Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.
T rampas que enferman
Primera edición: junio 2018
ISBN: 9788417234898
ISBN eBook: 9788417533724
© del texto:
Jorge Ballario
© de esta edición:
, 2018
www.caligramaeditorial.com
info@caligramaeditorial.com
Impreso en España — Printed in Spain
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright . Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Mi agrade cimiento a Marina di Marco por sus correcciones y sugerencias, y también a su padre, M arcelo , quien me enseñó el valor de la corrección.
Deseo agradecer, además, a todas las personas que me aportaron la información que nece sité para desarrollar los casos psicobiográficos que ocupan el primer capí tulo de la pres ente obra. Lamentab lemente , no puedo mencionar sus nombres para proteger las identi dades de los involuc rados en esas historias.
A todos ellos: muchas gracias, una vez más
Introducción general
Según la Organización Mundial de la Salud, «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Pero… ¡cuán lejos de ese objetivo se halla el hombre occidental! Esto es lo que trataré de mostrarle al lector, aunque —preciso es decirlo— no son pocos los que se creen muy cerca de esa meta. Y digo «creen» porque, en realidad, la gente hedonista, típica de esta época, procura cultivar el bienestar, pero debe —paradójicamente— soportar dolores, disfunciones orgánicas, accidentes, y hasta enfermedades mortales, incluso cuando todavía se encuentra en la plenitud de su vida. Hacen todo lo posible para pasarla bien, pero parece que algo más poderoso las impulsa al malestar y a la enfermedad. ¿Qué ocurre para que tantas personas sufran, cuando en verdad buscan frenéticamente disfrutar?
Para responder a este interrogante voy a desplegar dos visiones complementarias sobre la vida y la enfermedad. Por un lado, una mirada individual, relacionada con los casos psicobiográficos que desarrollaré en el primer capítulo. Por otro lado, la mirada ideológicosocial, que trabajaré como causa de malestar y de patología, mostrando cómo para muchas personas se superpone —al modo de la gota que hace rebalsar al vaso— a una base neurótica previa.
Desde hace ya muchos años, y debido, con seguridad, a la cultura de la imagen y al fomento del deleite por consumir, el paradigma ha cambiado radicalmente: la cultura del goce reemplazó a la anterior, del trabajo, y disfrutar se volvió casi una obligación. El problema es que cuando algo de orden privado y espontáneo —como la capacidad de disfrutar— deviene en un mandamiento cultural, se altera su esencia, y ello perturba a sus desprevenidas víctimas. Al procurar cumplir con el perverso precepto ideológico, estas se esclavizan en rituales sociales vacíos, y se sienten culpables de no lograr la satisfacción deseada. Una verdadera emboscada cultural, que echa más leña al ardiente malestar contemporáneo.
¿Por qué hablamos de todo esto en un libro sobre la salud y la enfermedad? La respuesta es concisa, pero no se trata de un tema menor: en la era de las multinacionales y de la fenomenal concentración de la riqueza, no podemos soslayar la perniciosa y vasta influencia que producen tales colosos económicos en los individuos, mediante la colonización discursiva de sus mentes. Esto incide en el malestar y en las epidemias actuales.
Otra veta de este asunto reside en el exceso de racionalidad que impulsa el sacralizado discurso tecnocientificista. Puede parecer a primera vista inocuo. Sin embargo, si lo sumamos a la hiperracionalidad que emana de la lógica empresarial y mercantil y a la fascinación que produce el mundo —sin fallas— de la informática podremos comprobar cómo fomenta rigidez en el pensamiento. Esta alternativa es, en sí misma, fuente indiscutible de malestar y patología.
Paralelamente, la ciencia, desde una perspectiva genérica, les atribuye a las diversas enfermedades una causalidad —vinculada, entre muchas otras, a razones genéticas, desarreglos vitales, estrés, vida sedentaria, tabaquismo, alcoholismo, mala alimentación, obesidad y ansiedad—. Pero existe un mundo que la ciencia tiene casi vedado: el mundo de nuestras experiencias singulares —vivencias, emociones, sentimientos conscientes e inconscientes...—. Es fundamentalmente en este ámbito psicológico donde surgen los principales condicionamientos y determinaciones, capaces de impulsarnos al goce sublime o a la tragedia. Al mismo tiempo, la ciencia —mediante rótulos o clasificaciones— procura capturar, en algunas de sus estandarizadas vicisitudes estadísticas, nuestras escurridizas subjetividades.
Esta obra expondrá algunos puntos relacionados con la salud y la enfermedad, que, en el mundo actual se hallan casi siempre enmarcados en un contexto ideológico que los hace muy difíciles de detectar. Se desprende de estas últimas palabras que la ideología, en su función de cubrir o distorsionar la realidad —al servicio de intereses ajenos a nuestra cotidianidad—, es la gran trampa de esta era: no nos permite detectar las demás trampitas. Estas serían velozmente neutralizadas si tuviésemos la suficiente claridad mental para detectar la trampa principal. ¿Cuáles son esas trampas y trampitas? Aquí, como muestra, esbozo algunas. El orden de exposición no es indicativo de la importancia relativa que poseen.
• Muchas tragedias humanas individuales, cuando son producto de enfermedades o accidentes graves en gente relativamente joven, se vinculan a un guion infa ntil inconsciente que predispone a la persona para ellas. Por eso resulta difícil preverlas o revertirlas. Sin embargo, sería bastante posible lograrlo en los casos en los que el afectado siente que algo en su vida no funciona bien y decide corregirlo. Una forma es la psicoterapia profunda, pero hay también otras opciones, y ninguna resulta desdeñable. El cambio también puede ocurrir gracias a alguna contingencia favorable. Por el contrario, las ciencias duras poco consiguen hacer con ese aspecto fundamental de la vida humana, dado que la partida decisiva se juega en la singularidad de cada sujeto.
• Para el psicoanálisis, el síntoma que aqueja a alguien posee un sentido profundo, y constituye la manifestación de un conflicto inconsciente. La terapia psicoanalítica puede influir y modificar el rumbo potencialmente trágico que alguien, sin saberlo, puede haber venido efectuando en su vida. Sin embargo, esta disciplina es combatida mediante el pretexto de falta de cientificidad.
• La era de la exageración —exageración tecnoinformática, consumista y cultural— en la que estamos inmersos nos adormece los sentidos, eclipsa nuestro mundo interno y aletarga nuestro pensamiento crítico. Estas condiciones básicas contribuyen a generar síntomas como la ansiedad generalizada, la desorientación subjetiva, el malestar y la enfermedad.
• Los serios y progresivos desequilibrios ecológicos producidos por nuestra sistemática devastación del planeta son la otra cara de la moneda del malestar y de la enfermedad humana: existe una correlación entre la enfermedad de la tierra y la del hombre. Ya veremos por qué.