AGRADECIMIENTOS
Este libro forma parte de un sueño, y, como en todos los sueños, la cadena de acciones que debe ponerse en marcha para que suceda implica a muchas personas. Si miro hacia atrás, veo claramente que este sueño no hubiera sido posible sin que ocurriera todo lo que me ha traído hasta aquí, desde el primer día en que, sentada en el porche de mi granja, pensé en ser escritora y divulgadora, hasta hoy.
Quiero comenzar agradeciendo a Carlos, mi compañero de vida, porque este libro no hubiera sido posible sin él. Gracias infinitas por la cantidad de horas de inspiración, de discusión científica y de creatividad que compartimos, que hacen posible que tantos proyectos bonitos hayan salido a la luz. Gracias por hacerme tan feliz y por tus valiosos consejos. Contigo he entendido el significado real de la expresión «El amor mueve montañas».
También quiero dedicarle un agradecimiento especial a mi familia (incluyendo a mi sobrina Mía, nuestra más reciente incorporación). Gracias por alentar mis sueños, por las miradas cómplices y de orgullo, por los abrazos de consuelo, las lágrimas de felicidad y la maravillosa infancia que compartimos juntos en la granja, entre animales y frutales, donde comencé a soñar. Gracias, mamá y papá, por haberme dado tanto, por impulsar mi curiosidad innata e inspirarme para ser mejor persona cada día. También quiero agradecer a mi familia colombiana que me haya acogido como una más y que me inunde de apoyo incondicional en todo lo que emprendo. Mil gracias por tanto amor.
A mis amigas de Málaga, mi ciudad natal —siempre me enorgullezco al contar que conservo el mismo grupo de amigas desde el colegio—, quienes, a pesar de la distancia, siguen muy de cerca mis pasos y siempre se alegran de cada uno de mis logros. Las profundas conversaciones que compartimos siempre que viajo a Málaga son pura inspiración para mí. A mis amigas de Madrid, Bruselas, Colombia y Barcelona, mi ciudad adoptiva, en especial a Simona y Suri, que además han colaborado intensamente en este libro, no solo aportando belleza con sus preciosas fotografías, sino también con la cantidad de horas invisibles que le han brindado a este proyecto para que no faltara nunca ni un detalle.
A todos los maestros y maestras y profesionales de la salud inspiradores con los que me he cruzado, y en especial a Pau Oller, uno de esos profesores con los que te topas pocas veces en la vida, pero a quien ya nunca olvidas cuando lo haces. Gracias por todas las horas y horas de conversación inspiradora. Gracias por tu feedback, por los artículos que siempre compartes conmigo, por tus interesantísimas clases y, sobre todo, por el amor y la generosidad con que desempeñas tu labor de divulgación.
Y a ti, que, aunque te haya dejado para el final, no significa que seas menos importante. Te agradezco infinitamente que estés al otro lado, porque comprando este libro, interaccionando en mis redes sociales, asistiendo a mis talleres (presenciales u online) o tomando notas en mis conferencias virtuales estás apoyando mi trabajo, y con ello la divulgación de la salud femenina. Hoy somos más las mujeres que juntas alzamos la voz para que este mensaje llegue a todos los oídos, sobre todo al de nuestras hijas, sobrinas, nietas, amigas…, para que en el mundo haya cada vez menos desconexión con la feminidad, con los ciclos, con el fluctuar de las hormonas y, sobre todo, con el enorme PODER FEMENINO que la bioquímica nos confiere. Soñemos juntas para que el autocuidado de las hormonas marque la diferencia en nuestros cuerpos, en nuestras vidas y ojalá, algún día, en todo el planeta. Gracias infinitas.
