En Hungría, en 1943, ante el antisemitismo y el horror de la guerra mundial, cuatro jóvenes: tres judíos, (Lili, Hanna y József) y una cristiana, (Gitta) se cuestionan sobre el sentido de los acontecimientos que están viviendo. Ninguno de ellos es practicante de su religión pero los cuatro son buscadores de la verdad. Ante su lacerante pregunta vital, una tarde de viernes, empiezan a experimentar una presencia luminosa que les llega a través de Hanna. Durante diecisiete meses reciben una enseñanza que les va guiando a la nueva consciencia. Mueren los tres judíos, víctimas de la persecución y se salva Gitta, consciente de su misión de transmitir este mensaje al mundo.
Gitta Mallasz
La respuesta del ángel
ePUB v1.0
Bloguera literaria13.02.18
Este libro es un compendio de notas sobre acontecimientos ocurridos durante los años de guerra 1943 y 1944, en Hungría.
Gitta Mallasz
La respuesta del ángel
ePUB v1.0
Bloguera literaria13.02.18
Este libro es un compendio de notas sobre acontecimientos ocurridos durante los años de guerra 1943 y 1944, en Hungría.
No es ficción, ni periodismo, ni literatura. El lector es libre de dejarlo o de tomarlo tal como es. Yo no soy el autor del libro, soy el escriba de los ángeles.
Gitta Mallasz «¿Hay algo más natural que estar hablando juntos?»
(Diálogo 28 L) Gitta ha vuelto a casa. El 25 de mayo de 1992, se ha apagado como una vela que se consume. Dos semanas antes estaba radiante de vida, escribieno "sus" diálogos con "su" ángel. Y así fue. Y así fue.
Su corazón gastado empezó a fallar. Decidió no ir al hospital y la cuidaron en su casa, los amigos que vivían a su lado. "No quiero que me quiten la vida antes de tiempo y tampoco quiero que me la prolonguen cuando sea el momento de irme". Hablé con ella siete días antes de que se fuera. Había superado el primer infarto, su voz débil seguía firme y alegre: "Marysia: recuerda que nadie se va de esta tierra sin haber acabado su tarea. El que la ha terminado ha de regresar a casa, por mucho que la medicina se empeñe en retenerlo.
Es hermoso aceptar lo que está «programado». La vida es don." Yo me ahogaba en mi silencio, presentía que era la despedida. Su voz se hizo más callada y lenta para recobrar el aliento: "Sigue tu camino, haz tu tarea, escucha siempre la viz de tu ángel y no olvides que amar es darse." Y como si leyera en mí a pesar de la distancia y del teléfono, añadió: "Si no oyes la voz de tu ángel, no importa: invoca. No ceses de invocar. En los momentos en los que parece que no hay respuesta, hemos de invocar más intensamente." Unos días más tarde llegó una carta de Gitta. Nos anunciaba que se había ido, y lo hacía desde la otra orilla.
Lo había dejado todo preparado. Hacía cuatro meses, presencié en su casa cómo metía el texto en sobres, cómo ponía la dirección de cada amigo, con su puño y letra y cómo pegaba los sellos. Sólo faltaba escribir la fecha, cerrar los sobres y echarlos al buzón. Es su testimonio definitivo: ¿no es acaso tan sencillo comunicarnos con la dimensión de LUZ como recibir una carta? Esto es lo que Gitta nos dice: "He dejado mi cuerpo,
herramienta preciosa que me fue dada
para llevar a cabo mi tarea en la Tierra.
Ya estaba muy gastado por el tiempo.
Sé que otra herramienta me será dada,
más apropiada para mi nueva tarea.
Tú también tienes una tarea, una única tarea.
Es benéfico cumplirla,
mientras ese raro don del Cielo
—tu cuerpo terrestre—
sea utilizable.
Si no, has vivido en vano".
Antes de empezar
Quisiera decirte, lector amigo, que este libro te está dirigido. Yo también sentí que estaba escrito para mí desde que empecé a leerlo.
Es un mensaje propuesto a cada ser humano a través de Gitta, Lili, Hanna y József. Lo recibieron en un momento en el que la tiniebla, en forma de guerra, invadía el mundo. Justamente es en la mayor oscuridad donde más se aprecia la más tenue luz. Pero el mensaje es válido también ahora, para nosotros. Sitúa el libro fuera del tiempo y lo hace actual. No nos dice nada nuevo, puesto que todo está en el Plan de Dios-Madre-Padre desde la eternidad, pero sí es nuevo para quien desee enfocar todo a la luz de una nueva comprensión.
El orden nuevo no espera a mañana. Es urgente su llamada. Es bien de todos; no está manipulado ni manido. Ha de comenzar con el despertar de la nueva consciencia en cada hombre. Nos habla de la primavera de la humanidad que ya ha comenzado, del camino de retorno a la Unidad, para fundirnos con nuestro origen. El mensaje es único, el día se lo susurra a la noche y la noche al día: es la noticia de nuestra pertenencia a la Divinidad.
Ya es hora de dar a luz a ese Niño que ha de llegar a ser Hombre, del que nos hablan los ángeles, cuya ley es la alegría. Gitta no se cansa de repetir que le gusta la gente que vive con los pies en la tierra; éste, por tanto, es el momento de actuar o, quizá, de dejar que Él actúe en nosotros. Es una enseñanza que cada uno es libre de cobijar gozoso en lo más hondo para que pueda crecer. Y llegará el día en el que todos nos conoceremos, porque el coro de los ángeles con el coro de los hombres serán uno, y nos reconoceremos en la sonrisa del Creador que es la Creación. Lector amigo, gracias por se uno más entre los que vamos a compartir el camino del orden nuevo. Te dio las gracias, Gitta, por tu confianza al confiarme esta hermosa tarea y por tu constante apoyo.
Gracias por el enriquecimiento que he recibido de mi trabajo contigo cotejando las versiones en distintas lenguas y volviendo al texto húngaro leído por ti. No sólo me has esclarecido cualquier duda, sino que me has ensanchado el mensaje de los ángeles. Os doy gracias a vosotros, mi marido y mis hijos, porque habéis ahondado conmigo en el contenido del mensaje que nos ha ido taladrando con su exigencia. Doy gracias también a todos los que habéis colaborado en espíritu y en silencio. Doy gracias a los ángeles que me habéis guiado por el camino día a día, y entre ellos te nombro a ti, Juan de la Cruz, nuestro hijo, que me hiciste oír tu voz, desde otra dimensión, para indicarme que era el momento de emprender la tarea de la traducción de este libro. Por último, lanzo al infinito un deseo: ¡Ojalá todos los hombres seamos "pequeños servidores" a SU servicio con Gitta, Lili, Hanna, József… y los seres Luz! Marysia Szumlakowska de Yepes
Introducción
Hasta el día en que comenzó esta enseñanza, mis amigos y yo estábamos inmersos en una vida muy corriente.
Tenía dieciséis años, en 1923, cuando encontré a Hanna en la escuela de Bellas Artes de Budapest. Fuimos compañeras de mesa. Hanna me manifestó una amistad tan abierta que me pareció excesiva. Yo pertenecía a una familia de militares y el menor signo de afecto era considerado como una debilidad. Hanna, por el contrario, procedía de una familia judía; su padre era director de una escuela de párvulos. Vivía en un ambiente mucho más distendido y no se avergonzaba de expresar sus sentimientos.