La devastadora crisis financiera desatada en 2008 ha multiplicado la presencia en nuestra sociedad de la figura del «emprendedor». Con el colapso del modelo laboral tradicional, la democratización del emprendedor parece ser la única respuesta que las instituciones son capaces de ofrecer ante la burbuja del trabajo y la escasez de empleo.
Más que como una figura económica, este nuevo emprendedor se entiende como el portador cultural y social que reúne el espíritu del nuevo hombre acorde al proyecto de clase neoliberal. En esta tesitura, emprender significa lograr convertirse uno mismo en un producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atención para que vean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Ya no hay nada que no se mida y se entienda como una relación empresarial; nacemos como deudores, culpables de no lograr adaptarnos a los ritmos de la competencia. Nos convencemos de ello cuando, carne de coaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charca de los perdedores.
Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperación domine a la competencia, podremos empezar a construir la subversión contra el totalitarismo de la empresa-mundo. Para esta ardua tarea contamos con dos aliados de lujo. Por un lado, Homer Simpson es nuestro hombre; a través de él descubrimos quiénes somos. En el mismo equipo juega Lenin, pero el Lenin publicista, no la momia. O lo damos nosotros o nos lo dan a nosotros: renta básica o empleabilidad, democracia o barbarie.
Jorge Moruno
La fábrica del emprendedor
Trabajo y política en la empresa-mundo
ePub r1.0
Titivillus 25.02.16
Título original: La fábrica del emprendedor
Jorge Moruno, 2015
Prólogo: Íñigo Errejón
Motivo de cubierta: Antonio Huelva Guerrero
Diseño de cubierta: RAG
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A mi madre, que, además de darme la vida, me ha descubierto el gusto por la cultura.
A mi padre, que ha intentado con todas sus ganas e ilusión enseñarme a escribir.
JORGE MORUNO, sociólogo y escritor, combina la investigación sobre las transformaciones del trabajo con la práctica laboral, donde —entre otras cosas— ha sido teleoperador, informador turístico, reponedor, administrativo o parado. Ha colaborado en varios libros colectivos —«Los indignados del 15 de Mayo», «Les raons dels indignats» y «Cuando las películas votan. Lecciones de ciencias sociales a través del cine»— y, generando argumentos y produciendo discurso, en la iniciativa política PODEMOS. También en Twitter (@jorgemoruno) y en su blog «La revuelta de las neuronas» (alojado en www.publico.es).
«La competencia significa, en este tipo de capitalismo, el aplastamiento inauditamente feroz del espíritu emprendedor, de la energía, de la iniciativa audaz de la masa de la población, de su inmensa mayoría, del 99 por 100 de los trabajadores; significa también la sustitución de la emulación por la pillería financiera, el nepotismo, el servilismo en los peldaños más elevados de la escala social.»
Lenin (27 de diciembre de 1917)
«Pero si a la servidumbre, a la barbarie o a la soledad hubiese que reservarles el nombre de paz, la paz sería la más miserable de las condiciones humanas».
Baruch Spinoza
«I’m just sittin’ on the dock of the bay, wastin’ time».
Otis Redding
PRÓLOGO
Íñigo Errejón
Prologar a un amigo es una tarea complicada. Hacerlo con uno con el que se ha crecido, al que se ha visto pensar a la carrera, más aún. Jorge Moruno es un militante de mente inquieta y curiosa, que ha ido forjando categorías y formas particulares de acercarse a los problemas a partir de dos preocupaciones: la de conectar la vida cotidiana con la reflexión teórica y la de afilar los instrumentos analíticos para sustituir toda nostalgia del ayer por voluntad de victoria hoy. Me disculparán, pero en el prólogo del libro se me cuela mucho del prólogo del compañero.
Su preocupación por el mundo del trabajo, por las transformaciones en las formas sociales de producir y crear y las formas del capital de apropiarse de ese valor y disciplinarlo, viene de antiguo. Vienen de una identificación laica con las tradiciones del movimiento obrero y una fascinación con la «anomalía italiana» de las prácticas y teorías salvajes de las décadas de 1960 y 1970. No literaria, no exenta de poner el cuerpo siempre, de no ser tibio nunca.
Pero por encima de todo, la preocupación por el mundo del trabajo no es estética, sino vivida. Proviene del día a día. A Jorge nadie le ha contado lo que es la precariedad, la ausencia de horizontes y certezas, las formas posfordistas de explotación de la capacidad creativa; las formas, laborales o no, por las que unos pocos capturan lo producido por los muchos. El de Jorge es un pensamiento no escindido, es una reflexión desde el trabajo y por la subversión del trabajo. De ahí su desapego, su viaje ligero de equipaje, su crudeza y su agresividad. Una reflexión que no se llama a engaños ni se permite la morfina de la creencia en las palabras mágicas de otros tiempos, pero que tampoco tira la toalla ni pierde el horizonte: la liberación del tiempo, la creatividad y las relaciones humanas, su liberación del miedo, la infamia y la miseria y la sujeción a normas no elegidas por el común.
Este libro está atravesado por un espíritu insolente y atrevido, un pensamiento que encuentra cierto placer en confrontar los dogmas, primero los de las tradiciones cercanas, y en saquear los arsenales de pensamiento, disfrutando de las mezclas, las malformaciones y las compañías inesperadas. Jorge bebe de muchas fuentes porque lee mucho y muy variado —confieso que siempre he sentido tanta curiosidad como envidia por las horas que consigue sacar para ello—. Lee con constancia pero sin método, con inquietud voraz, sin concesiones a las modas o las poses. Haciendo de la autonomía —esa palabra que durante años nos significó tanto— no un museo de coleccionistas, sino una actitud intelectual y política: lo más fértil siempre está en las fronteras, en las herejías que se atreven a pensar a contrapelo. No por fascinación iconoclasta, sino porque permiten aprehender la especificidad del momento y sus necesidades desnudas: el «análisis concreto de la situación concreta». Las reconstrucciones a posteriori siempre son más limpias y ordenadas, pero el presente es siempre fortuna y virtù, decisión y contingencia.
Es un brillante autodidacta militante, y eso mancha el libro. Por eso se permite jugar y mezclar prensa económica con los discursos de Tito Livio, letras de rap francés con Maquiavelo, urbanismo, sociología del trabajo, marketing y filosofía, de la premodernidad a la posmodernidad. Todo ello planeando sobre la vida cotidiana, mejor cuanto más micro e inadvertidos los ejemplos, para ser verificado o tirado a la basura sin demasiada pena. No siempre me convencen esos saltos, quizá porque me haya vuelto más esquemático y más rígido. Pero siempre hacen pensar. Jorge camina por la calle atento, un poco en su mundo, escrutando entre el enfado, la indignación y la atención incisiva pero dispersa, juguetona. La coyuntura y sus tareas, ahora que lo devoran casi todo, las rigideces tácticas, nunca le atrapan del todo. A veces, para mi exasperación, aunque me consuela que para bien del pensamiento indómito.