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Gaston Bachelard - La llama de una vela

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Gaston Bachelard La llama de una vela
  • Libro:
    La llama de una vela
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
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  • Año:
    1961
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La llama de una vela: resumen, descripción y anotación

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En este libro que se inscribe dentro de la fenomenología de lo imaginario que - photo 1

En este libro, que se inscribe dentro de la fenomenología de lo imaginario que constituye la parte más conocida y valorada de la obra de Gastón Bachelard, el filósofo francés se detiene en los sueños que despierta la contemplación de una llama solitaria. La llama tiene una gran capacidad productora de imágenes y de allí la riqueza metafórica que ha sabido inspirar. En el camino de sus reflexiones Bachelard encuentra algunos nombres de poetas capitales que, como en el caso de Novalis, T. S. Eliot o de Octavio Paz, son referencias concretas que se insertan en el curso general de su pensamiento iluminando por una parte el alcance de sus precisiones y por otra el de los poetas citados.

Gaston Bachelard La llama de una vela ePub r10 Titivillus 160417 Título - photo 2

Gaston Bachelard

La llama de una vela

ePub r1.0

Titivillus 16.04.17

Título original: La Flamme d’une Chandelle

Gaston Bachelard, 1961

Traducción: Hugo Gola

Diseño de cubierta: RLull

Ilustración de cubierta: Untitled, Joseph Cornell

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

A Henri Bosco Notas 1 Herder atado por Béguin LAme romantique et le rêvé - photo 3

A Henri Bosco

Notas

[1] Herder, atado por Béguin, L’Ame romantique et le rêvé, Marseille, Cahiers du Sud, t. I, p. 113.

[2] De pancalismo: Sistema filosófico que considera a la Belleza como fundamento del Universo. (N. del T.).

[3] Jean Wahl, Poèmes de circonstance, Éd. Confluences, p. 33.

[4] El subrayado es nuestro.

[5] Consuelo. Michel Lévy, 1861, t. III, pp. 264-265.

[6] Cf. La Formation de l’esprit scientifique. Contribution a une psychanalyse de la connaissance objective, ed. Vrin.

[7]L’Air et les songes, Éd. Gorti.

[1] Joubert, Pensées, 8e. Éd., 1862, p. 163. Los primeros soldadores a veces eran llamados “fuentes de fuego”. Cr. Edouard Foucaud, Les Artisans illustres, p. 263, Paris, 1841.

[2] Citado por C. G. Jung, Paracelsica, p. 123.

[3] Biaise de Vigenère, Traité du feu et du sel, Paris, 1628, p. 108.

[1] Albert Béguin, L’Âme romantique et le rêve, t. I, p. 28.

[2] Jean de Boschère, Derniers poèmes de l’Obscur, p. 148.

[3] Tristan Tzara, Où boivent les loups, p. 15.

[4] Théodore de Banville, Contes bourgeois, p. 194.

[5] Observemos que el gato no tiene una naturaleza tímida. Se cree, demasiado fácilmente, que todo lo que es débil es frágil. Así, el Señor de la Habitación cree que la luciérnaga, porque tiene miedo, apaga la luz. Cf. Le Sieur de la Chambre, Nouvelles pensées sur les causes de la lumière, 1634, p. 60.

[6] Eugène Susini, Franz von Baader et la connaissance mystique, Vrin, p. 321.

[7] Strindberg, Inferno, Ed. Stock, p. 189.

[8]Loc. cit., p. 205.

[9] En Lombardía la contracción del tizón, los quejidos de la leña constituyen funestos presagios” (Angelo de Gubernatis, Mythologie des plantes, t. I, p. 266).

[10] Strindberg, L’Écrivain, trad., Stock, p. 167.

[11] C. G. Jung, Métamorphoses de l’âme et ses symboles, trad., 1953, p. 156.

[12] Cf. loc. cit., p. 162.

[13] Goethe, Le Divan, trad. Lichtenberger, pp. 45-46.

[14] Pierre-Jean Jouve, Paulina, Mercure de France, p. 40.

[1]L’air et les songes, Corti, chap. I et IV.

[2]Anthologie de la poésie allemande, Stock, t. II, p. 109.

[3] Edmond Jabés, Les Mots Tracent, p. 15.

[4] Roger Asselineau, Poésies incomplètes, Ed. Debresse, p. 38.

[5] Paul Claudel, L’Oeil écoute, p. 134.