DE NIÑA A MUJER EL INICIO DEL VIAJE
Menstruar por primera vez es iniciar un viaje hacia nuestra ciclicidad femenina. La menarquia o aparición de la primera menstruación es un momento de la vida en el que, de repente, todo nuestro universo cambia y nos damos cuenta por primera vez de que nosotras también estamos cambiando. Evidentemente, menstruar en la actualidad no es lo mismo que hace cien años, pero, a pesar de los avances sociales y científicos, este paso tan transcendente en la vida de una mujer sigue siendo un tabú en algunos aspectos, bien por el desconocimiento general de los procesos biológicos y fisiológicos femeninos, bien porque es un tema que continúa siendo incómodo. Por fortuna, cada vez son menos las mujeres que llegan a esta etapa con escasa información sobre lo que implica la vida cíclica.
Casi todas recordamos la primera menstruación. El comienzo de nuestra vida cíclica no nos deja indiferentes, y esa primera regla siempre es un momento muy especial, tanto si lo recordamos como algo negativo debido a la falta de acompañamiento como si, por el contrario, pensamos en él con cariño. Quiero mostrarte a continuación las experiencias que algunas mujeres han compartido conmigo a lo largo de los años.
«Recuerdo que era verano y me estaba poniendo el bañador para ir a la playa. Al ver la sangre, me asusté y ya no quise ir a la playa. Me puse muy triste pensando que ya no podría bañarme más esas vacaciones.» «Eran los últimos días de las vacaciones de verano y recuerdo estar en la piscina de una amiga. Cuando fui a ponerme el bañador vi que me había bajado la regla por primera vez. Me metí en el baño con todas mis amigas y me enseñaron cómo ponerme un tampón. Nos reímos mucho. Fue muy divertido.»
Algo que suele sorprender a las adolescentes sobre su menarquia es que a veces las primeras gotas de sangre son de color marrón y no rojizo. Esto se debe a que esas primeras pérdidas en ocasiones no son muy abundantes y, después de hacer todo el recorrido desde el útero hasta la braguita, la sangre llega oxidada, y por este motivo tiene un color más oscuro.
«Recuerdo que acababa de volver del colegio y fui al baño. Al ver que mis braguitas estaban manchadas de un color marrón, pensé: “¿Esto es caca?“. Luego se lo conté a mi madre y ella me explicó que no, que me había llegado la primera menstruación.»
Para algunas adolescentes las primeras menstruaciones son muy irregulares; es decir, que a veces la longitud del ciclo se alarga o se acorta mucho más de los 28 días teóricos, y se puede menstruar dos veces el mismo mes o no menstruar en dos o tres meses. Lo normal es que la longitud del ciclo y la cantidad de sangrado, tanto si las primeras menstruaciones son abundantes como si no lo son, se vayan regulando.
¿CUÁNDO SE DEBE CONSULTAR AL GINECÓLOGO/A POR ALTERACIONES EN LAS PRIMERAS REGLAS?
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Cuando las menstruaciones son prolongadas (es decir, de más de ocho días de sangrado), o muy abundantes (más de seis compresas empapadas al día), o muy seguidas (ciclos de menos de 21 días), o cuando haya sensación de astenia, cansancio excesivo, etcétera.
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Si el problema es que las menstruaciones no vienen cada mes, no es necesario acudir a un profesional hasta pasados seis meses de ausencia de regla.
Otro de los aspectos que nos sorprende cuando iniciamos nuestra vida cíclica son los altibajos emocionales, que se entremezclan con la ya de por sí intensa adolescencia, convirtiendo la experiencia cíclica en algo difícil de sobrellevar para algunas mujeres y también para su entorno. Podemos tener la sensación de que de un momento a otro nos encontramos navegando en un mar de emociones que muchas veces nos desborda.
«Tuve mi primera regla a los diez años, cuando estaba en el cole. Me asusté mucho y fui llorando a contárselo a la directora. Ella me explicó qué pasaba y cómo ponerme una compresa.»
«Cuando tuve mi primera regla lo pasé fatal. No entendía nada de lo que me estaba sucediendo. Lloré mucho. Me pareció el fin del mundo.»