El JESÚS
QUE NO PUEDES
IGNORAR
LO QUE DEBES APRENDER de las
CONFRONTACIONES DESCARADAS de CRISTO
JOHN
MACARTHUR
© 2010 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc.
Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc.
www.gruponelson.com
Título en inglés: The Jesus You Can’t Ignore
© 2009 por John MacArthur
Redactado por Phillip R. Johnson
Publicado por Thomas Nelson, Inc.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960
© 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina,
© renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas.
Usados con permiso.
Traducción: Belmonte Traductores
Adaptación del diseño al español: www.Blomerus.org
ISBN: 978-1-60255-277-7
Impreso en Estados Unidos de América
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Con gratitud a Kent Stainback, un amable y generoso amigo con quien comparto un profundo amor por la Verdad.
Contenido
Mi profunda gratitud, como siempre, para el personal en Grace to You, que mantiene y distribuye el archivo de sermones de los cuales yo obtengo todo el material para mis libros. Estudio y predico, y paso al pasaje siguiente cada semana. El personal de Grace to You graba mis sermones, los transcribe, los edita para emitirlos y cataloga todo lo que yo digo desde el púlpito. Un libro como este, que examina todo el ministerio público de Cristo, está sacado de cientos de sermones que cubren tres de los Evangelios, representando cuarenta años de predicaciones versículo por versículo. Sin el trabajo de tantas personas que recuerdan y graban lo que yo digo, me habría resultado difícil recuperar ideas y recopilar material que desarrollé originalmente hace años. El trabajo de escribir un libro como este, que consume mucho tiempo, habría sido totalmente imposible para mí sin la ayuda de tantas personas.
Una gratitud especial a Arlene Hampton, quien transcribe todos mis sermones (y lo ha hecho durante muchos años); Mike Taylor, quien supervisa la edición, la producción y el archivo de todo lo que publicamos a través de Grace to You; Garry Knussman, quien edita y corrige las pruebas del material (normalmente avisándole con poca antelación); y al resto del dotado personal en Grace to You, prácticamente todos los que, en un momento u otro, han participado en ocuparse de las grabaciones, transcripciones, y otros elementos que están en un libro como este. Ellos forman un grupo de colaboradores maravilloso y leal, un apoyo constante para mí de incontables formas.
Mi gratitud especial a Phil Johnson, quien ha recopilado, combinado, resumido y editado el material en este libro, trasladándolo desde esos cientos de sermones a unas 250 páginas de prosa. Cuando se trata de captar la pasión y la sustancia de tantos sermones en tan pocas páginas, ayuda tener a un editor de igual parecer, y Phil es, definitivamente, así.
Gracias también, como siempre, a Brian Hampton, Bryan Norman, y a todo el equipo de Thomas Nelson por su ayuda, aliento y paciencia mientras este libro estaba en proceso. Gracias también a Robert Wolgemuth y su equipo, cuya ayuda y perspectivas han sido un apoyo indispensable para mí en mi ministerio mediante la página impresa durante ya varios años.
— JOHN MACARTHUR
La idea de escribir este libro se me ocurrió hace un par de años cuando estaba haciendo investigación para Verdad en guerra y simultáneamente predicando del Evangelio de Lucas. El libro que yo estaba escribiendo era un estudio del versículo 3 de Judas (que contendáis ardientemente por la fe), que es un claro mandato a luchar por la verdad que nos ha sido entregada. Yo estaba tratando las implicaciones de ese texto a la luz de cambiantes actitudes evangélicas acerca de la verdad y la certeza. También quería examinar la influencia del posmodernismo, el minimalismo doctrinal y varias tendencias emergentes dentro del movimiento evangélico contemporáneo. Por tanto, antes de comenzar a escribir pasé muchos meses leyendo toda la literatura que pude encontrar y que representase puntos de vista postevangélicos.
Un tema común sobresalía en los libros que yo estaba leyendo. Todos ellos sugerían, de algún modo u otro, que si los cristianos quieren alcanzar a personas no creyentes en una cultura posmoderna, necesitamos ser menos militantes, menos agresivos, menos dados a sermonear, y estar menos seguros de nuestras propias convicciones. Según esos autores, los cristianos deberían abordar otras perspectivas sobre el mundo con conversación, y no con conflicto. Todos los escritores tendían a hacer un excesivo hincapié en la supuesta importancia de ser siempre tan agradable como sea posible. Más o menos suponían que una amigable búsqueda de terreno común y mutua buena voluntad es siempre moralmente superior a cualquier tipo de sincera contención. A veces parecía como si ellos no pudieran imaginar otra cosa más inútil, o más despreciable, que a cristianos participando en batallas polémicas sobre nuestros artículos de fe.
Esos libros también mostraban un fuerte prejuicio contra cualquier tipo de certidumbre. Todos sus autores parecían profundamente molestos por el hecho de que, en el actual clima intelectual, los no creyentes normalmente piensan que los cristianos sonamos arrogantes y estrechos de mente cuando declaramos que la Biblia es infaliblemente verdad y que Jesús es Señor sobre todas las cosas. Se sentían especialmente incómodos con la idea de decir que otras religiones son falsas.
En cambio, decían ellos, nosotros deberíamos aceptar y adaptarnos al cambio en las actitudes seculares hacia la verdad y la certeza. Nuestro diálogo con personas de diferentes creencias y perspectivas opuestas ahora tiene que ser un intercambio en el que se hagan concesiones mutuas. Eso significa escuchar con comprensión, ser siempre flexible con nuestro propio punto de vista, afirmar tanto como podamos, estar más de acuerdo que en desacuerdo, evitar con cuidado puntos de verdad que puedan ofender, y buscar siempre un terreno común.
En otras palabras, debido a que vivimos en una cultura muy complicada pero con retos epistemológicos, la certeza en cuanto a cosas espirituales automáticamente da la impresión de ser, o bien arrogante o bien ingenua. Deberíamos, por tanto, enfocar ahora las diferentes perspectivas sobre la fe como pacificadores en lugar de cómo predicadores. Algunos llegaban hasta el extremo de sugerir que hasta nuestros servicios de adoración colectivos deberían mostrar un diálogo abierto sobre varios puntos de vista en lugar de ser un sermón en el que una persona simplemente expone lo que la Biblia enseña. También decían que necesitamos estar preparados desde un principio para hacer concesiones como parte del proceso de diálogo. En palabras de un escritor:
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