EL BICENTENARIO DE LA
POLÍTICA EXTERIOR PERUANA Y
SU PROYECCIÓN EN UN MUNDO DE CAMBIOS
Capítulo II
La política exterior del Perú en el siglo XXI
(2001-2020)
1. La consolidación de la institucionalización de Torre Tagle
El nuevo siglo marcaría también otros avances en la afirmación de la institucionalidad de Torre Tagle. Estos fueron básicamente de dos tipos: por un lado, se incorporaron nuevas aristas en la función diplomática y, por otro, se reformularon su estructura y organización.
1.1. Nuevas aristas de la diplomacia en el siglo XXI
Con relación a las nuevas aristas de la diplomacia, a partir del año 2002, se introdujeron nuevas perspectivas, énfasis y/o temas de la función diplomática. Así, se fortaleció la denominada diplomacia económica —iniciada en los años noventa— destinada a que la Cancillería enfatice su rol de acción externa para promover el incremento del comercio exterior y de las inversiones extranjeras, elevar el nivel de competitividad de las empresas, buscar nuevos mercados, promover el turismo, etc.
Para lograr esta meta, el Ministerio de Relaciones Exteriores debía coordinar con otros sectores del Estado y con la empresa privada (MRE, 2006, p. 29), fortalecer su Dirección General de Promoción Económica y contar con un conjunto de agentes comerciales, que en un principio estuvieron a cargo de la Cancillería, para luego ser incorporados en la estructura del recién creado Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR).
Asimismo, el ministerio debía desarrollar una diplomacia social , de forma tal de aportar a la lucha contra la pobreza en el país, promoviendo la captación de donaciones y cooperación internacional no reembolsable, bilateral y multilateral, proveniente de Estados u organizaciones internacionales, destinadas a proyectos de desarrollo y lucha contra la pobreza, contando para ello con una unidad especializada como la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI), creada en abril de 2002 (MRE, 2006, p. 30).
Como señala Bruce (2017, p. 87), en el período 2001-2006, la diplomacia social, por primera vez, se convirtió expresamente en un objetivo de la política exterior del Perú, aunque muchos de sus componentes no eran nuevos. El Perú entendió que sus gobiernos debían concentrar sus recursos en ayudar a los ciudadanos a combatir la pobreza a través de una mayor participación en organismos multilaterales relacionados con el desarrollo socioeconómico, siendo el embajador Manuel Rodríguez Cuadros uno de sus principales impulsores, desde su cargo como viceministro y posteriormente como ministro de Relaciones Exteriores (diciembre de 2003 a agosto de 2005).
De otro lado, se estableció la necesidad de desarrollar una diplomacia descentralizada , a efectos de incorporar las necesidades y demandas del interior del país en el trabajo de la Cancillería, cuyos pobladores ya no tendrían que recurrir a la ODE de Cajamarca.
En estas oficinas se desarrolla una labor de asesoría y capacitación en las áreas de responsabilidad del ministerio tales como desarrollo fronterizo, cooperación y promoción comercial, turismo e inversiones, etc., así como también se les brinda servicios desconcentrados que les ahorre la necesidad de desplazarse a Lima. Según el art. 135 del Reglamento de Organización y Funciones (ROF) del Ministerio de Relaciones Exteriores, funcionalmente dependen de la Dirección de Desarrollo e Integración Fronteriza y son responsables de impulsar la ejecución de la estrategia de desarrollo fronterizo del país.
