Menón es un diálogo que contiene una reflexión sobre la esencia de la virtud y de los problemas relativos a cómo se puede obtener.
El diálogo comienza con una pregunta trascendental formulada por Menón a Sócrates: ¿se puede enseñar a los hombres la virtud o esta sólo puede ser aprendida por experiencia y práctica? En caso contrario, ¿será que la virtud surge en algunos hombres naturalmente? Sócrates reconoce que no puede responder dicha pregunta, antes bien, le solicita a Menón que responda su misma pregunta y lo ilustre sobre el tema, conociendo las fuertes influencias que tuvo el sofista Gorgias en Tesalia, ciudad de procedencia de Menón.
Platón
Menón
o de la virtud
Obras completas de Platón: Diálogos polémicos - 7
ePub r1.0
Un_Tal_Lucas 13.10.15
Título original: Μένων
Platón, ca. 385 a. C.
Traducción: Patricio de Azcárate
Diseño de cubierta: Aquila
Ilustración de cubierta: Alegoría de la Virtud, Óleo sobre lienzo, Simon Vouet 1634. (Museo del Louvre, Paris, Francia)
Editor digital: Un_Tal_Lucas
Este epub ha sido maquetado utilizando como base el aporte Obras completas (Versión de Patricio de Azcárate)
ePub base r1.2
PLATÓN (en griego antiguo: Πλάτων ) (Atenas o Egina, ca. 427-347 a. C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 fundó la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro. Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía, política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores.
Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Alfred North Whitehead llegó a comentar: «La caracterización general más segura de la tradición filosófica europea es que consiste en una serie de notas al pie a Platón».
Notas
[1] Ciudad de Jonia. (PA)
[1] No debe confundirse con Arístipo de Cirene, discípulo de Sócrates, que ponía el soberano bien en el placer. (PA)
[2] Los ciudadanos más nobles de Larisa, que descendían del rey Aleuas. (PA)
[3] En Atenas. (PA)
[4] Esto está tomado de alguna oda de Píndaro que no se conoce. (PA)
[5] Llama a un joven esclavo. (PA)
[6] Sócrates le hace ver una figura que ha trazado sobre la arena. (PA)
[7] Sobre Lisímaco, hijo de Aristides, y sobre Melesías, hijo de Tucídides, de quienes se habló antes, véase el diálogo titulado Laques. No debe confundirse este Tucídides con el historiador. (PA)
[8] Teognis, Sentencias, V. 33, 432. (PA)
[9]Odisea, X, v. 495. (PA)
Argumento del Menón
por Patricio de Azcárate
Platón, en este pequeño diálogo, vuelve a una de sus cuestiones favoritas: si la virtud puede o no puede enseñarse. La respuesta solo puede darla el que conozca la virtud en sí misma, porque nuestro espíritu se resiste a determinar con certidumbre ninguna de las propiedades de un ser, cuya naturaleza no le sea claramente conocida. Sócrates declara desde el principio a Menón que para él la naturaleza de la virtud es aún un misterio; y sobre este punto esencial reclama las luces de su interlocutor. Menón, cogido de sorpresa, se acoge a su vez a las lecciones de su maestro Gorgias de Leontino [o Leontini, Sicilia], y sus respuestas no son, por lo pronto, otra cosa que las opiniones de este célebre sofista.
La primera es que la virtud de un hombre, de una mujer, de un niño, de un anciano, consiste en el cumplimiento de ciertos deberes públicos y privados, que es fácil determinar. Aquí se descubre el error ordinario de los sofistas, o sea la confusión del ejemplo con la definición. Sócrates recuerda a Menón la distinción de lo particular y de lo general. Sin duda hay virtudes diversas según la edad y la condición de cada individuo; pero el punto en que todas estas virtudes coinciden, la esencia de la virtud, en una palabra, ¿cuál es? Esto es lo que hay necesidad de aclarar. ¿Será, por ejemplo, la posesión de ciertas cualidades morales, siempre las mismas en los diversos individuos, como la sabiduría y la justicia? ¿Cuál es en este caso la definición de la virtud? —Menón responde que es la capacidad de mandar a los demás. —Esta definición, más extensa que la primera, no es más aceptable. No puede aplicarse al esclavo ni al niño, que obedecen y no mandan; tiene falta de generalidad, y, además, de precisión, porque no enseña cómo debe mandarse. Menón se ve obligado a añadir, «justamente»; y llega a sostener, que la justicia es toda la virtud. ¿Por qué la justicia y no el valor, la liberalidad y la sabiduría? Todas estas son otras tantas partes de la virtud, sin que ninguna de ellas sea la virtud en sí; lo mismo que la redondez, propiedad de la figura, no es la figura misma. Por lo tanto, no puede definirse la virtud como la capacidad de mandar a los demás justamente.
Desengañado por dos veces de la poca solidez de las opiniones de Gorgias, Menón se abstiene de responder y de ir más adelante. Para volverle a la cuestión, Sócrates le indica un método de indagación, que aplica a la vez a la definición de la figura y a la del color, mezclando, con intención, para lisonjear y burlar al mismo tiempo a su interlocutor, algunas de las ideas que se creía que Gorgias había tomado de Empédocles. En seguida le invita a que se sirva él mismo de este método, para determinar la naturaleza de la virtud. Menón presenta como tercera conclusión: que la virtud consiste en poder procurarse el bien; definición que sucumbe bajo el peso de las mismas objeciones que la precedente. ¿Es preciso procurarse el bien a toda costa, o justamente? ¿A toda costa? No; el buen sentido lo rechaza. ¿Con justicia? Pero esto equivale a la proposición refutada antes de que la justicia es la virtud misma. Y así, hasta ahora, no solo no ha sido definida la virtud, sino que, si nos fijamos bien, ni aun una parte de la virtud; la justicia, por ejemplo, no puede ser bien conocida, porque no es posible conocer la parte de un todo, sin el conocimiento del todo.
Al parecer, la discusión no ha dado un paso, y Menón se ve más asaltado de dudas que nunca. Pero aquí brilla el arte de Sócrates, porque su interlocutor se halla precisamente en el punto al que quería reducirle. Marquemos este primer grado del método socrático, o más bien, de todo método filosófico: la duda razonada. Esta ignorancia, que tiene conciencia de sí misma, debe ser la primera disposición del espíritu en toda indagación de la verdad.