María Estela Peñafiel Toaza - Aprendamos a amarnos

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.

Aprendamos a amarnos

Primera edición: noviembre 2018

ISBN: 9788417533182
ISBN eBook: 9788417533632

© del texto:

María Estela Peñafiel Toaza

© de esta edición:

, 2018

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«Mi vida tiene diferentes episodios, pero ninguno marca el final de mi trayectoria. Confieso que dar es la clave para ser feliz».

Aprendamos a amarnos

Este libro no es una historia ficticia de la autora. Son testimonios de la vida real y quiero dedicárselos, como una reflexión, a todos esos padres y madres que un día, por falta de experiencia o por no pensar en las consecuencias que nos pueden ocasionar ciertos recuerdos les viene a la mente la palabra «conciencia» y meditan sobre que, por insensatez, trataron o llegaron a evitar a un hijo. Quiero decirles que no soy juez para juzgarles, mucho menos para sentenciarles, pero sí quiero hacerles entender que se perdieron o intentaron acabar con unos de los privilegios más lindos que el universo les estaba regalando o les ha regalado.

Este libro es para aquellas mujeres que lo hicieron o intentaron hacerlo por presión de sus padres o de sus maridos, si se les puede llamar así, o por decisión propia, por vergüenza a las críticas de la sociedad, que muchas veces murmura en vez de darles apoyo en las circunstancias en que se encontraban, para que tomasen la decisión correcta. Quiero decirles que, para ser una verdadera madre o un padre responsable, para asumir este derecho, debemos amarnos primero a nosotros mismos.

Para aquellos que lo han hecho o que, gracias a Dios, su intención ha sido truncada, porque en su intento apareció alguien que simplemente sabía quererse. Por lo tanto, también amaba al prójimo y lo evitó. Con eso les ha demostrado que querernos a nosotros mismo es el comienzo de una trayectoria llena de paz, amor y felicidad en esta vida.

Para aquellos hombres que lo usan como artimaña para que una mujer sacrifique un embarazo con amenazas cuando están tan seguros del amor de aquella mujer hacia ellos, que no dudan ni un segundo en decirles: «Si no interrumpes ese embarazo, te abandono». A ellos quiero decirles que yo, como mujer, les exhorto a cambiar esa frase por otra más elocuente y sutil, como: «Me has hecho el hombre más feliz del mundo dándome la noticia de que voy a ser padre. Este es el inicio de una unión definitiva entre los dos juntos».

No maltratar psicológicamente a una mujer o no se torturen ustedes mismas, porque también hay mujeres que, ellas mismas, toman la decisión de abortar porque aman la libertad. Y en este caso, ellas también le hacen daño a aquel hombre al que, a lo mejor, sí le hacía ilusión tener a ese niño. Dentro del vientre de una mujer ya latía su corazón, y pudo haber sido fruto del amor o simplemente de una pasión, pero que era sangre de su sangre.

A los padres que obligan a sus hijas a provocarse un aborto, por ese orgullo que no les permite aceptar ser señalados por el círculo que les rodea, me gustaría decirles que nunca se olviden de que esa hija también es fruto de una relación, engendrada por esa pasión que había entre padre y madre. En lugar de hacer que ese bebé fuese evitado con el pretexto de que su hija no truncase su vida dejando atrás su carrera por terminar, debieron apoyarlas, porque ese ser inocente ya existía en el vientre de su madre. Hubiesen sido los primeros en darles palabras de aliento para que todo llegase a un final lleno de felicidad. Porque ¿quién les certifica que ese niño inocente no pudo haber sido la mano que les ayudara andar, cuando los años pasaran y sus huesos ya estuvieran quebrantados, y sus fuerzas ya no les permitieran ser autosuficientes por sí solos?, habrá un ser en sus mentes que les recordará que ese niño, que permitieron que fuera destrozado en la tripa de su madre, sería ahora su bastón para andar.

Es difícil para mí, como autora de este libro, hablar de un tema de tan gran magnitud, pero si por algo me caracterizo es por contar verdad con la única intención de que las personas tomemos conciencias de ciertas cosas que, aunque no parezcan importantes, lo son. Cuando lo haces piensas que te has quitado un peso de encima, que ya solucionaste un problema, sin imaginar que, con el paso del tiempo, eso se te va a convertir en un sentimiento triste y doloroso. Descubres que eres un ser humano con conciencia de tus actos, con conocimiento de una cosa que has determinado como un deber tuyo sin serlo, y has convertido una bendición en un recuerdo que está marchitando tu vida. Esto vive día a día con todos y cada uno de los que lo han puesto en práctica.

Aprendamos a amarnos

En este libro, todo lo que cuento es real, vivido por la autora y escritora de este texto. A veces, en la vida pasan cosas que nos sirven para entender experiencias, que nos enseñan a ver la vida de una manera diferente y comprender que todos tenemos en la Tierra una misión que cumplir para bien. Por eso, Dios nos da la oportunidad de hacer realidad cosas que muchos no harían. La persona que escribe este argumento lo ha hecho con el amor más grande del mundo; siempre pensó que la recompensa sería el amor incondicional, nunca esperó nada material a cambio, solo saber y sentir la satisfacción de que ha cumplido una misión y que aún falta mucho por hacer. Son esas cosas las que me dan paz, felicidad y me hacen sentir muy privilegiada. Intervine en los momentos difíciles de aquellas personas de las cuales hablaré en este libro. Aunque esto lo hago con la autorización de ellas, no revelaré nombres por respeto y por el inmenso cariño que les tengo a aquellas madres, y por el amor que algunos de esos hermosos niños me dan cada día. Por el hecho de ser mujeres y madres a la vez, no les haré pasar por otro trago amargo.

Soy mujer, pero no he tenido la dicha de ser madre, debido a un cáncer y un infarto que padecí. Sin embargo, gracias a esa fe tan grande que tengo, lo he superado. Aun así, me siento madre y valoro mucho a aquellas mujeres que han luchado y, lo peor de todo, han tenido que sufrir maltrato psicológico, una de ellas incluso por parte del padre de su hija y maltrato físico por su propio padre, que a toda costa quería evitar que aquella niña viniera al mundo. Por su bajo nivel de conocimiento, pensaba que todos le iban a señalar al traer su hija al mundo a una niña en un hogar monoparental.

El primer caso del cual voy a hablar es uno muy especial. Digo especial porque tuve que decidir en cuestión de minutos, pero si hablo de especial, para mí serían los dos.

En una tarde de mayo, cuando la primavera estaba en todo su apogeo, una hermosa flor se estaba marchitando y cada día iba a ese bello jardín a regarla y darle amor.

«¡Por qué la flor más linda de este maravilloso jardín está perdiendo su encanto?», pensaba.