Si bien desde el siglo XX, la Cancillería contaba con agregadurías culturales, en el nuevo siglo se ha estructurado, desde 2003, una diplomacia cultural. La cultura, como manifestación por excelencia del soft power de un país, ha cobrado cada vez más importancia como estrategia de influencia o penetración en la política exterior de muchos Estados (véase por ejemplo el caso de Turquía o Corea del Sur, con sus telenovelas o el K-pop, respectivamente), lo que resulta más relevante en países como el Perú, que cuentan con una cultura milenaria. Al respecto reflexiona el embajador Belevan-McBride (2015):
En un libro imprescindible sobre la materia intitulado Cultural Diplomacy , sus coautores, Kirsten Bound, Rachel Briggs, John Holden y Samuel Jones señalaban en el 2007 que, a través de la historia de la humanidad, las personas “han usado la cultura para introducirse a sí mismas, para asentar su poder y para entender a los demás”. Pero recién en la segunda mitad del siglo XX fue que Willy Brandt, Bundeskanzler alemán, denominó a la cultura el tercer pilar de las relaciones interestatales, al lado de dos otros cimientos fundamentales para el resurgimiento en los años sesenta de Alemania Federal, la seguridad y la economía. (p. 72)
Hoy en día, la diplomacia cultural implementada por la Cancillería se preocupa por promover y difundir en el exterior los principales valores y las expresiones más sobresalientes de la cultura peruana, trabajar para la recuperación de nuestro patrimonio cultural (existen aproximadamente 15 mil piezas peruanas en proceso de reclamación) y para la creación de industrias culturales.
Para ello, se aprobó el Plan de política cultural en el exterior (28 de mayo de 2003), el reglamento para agregados, promotores y consejeros culturales del Perú en el exterior (27 de julio de 2004), y se creó una partida de promoción cultural, amén de la inauguración del Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, en la histórica Casa Aspíllaga, en julio de 2005 (MRE, 2006, pp. 33 y 68).
1.2. Estructura y organización del Ministerio de Relaciones Exteriores
El nuevo siglo no solo trajo la incorporación de nuevos roles para la diplomacia peruana sino que también se desarrolló una serie de normas destinadas a fortalecer la estructura y organización del ministerio y garantizar así la institucionalidad.
Así, el 18 de octubre de 2003, siendo nuevamente el embajador Allan Wagner canciller, se promulgó una nueva ley del servicio diplomático, Ley Nº 28091, mediante la cual se reafirmaron las funciones del ministerio que habían sido señaladas desde las legislaciones de 1978 y 1992 (tales como: promover, coordinar y ejecutar la política exterior; representar al Estado ante la comunidad internacional; velar por la soberanía de intereses nacionales; conducir la negociaciones internacionales del Estado; y, asistir, proteger y defender los derechos de los nacionales), sino también se especificaron y señalaron algunas nuevas. En este sentido, la ley de 2003 estableció la obligación de promover y proteger en el exterior los derechos e intereses del Perú tanto de orden político, económico y comercial, como también cultural. Además, añade funciones referidas al fortalecimiento de la imagen del Perú, la promoción y gestión de la cooperación internacional para el desarrollo, y la promoción de la participación de la sociedad en asuntos de materia internacional, acorde con las nuevas aristas desarrolladas en el punto anterior.
Es importante resaltar que la Ley Nº 28091 reinstauró los derechos y deberes de los funcionarios, los cuales habían sido eliminados en la legislación de 1992, lo que constituyó un valioso aporte para la afirmación de la institucionalidad de Torre Tagle.
Así, en cuanto al ingreso al servicio diplomático, la nacionalidad peruana de origen seguirá manteniéndose como requisito y la Academia Diplomática como la vía exclusiva para este fin. Se especificó que la Academia es un centro profesional en relaciones internacionales, diplomacia y gestión pública externa. En cuanto a su formación, se indicó que esta debe ser integral, multidisciplinaria e inclinarse a la especialización; y como sus áreas de trabajo se establecieron la político-jurídica, la económica-comercial y la consular.
Por otro lado, la norma señala que la acción del servicio es dirigida por el ministro, pero es el viceministro secretario general el jefe del servicio diplomático, es decir, retoma lo establecido por la ley de 1981 y que había sido eliminada por la de 1992. Además, se señala que, por ser el jefe, preside la Comisión de Personal del servicio. Esta norma ha sido de particular importancia para garantizar la continuidad de la política exterior peruana, no obstante los cambios de gobierno y de ministros de Relaciones Exteriores. El hecho de que el viceministro sea necesariamente diplomático garantiza una visión y conducción profesional. De igual forma, consagrar que el viceministro necesariamente diplomático sea el jefe del servicio garantiza también el fortalecimiento institucional alejando al servicio de manipulaciones políticas.
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