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SINOPSIS
Es este uno de esos libros esenciales que nacen de la necesidad y de la urgencia. Porque Leticia Dolera necesita contar por qué es feminista y por qué todas deberíamos serlo. Un camino vital en el que se ha encontrado con personas inspiradoras, lecturas reveladoras, anécdotas —de las buenas, de las malas y de las peores— vividas muy de cerca o en primera persona.
Este libro es también la historia de mujeres valientes que marcaron el camino y cuyo ejemplo nos ayuda a despertar nuestras conciencias y también a enseñar a las más jóvenes.
Empezando por Eva, la primera que mordió la manzana, esta es una historia sobre todas las mujeres. Porque Leticia Dolera nos invita a abrazar una causa, que es la de todas las personas que soñamos con una sociedad justa.
Por mucho que nos hayan repetido que Eva pecó al morder la manzana, nosotras sabemos que aquello fue precisamente lo que la hizo sabia. Entonces ¿qué?, ¿te apetece una? Una obra de empoderamiento feminista para todas las edades.
La revolución será feminista o no será.
Gracias, mamá, por ser un referente feminista, sobre todo a través de tus actos.
Gracias a mis tías y a mis primas, por empoderarme siempre.
Gracias a las Vilas Girls, porque durante años me habéis enseñado, sin ponerle nombre, lo que es la sororidad.
Gracias, Nuri, por ser siempre una mano a la que agarrarme y una risa que soltar.
Gracias, Ruth, por bailar conmigo en Oporto y en la vida y enseñarme que «si no puedo perrear, no es mi revolución».
Gracias, Paula, por nuestros debates y por tu luz.
Gracias, Barbijaputa, por la claridad de tus artículos, que me ayudaron a abrir la mirada en un momento clave.
Gracias, Iria y Alba, por vuestra complicidad.
Gracias, Sandra, por leerte las páginas de Word que te iba mandando y ser mi contacto con la civilización menor de veinte años.
Gracias, Henar, por los momentos donde nos hemos mostrado nuestras cadenas invisibles y nos hemos ayudado a romperlas o a convivir con ellas sin que nos rocen demasiado.
Gracias, June, por ser ingobernable.
Gracias, Eva, por acercarme a la labor de apoyo a las víctimas de violencia de género que ejercéis desde los Puntos Municipales del Observatorio Regional de la Violencia de Género de Madrid.
Gracias a los hombres aliados de mi vida. En especial a Paco, por acompañar y celebrar mis pasos.
Y también a David, Burque, Oriol, Jota, Álex, Antonio, Carlos, Goyo, Adolfo, el otro Antonio, Tonino, Borja…, que siempre habéis preguntado y dialogado. El feminismo también viene a liberaros a vosotros un poquito.
Gracias a las que os pensáis, os preguntáis y os cuestionáis lo que significa realmente ser mujer, ser nosotras. Esos son los primeros pasos hacia la libertad.
E STE LIBRO VA POR TODAS .
La revolución sexual
La feminista del nuevo milenio no puede dejar de ser consciente de que la opresión se ejerce en y a través de sus relaciones más íntimas, empezando por la más íntima de todas: la relación con el propio cuerpo.
G ERMAINE G REER
En 1961 se aprueban las píldoras anticonceptivas y las mujeres pueden asumir por fin el control sobre su fertilidad. Aun así, pasarán unos años hasta que se legalice el aborto, y con eso, el control real sobre nuestros cuerpos. Aunque no en todas partes, mientras escribo esto, en países como Argentina o Bolivia las mujeres todavía no pueden decidir sobre algo tan crucial, pues el aborto solo está permitido en casos de violación o peligro para la salud de la madre. Flipa.
La revolución sexual pone fin a una parte de la hipocresía de la doble moral sexual que solo aceptaba el sexo dentro del matrimonio y que defendía que las mujeres debíamos llegar vírgenes al mismo (vamos, que fuéramos todas la Virgen María).
Además, con la llegada de la píldora, la sexualidad se separa de la función reproductiva y se ponen en valor el placer y el erotismo en el sexo, tanto en hombres como en mujeres. La gente joven experimenta con la sexualidad libre y las drogas como respuesta a los valores conservadores de sus progenitores.
Se liberan los cuerpos y la desnudez, se naturalizan las relaciones homosexuales, así como otras formas de sexualidad (bisexualidad, teoría queer ) y nacen los movimientos LGTB.
Hasta ahora todo bien, todo positivo. Vivan los cuerpos y viva la libertad sexual.
Lo que pasa es que esta liberación vendrá con una pequeña trampa. Se empiezan a objetualizar e hipersexualizar los cuerpos de las mujeres en la publicidad (no el de los hombres), nace la revista Playboy y nuestros cuerpos ya no son solo nuestros, son también del mercado, un mercado con un capital que una vez más está en manos masculinas. Esa unión perversa, cuerpo femenino y capital, la seguimos arrastrando aún hoy. ¿Sabes que hace poco vi un anuncio de muebles con mujeres en ropa interior? ¿De verdad hace falta una mujer en bragas para venderme una silla o una mesa?
Por otra parte, creo que la revolución sexual —en cuanto a las relaciones entre sexos— no ha finalizado todavía o digamos que no ha traspasado la frontera patriarcal. Si bien las mujeres ya somos libres para mantener relaciones sexuales con quien y como queramos, todavía pesan sobre nosotras juicios morales en torno al sexo y nuestra actitud ante él. Nos hemos empoderado y adueñado de nuestra sexualidad, pero si nos pasamos de la raya (una raya no dibujada por nosotras) resulta que nos convertimos en una chica fácil o directamente en un zorrón o una puta, o incluso en una mujer que no se valora a sí misma lo suficiente porque se entrega con facilidad. Como si el amor propio de una mujer tuviera algo que ver con su vida sexual. Eso es injusto y es machista.
Y el chico fácil, ¿qué? Pues no existe. El hombre activo sexualmente se considera lo natural, lo contrario se percibe como un fallo en su masculinidad hegemónica.
Es más, para los hombres se ha creado la figura del pagafantas .
Un hombre se convierte en pagafantas cuando, tras alcanzar cierto nivel de amistad e intimidad con una mujer, él quiere pasar al terreno sexual y ella no. Al parecer, esto le convierte a él en un pringado que solo está para pagar le las fantas a su amiga, y a ella en una aprovechada (pues, aunque sea en sentido metafórico, paga él, luego ella se está aprovechando un poquito).