[6] Carl-Martin Éosman, Ignis divinus, Lund, 1949. Del mismo autor: Le baptême du jeu, Upsala 1940.

[7] Cf. Conversations de Goethe et d’Eckermann, trad., t. I, pp. 203, 255, 258-9.

[8] T. III, p. 33.

[9] Para un autor de la Enciclopedia (artículo: Fuego, p. 184): “Una llama viva y clara (da más calor) que el brasero más ardiente”.

[10] Claude de Saint-Martin, Le Nouvel homme, an IV, p. 28.

[11] Novalis, Les disciples à Sais, Éd. Minor, Jéna, 1927, II, p. 37.

[12] Ed. Minor, t. II, p. 206.

[13] Cf. una página singular en donde todo lo que vive es considerado como el excremento de una llama. No somos más que el residuo de un ser encendido, (Éd. Minor, t. II, p. 216).

En El Diván (trad. H. Lichtenberger, p. 267), Goethe escribe:

En la llama ágil del hogar

Se elaboran, de lo informe, los alimentos del animal y de la planta.

An des Herdes raschen Feuerkraften

Reift das Robe Tier und Pflanzensaften.

[14] Paul Claudel, L’art poétique, p. 86.

[15]Loc. cit., p. 92.

[16]Loc. cit., p. 93.

[17] Novalis, Éd. minor, II, p. 259.

[18] Cf. Nietzsche, Poésies, trad. Albert, a continuación de Ecce Homo, p. 22. La vida se creó a sí misma Su obstáculo supremo. Ahora salta por encima de su propio pensamiento.

[19] Charles Nodier, Oeuvres complètes, t. V, p. 5.

[20] Pierre Garnier, Roger Toulouse, Cahaiers de Rochefort, p. 40.

[21] Faraday, Histoire d’une chandelle, trad. p. 58.

[1]Loc. cit., p. 17.

[2] Victor Hugo, L’ Homme qui rit, t. II, p. 44.

[3] Balzac, Louis Lambert, 2e. éd., p. 296.

[4] Le sieur de La Chambre, Iris, p. 20.

[5] Louis Guillaume, La Nuit parle, Éd. Subervie, p. 28.

[6] Jean Caubere, Déserts, Éd. Debresse, p. 18.

[7] Octavio Paz, Aigle ou Soleil?, p. 83.

[8] Gilbert Socaro, Fidèle au monde, p. 18.

[9] Dickens, L’Homme au spectre ou le Pacte, trad. A. Pichot, p. 19.

[10] Rachilde, Contes et nouvelles, suivis du théâtre, Le Mercure de France 1900, p. 150.

[11] Octavio Paz, Aigle ou Soleil?, p. 77.

[12] D’Annunzio, La Contemplation de la mort. Trad. Doderet, Calmann Levy, p. 59.

[13] Jean Bourdeillette, Les Étoiles dans la main, Ed. Seghers, 1954, p. 21.

[14] Jean Bourdeillette, Reliques des songes, ed. Seghers, p. 48.

[15] Bernardin de Saint-Pierre, Études de la Nature, Paris, 1791, t. II, p. 373.

[16] Jean Bourdeillette, loc. cit., p. 34.

[17] T. S. Eliot, Quatre Quatuors, trad. Pierre Leiris, p. 125.

[18] Pierre de Mandiargues, Les Incongruités monumentales, Ed. R. Laffond, p. 33.

[19] Georges Rodenbach, Le Miroir du ciel natal, p. 13.

[20] D’Annunzio, Le Feu, trad. Herelle, Calmann-Lévy, p. 304.

[21]Loc. cit., p. 328.

[22] La primera formula es de d’Annunzio.

[23] En Eranos Jahrbuch, 1955, p. 199.

[24]Loc. cit., p. 203.

[25] Lord Frazer, L’origine du feu en Asie, p. 127.

[1] Jean de Boschere indica con rápido sarcasmo una escena en que, en lugar de un mechero es una “bujía eléctrica” la que venera la figura de la Virgen. El mechero, ¿no es acaso una mirada?: “un mechero debía quemar en el ojo negro de su aceite” (cf. Marthe et l’engagé, p. 221). La bujía no mira.

[2] Minkowski, Vers une cosmologie, Ed. Ausier, p. 154.

[3] Henri Bosco, Un Oubli moins profond, Gallimard. 1961, p. 316.

[4]Loc. cit., p. 317.

[5] Henri Bosco, Malicroix, p. 232.

[6] Léon-Paul Fargue, Poèmes suivi de Pour la musique

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