Annotation
Subtitulado: Una educación sentimental de la Transición española
Una aproximación a los prejuicios y los tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia.
Entre el ensayo, la memoria personal y el reportaje, este libro propone una aproximación subjetiva a los prejuicios y los tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia, a fin de desdecir o de matizar muchos de los lugares comunes que siguen asociados a las relaciones afectivas o sexuales desde la perspectivade las mujeres. Para describir un recorrido que se aleja por igual del mito del amor romántico y de la auto-explotación comercial impuesta por el neoliberalismo, Marta Sanz ha alternado la evocación de las propias vivencias con las de un grupo de amigas más o menos coetáneas, suscorifeas, nacidas entre finales de la década de los cincuenta y comienzos de la de los setenta, que comparten con la autora su experiencia, sus referentes culturales, sus deseos, sus descubrimientos o sus decepciones desde la adolescencia a la edad madura. Lúcido, comprometido y bienhumorado, el conjunto traza un revelador autorretrato generacional en torno a cuestiones que rara vez trascienden las conversaciones íntimas.
MARTA SANZ
Éramos mujeres jóvenes
Fundación José Manuel Lara
Sinopsis
Subtitulado: Una educación sentimental de la Transición española
Una aproximación a los prejuicios y los tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia.
Entre el ensayo, la memoria personal y el reportaje, este libro propone una aproximación subjetiva a los prejuicios y los tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia, a fin de desdecir o de matizar muchos de los lugares comunes que siguen asociados a las relaciones afectivas o sexuales desde la perspectivade las mujeres. Para describir un recorrido que se aleja por igual del mito del amor romántico y de la auto-explotación comercial impuesta por el neoliberalismo, Marta Sanz ha alternado la evocación de las propias vivencias con las de un grupo de amigas más o menos coetáneas, suscorifeas, nacidas entre finales de la década de los cincuenta y comienzos de la de los setenta, que comparten con la autora su experiencia, sus referentes culturales, sus deseos, sus descubrimientos o sus decepciones desde la adolescencia a la edad madura. Lúcido, comprometido y bienhumorado, el conjunto traza un revelador autorretrato generacional en torno a cuestiones que rara vez trascienden las conversaciones íntimas.
Autor: Sanz, Marta
©2016, Fundación José Manuel Lara
ISBN: 9788415673415
Generado con: QualityEbook v0.84
MARTA SANZ
ÉRAMOS MUJERES JÓVENES
UNA EDUCACIÓN SENTIMENTAL DE LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA
É RAMOS mujeres jóvenes
Marta Sanz
Título original: Éramos mujeres jóvenes
© Marta Sanz, 2016
© Fundación José Manuel Lara, 2016
Av. de Jerez s/n. 41012 Sevilla
www.fundacionjmlara.es
www.planetadelibros.com
Maquetación y diseño: Milhojas, servicios editoriales
Fotografía de cubierta: Getty Images
Fotografía del autor: © Ricardo Martín
Primera edición en libro electrónico (epub): diciembre de 2016
ISBN: 978-84-15673-41-5 (epub)
Conversión a libro electrónico: IC Editorial
Para mi amiga Elvira,
Elvi, Elvirita, siempre,
mi amiga.
QUERIDA LECTORA, QUERIDO LECTOR:
E STA va a ser la última vez que me dirija a vosotros separando los géneros y haciendo uso del doblete gramatical. Me dirijo a vosotros, a la manera «clásica», para informaros de que el librito que acabáis de abrir pretende ser un ensayo literario, es decir, un texto de no ficción que de vez en cuando se tiñe de ella para ofrecer una visión subjetiva de un asunto que afecta y puede interesar a una comunidad. Una visión subjetiva diletante y poco profesional -últimamente me asquea esa palabra- en torno a un tema que se presenta de un modo excéntrico. Quiero, como Feijoo, desdecir o matizar algunos lugares comunes; discutir lo que se da por sentado; nombrar los prejuicios y tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia españoles. Reflexionar sobre lo inmutable y lo contingente. Sobre la posibilidad de demoler lo inmutable como un edificio de treinta plantas que se dinamita desde los cimientos. Demoler lo que se ha convertido en universal y eterno por la fuerza de la costumbre y el peso de la Historia.
