Lógica y existencia), está escrita del principio al fin de una manera puramente narrativa, que acepta, por convención, en el punto de partida, lo que Hegel quiere probar. No trata, por lo demás, sino de comprender a Hegel y no de preguntarse

lo que Hegel puede hacernos comprender. Queda por saber si la historia de la filosofía puede limi tarse a ser una paráfrasis.

[9]El Ser y la Nada, pág. 115.

[10]Op. cit., pág. 88-93 y 641-663.

[11] “A veces, lo confieso, me ha atormentado el pensamiento de que quizás haya que admitirlas (las Ideas) para todo. Pero, apenas me he parado a pensarlo, lo he abandonado a toda prisa por miedo a perderme en algún abismo de tonterías”, Platón (Parménides, 130 c-d). Es un hombre falible el que habla, con sus dudas y su sentido del ridículo.

[12] Y en cuento a las ideas que son falsas en si mismas, ¿comprometen a toda la obra o deben ser con sideradas como accidentes? Hegel, por ejemplo, reprocha a la Fedra raciniana de no ser un persona je verdaderamente trágico porque realiza acciones de las cuales es responsable Enona (Estética, trad. Jankélévitch, t. I, pág. 282). Dicho de otro modo: Hegel no ha entendido nada de la obra. Muy bien: no se puede comprender todo. Lo grave es que esa opinión se inserta en una teoría general del Pathos, esencial en tanto tal a toda la estética hegeliana. Si se utilizan ciertas facilidades de la filosofía, tales como invocar lo que se ha dicho en otra parle para zanjar ciertas cuestiones delicadas, hay que aceptar en tal caso las consecuencias: si todo se relaciona, basta con que una cosa sea falsa para que todo lo sea.

[13]Fenomenología de la percepción, Primera parte, VI.

[14]Lo imaginario, principio.

[15] Por ejemplo: “En nuestra época en que los maestros ya no mantienen talleres, la confusión de los artistas en el seno de una técnica común se manifiesta en los límites de un grupo o un movimiento determinados. Con frecuencia resulta bastante difícil distinguir, por ejemplo, en los cuadros cubis tas, entre algunos Picassos, ciertos Braques, determinados Juan Gris. No subsiste (sic) referencia alguna. La técnica invasora ha hecho que la originalidad resulte inexpresable”, R. Polin: “De la ori ginalidad en el arte”, (Revue des Sciences Humaines, 1954). El mismo autor concluye: “La originalidad es la presencia probada de una libertad creadora… Pues se alcanza el principio de una creación úni ca. El estilo de Velázquez es Velázquez, el estilo de Manet es Manet… captados, experimentados en su actitud creadora única. El estilo esquematiza la actitud existencial de un hombre, a la vez frente al mundo natural y al humano y frente al mundo irreal que significa su obra”. Esta cita no es sino una muestra de un género de prosa que cada año cubre miles de páginas de la Revue de Metaphysique et de Morale, de la Revue Philosophique, de la Revue d’Esthétique, de la Revue de Filmologie, etc.

[16] Se trata, por supuesto, de una licencia de estilo. Politzer decía también que la moral de Bergson ja más sería escrita y que no podría serlo. Pero sucede que aparecieron las Dos Fuentes. Repito lo dicho: en filosofía, al contrario de lo que sucede en otras ramas de la actividad humana, jamás queda un problema sin solución. Es cierto que Bergson, antes de preparar las Dos Fuentes, había dicho: “Nadie está obligado a escribir un libro”. La posición de Heidegger es diferente: Sein und Zeit se titula expresamente Primera parte.

[17]Kant y el Problema de la Metafísica, in fine.

[18]Vom Wesen der Wahrheit, pág. 22, cf. también el comentario de A. de Waelhens: Fenomenología y Verdad, pág. 121.

[19] ¿Acaso no le escribe a Arnaud en 1671: “Mi propio origen familiar me obliga al esfuerzo de resta blecer la moral, las bases del derecho y de la equidad, con algo más de claridad y de certeza de lo acostumbrado”?

[20] A veces, tales desapariciones afectan indistintamente a las buenas y a las malas obras. Es de la mentar, por ejemplo, no encontrar ya los estudios tan claros y precisos de Brochard o de Rodier so bre la filosofía antigua, a los cuales no se les ha agregado nada nuevo. Pero si se les reeditase, más de un Platón actual perdería su razón de ser.

[21] “Nadie que no sea Le Serme nos parece más calificado para responder a esta pregunta: ¿Qué es el Espíritu?”, S. Daval, Curso de filosofía general (1950) para uso de aspirantes al título de bachiller y las clases preparatorias de enseñanza superior.

[22]La Pensée et le Mouvant, artículo “Félix Ravaisson”.

[23]Historia de la Literatura francesa desde 1789 a nuestros días, pág. 403.

[24] Transacción tan extraña se propone en La energía espiritual, artículo “El alma y el cuerpo”, pág. 62.

[25]Duración y simultaneidad, 1923.

[26]Op cit., pág. 33.

[27] La Pensée et le Mouvant, passim.

[28]La Pensée et le Mouvant, pág. 258.

[29]Ibid., pág. 294.

[30]El idealismo contemporáneo, pág. 81.

[31] En los Holzungt.

[32] Habría mucho y penoso que decir en particular acerca de los tratados de Estética. Kant, por ejemplo, en la Crítica del Juicio, en el parágrafo 49, titulado “De las facultades del espíritu que constitu yen el genio”, cita como ejemplo de lo que quiere decir, los siguientes versos en francés de Federico II: “Oui, finissons sans trouble et mourons sans regret, en laissant l’univers comblé de nos bienfaits. Ainsi l’astre du jour, au bout de sa carrière répand sur l’horizon une douce lumière, et les derniers rayons qu’il darde dans les airs, sont les derniers soupirs qu’il donne a l’univers”. (“Sí, terminemos sin temor y muramos sin pesar, dejando el universo abrumado con nuestros beneficios. De igual modo el astro del día, al término de su carrera, derrama en el horizonte una suave luz y los postre ros rayos que a los aires arroja son los últimos suspiros que regala al universo”).

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