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Gustave Flaubert - Diccionario de los lugares comunes

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Gustave Flaubert Diccionario de los lugares comunes
  • Libro:
    Diccionario de los lugares comunes
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1911
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Diccionario de los lugares comunes: resumen, descripción y anotación

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Abelardo.- Es inútil tener la más mínima idea acerca de su filosofía, e incluso conocer el título de sus obras. Hacer alusión discreta a la mutilación que Faulbert operó en él. Tumba de Eloísa y Abelardo: si se os demuestra que es falsa, exclamad: «¡Me quitáis mis ilusiones!».

Abnegación.- Quejarse de que los demás no la posean. «Somos muy inferiores al perro en este aspecto».

Abogados.- Demasiados abogados en la Cámara de Diputados. Formulan apreciaciones torcidas. Decir de un abogado que habla mal: «Sí, pero sabe mucho Derecho»

Absalón.- Si hubiera llevado peluca Joab no habría podido matarlo. Nombre chistoso para darle a un amigo calvo.

Academia Francesa.- Denigrarla, pero tratar de ingresar a ella si se puede.

Aceite de Oliva.- Nunca es bueno. Hay que tener un amigo en Marsella para que os envíe un tonelito.

Accidente.- Siempre deplorable o molesto (como si nunca se debiera considerar una desgracia como algo divertido…).

Actrices.- La perdición de los hijos de buena familia. Son de una lubricidad pavorosa, se dedican a las orgías, derrochan millones, terminan en el hospital, ¡Perdón! ¡Hay algunas que son buenas madres de familia!

Adioses.- Poner lágrimas en la voz al hablar de los adioses de Fontainebleau.

Adolescente.- Siempre se debe comenzar un discurso de entrega de premios por «Jóvenes adolescentes…» (lo que resulta un pleonasmo).

Aduana.- Uno se debe rebelar contra ella y defraudarla. (V. oficina de consumos).

Adulador.- No olvidar nunca la cita: Detéstables flatteurs, présent le plus funeste / Que puisse faire aux rois la colere celeste!, o bien: Apprenez que tout llatteur / Vit aux dépens de celui qui l’écoute.

Afeites.- Estropean la piel.

Agente.- Término lúbrico.

Agotamiento.- Siempre prematuro.

Agricultura.- Una de las tetas del Estado (el Estado pertenece al género masculino, pero no importa). Se la debería estimular. Falta de brazos.

Agua.- El agua de París provoca cólicos. El agua de mar sostiene para nadar. El agua de Colonia tiene rico olor.

Ahorros.- (Caja de). Ocasión de robo para el servicio doméstico.

Aires.- Desconfiar siempre de las corrientes de aire. Invariablemente el fondo del aire está en contradicción con la temperatura: si ésta es calurosa, el aire es frío y viceversa.

Ajedrez.- (Juego de). Microcosmos de la táctica militar. Todos los grandes capitanes jugaban muy bien al ajedrez. Demasiado serio como juego, demasiado frívolo como ciencia.

Ajenjo.- Veneno super-violento: un vaso y perecéis. Los periodistas lo beben mientras escriben sus artículos. Mató más soldados que los beduinos.

Ajo.- Mata las lombrices intestinales y predispone a las luchas amorosas. Con él fueron frotados los labios de Enrique IV en el momento de venir al mundo.

Alabastro.- Sirve para describir las partes más hermosas del cuerpo de la mujer.

Albarda.- En Suiza todos los hombres llevan albardas.

Albion.- Siempre precedida de blanca, pérfida, positiva. Faltó bien poco para que Napoleón la conquistara. Elogiarla: la libre Inglaterra.

Alcalde de la aldea.- Siempre ridículo. Se considera insultado cuando se lo llama empleado municipal.

Alcibíades.- Célebre debido a la cola de su perro. Tipo de libertino. Frecuentaba a Aspasia.

Alcoba.- En un viejo castillo: Enrique IV siempre pasó una noche en ella.

Alcoholismo.- Causa de todas las enfermedades modernas. (V. ajenjo y tabaco)

Alegría.- La madre de los juegos y de las sonrisas. No se debe hablar de sus hijas. Siempre acompañada de loca.