El recuerdo de Carmen Martín Gaite[1] es evidente y buscado, y también lo es la conexión de estas páginas con alguno de los libros que he ido escribiendo a lo largo de mi vida. Sobre todo, con La lección de anatomía.[2] Para mí, siempre ha sido una preocupación tratar de desentrañar los preceptos culturales y políticos de una sociedad que a menudo nos daña. Y el amor, que tanta felicidad y tantos orgasmos nos proporciona, es también el sentimiento que más nos hiere, que más puede llegar a minimizarnos hasta reducirnos al tamaño inverosímil y acomplejado de una Pulgarcita monocelular o de un hombre invisible, al que le han robado la gabardina y las gafas, incluso el sombrero, y se pone de puntillas para que alguien lo vea. El amor, manipulado interesadamente, reinterpretado en escenas artísticas que van configurando el deber ser de nuestra sentimentalidad, nos produce urticaria y nos reprime, nos encorseta dentro de un molde lastimoso en el que, a veces, encontramos una rendija. Entonces, llega el placer, la solidaridad, el escaparse de una acepción de la pasión amorosa que desde el romanticismo de ayer hasta la auto-explotación comercial de hoy, ha proyectado sus facetas -rotas como esquirlas que se clavan- sobre las mujeres. Porque el amor correspondía al espacio que tradicionalmente se nos había asignado: la casa, el hogar, la familia, la alcoba del prostíbulo. Ahora andamos explorando otros territorios y tal vez busquemos ser amantes y amorosas de otra forma.
Afronto estas páginas con afán de exploradora por todo lo dicho y porque el ensayo es un género subjetivo y paseante, y a mí me gusta andar e ir mirando y soy mujer y nací cuando Franco, el dictador, estaba a punto de morirse en la cama. Mi pubertad coincidió con la pubertad de un país con el que compartí la alegría, pero también el miedo. Por otra parte, como soy consciente de que abordo un tema que no solo me afecta a mí, he procurado trascender el caparazón de mi autobiografía, de mis impresiones a partir de lo vivido, y he pasado el micrófono a un coro. A un coro griego o a las chicas del coro que, con sus reflexiones, su labor de introspección, su doble pirueta desde lo íntimo hasta lo público, re-dignificarán el nombre de la corista. Nos empoderaremos -sí, el verbo podría incluirse en un manual de tratamiento de la dislalia-, nos empoderaremos, digo, en el nombre de la corista, y no en el del Padre ni el Hijo ni el Espíritu Santo. Marilyn Monroe, Con faldas y a lo loco y las chicas de Ziegfeld: Lana Turner, Hedy Lamarr, Judy Garland. Cada vez que una tome la palabra tendrá el empaque de la corifea, la danzarina o la cantante que dirige a todas las demás. Pasaré el micrófono a un grupo de generosas corifeas y sus palabras servirán de contrapunto, corrección o reafirmación de mis propias reflexiones. Pepito Grillo me dará un toque en el hombro. O un empujón. Ellas abrirán el diafragma de la cámara y sacarán el texto de su posible estrechez umbilical. Me ayudarán a preservar la subjetividad que caracteriza los ensayos sin dejarme caer en el onanismo o la locura. Ellas harán que no me sienta sola frente al diagnóstico de los lectores o de los psicoterapeutas. Además, por mucho que yo la coloque bajo el microscopio y la agrande para ver sus microbios y bacilos, mi biografía es pequeña y para escribir este ensayo preciso de catalejos y magnetofones y de todo tipo de instrumentos de medición.