Alemanes.- Pueblo de soñadores (obsoleto). No es sorprendente que nos hayan derrotado: ¡no estábamos preparados!

Alemania.- Siempre precedida de rubia, soñadora… Pero ¡qué organización militar!

Algodón.- Es útil especialmente para los oídos.

Aliento.- Tener un aliento fuerte otorga distinción. Evitar las alusiones sobre las moscas y afirmar que proviene del estómago.

Alimento.- Siempre sano y abundante en los colegios.

Almejas.- Siempre indigestas.

Almirante.- Siempre valiente.

Almohada.- No usarla nunca, porque hace que uno se vuelva jorobado.

Almuerzo de solteros.- Requiere ostras, vino blanco y cuentos verdes.

Ambición.- Siempre precedida de loca, cuando no es noble.

Ambicioso.- En provincias, todo hombre que hace hablar de sí mismo. «¡Yo no soy ambicioso!», quiere decir egoísta o incapaz.

América.- Buen ejemplo de injusticia. Colón la descubrió y se la llama así a causa de Américo Vespucio. Sin el descubrimiento de América no habríamos tenido la sífilis ni la filoxera. Exaltarla, a pesar de todo, especialmente cuando no se la conoce. Recitar un monólogo sobre el self-government.

Andrócles.- Citar al león de Andrócles a propósito de los domadores.

Ángel.- Queda bien en el amor y en la literatura.

Anillo.- Muy distinguido si se lleva en el dedo índice. Colocarlo en el pulgar es demasiado oriental. Usar anillos deforma los dedos.

Anteojos.- Insolentes y distinguidos.

Anticristo.- Voltaire, Renán…

Antigüedad y todo lo que se relaciona con ella.- Trivial, molesto.

Antigüedades (las).- Siempre son de fabricación moderna.

Aparador.- Indispensable en casa de una muchacha bonita.

Aplomo.- Siempre seguido de infernal o precedido de rudo.

Aquiles.- Agregar «el de los pies ligeros»: eso permite hacer creer que uno ha leído a Homero.

Arenques.- La fortuna de Holanda.

Aristocracia rural.- Mostrar el desprecio más soberano hacia ella.

Arpa.- Produce armonías celestiales. En los grabados, solamente se toca entre las ruinas o al borde de un torrente. Desarrolla el brazo y la mano.

Arquímedes.- Decir a propósito de su nombre: «¡Eureka! Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo». También existe el tornillo de Arquímedes pero nadie se ha preocupado por saber en qué consiste.

Arquitectos.- Todos imbéciles. Siempre olvidan la escalera de las casas.

Arquitectura.- Sólo hay cuatro órdenes de arquitectura. Por supuesto, no se cuentan el egipcio, el ciclópeo, el asirio, el hindú, el chino, el gótico, el romano, etc.

Arrabales.- Terribles en las revoluciones.

Arsénico.- Se encuentra en todas partes (recordar a Madame Lafarge). Sin embargo; hay pueblos que lo comen.

Arte.- Lleva al hospital; y lo peor es que no sirve de nada, pues se lo reemplaza por la mecánica, que produce ,mejor y más rápido.

Artistas.- Todos farsantes. Ponderar su desprendimiento (obsoleto). Asombrarse de que se vistan como todo el mundo (obsoleto). Ganan sumas fabulosas, pero las tiran por la ventana. Se los invita con frecuencia a cenar afuera. La mujer que es artista no puede resultar sino una ramera. Lo que hacen no se puede llamar trabajar.

Asesino.- Siempre cobarde, incluso cuando ha sido intrépido y audaz. Menos culpable que un incendiario.

Aspid.- Animal conocido por la cesta de higos de Cleopatra.

Astronomía.- Hermosa ciencia. Sólo es útil para la marina. A este respecto, reírse de la Astrología.

Ateo.- Un pueblo de ateos no podría sobrevivir.

Atuendo.- (de las mujeres). Perturba la imaginación.

Autor.- Se debe «conocer autores»; es inútil saber sus nombres.

Avestruz.- Digiere las piedras.

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Bachillerato.- Protestar en su contra.

Baile.- Ya no se baila, se camina.

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