A mi mujer, Cele; a mi hija, Tatiana; a mis padres, mi hermano Pepe y mis antepasados; a mi familia política por su amor; a mis maestros, pacientes, alumnos, colegas, compañeros y compañeras de viaje, expareja, amores, amigos, amigas y familiares, y a todas las personas que en mi largo camino me permitieron y permiten hacer conscientes las emociones.
Prólogo
Jorge Zentner
¿Qué dos emociones sentí cuando Marcelo Antoni me propuso trabajar juntos en un libro sobre las cuatro emociones básicas? (Como veremos, las emociones siempre aparecen a pares y en ellas es posible diferenciar tres niveles).
En primer lugar, sentí alegría .
Nivel corporal de mi alegría: un «subidón» de calor en el pecho y en las sienes, y el impulso de compartirlo con las personas de mi entorno afectivo.
Nivel emocional: curiosidad y profundo agradecimiento.
Nivel cognitivo («¿qué me dije?»): «Es para mí una oportunidad extraordinaria».
Me encontraba, sí, ante una gran oportunidad, porque la realización del libro abría un nuevo rumbo en la relación con Marcelo, que a lo largo de seis años se había desarrollado en el marco de un proceso terapéutico en el que yo era su paciente. Por otra parte, su ofrecimiento me brindaba la posibilidad de explorar, sin reservas, el sustrato teórico de la vasta experiencia de Marcelo en la práctica psicoterapéutica; me disponía, sin duda, a vivir una «formación personalizada intensiva». Por último, su propuesta me permitía desenterrar mis viejos oficios de periodista y escritor, para hacerlos respirar, latir nuevamente junto a mi actual profesión de terapeuta.
Debo añadir que el ya mencionado sentimiento de profundo agradecimiento me ha acompañado durante toda la realización de este trabajo y permanece intacto ahora, cuando el libro ha llegado a su fin.
La otra emoción que sentí fue miedo .
Nivel corporal: enfriamiento, contracción muscular, leve rigidez o tensión en la parte posterior del cuello y en la espalda.
Nivel emocional: se hizo patente con cierta inseguridad sobre mi capacidad para desarrollar la tarea; dudas de mí mismo.
Nivel cognitivo («¿qué me dije?»): «¡En qué lío me estoy metiendo! ¡¿De dónde sacaré tiempo para hacerlo…?!».
Tras aceptar la invitación pasé a reflexionar sobre la forma que debía adoptar la obra que deseábamos emprender. Comprendí que se trataba de generar un espacio en el cual la voz de Marcelo pudiera desplegarse sin trabas. En el texto que iba a escribir tenía que dominar la primera persona del singular, el tono de Marcelo, su energía. De ser posible… incluso su respiración. Lo más adecuado, pues, era abordar el trabajo como si se tratara de una larga entrevista en la que yo desempeñaría la función de —en palabras de Marcelo— terapeuta-editor, o traductor-terapeuta.
Así, a lo largo de más de dos años, hemos abordado la nada fácil tarea de buscar huecos en nuestras agendas; de esos encuentros surgieron incontables horas de conversación frente a una grabadora. La colaboración de Daniela Yacub para transcribir estos diálogos ha sido inestimable, tanto por la eficiencia de su tarea como por la diligencia con que la realizó. Mi agradecimiento la incluye.
Ya en aquella primera charla telefónica, Marcelo afirmó que no era su intención hacer aportaciones novedosas o revolucionarias al tema de las emociones. Solo deseaba reunir y dar forma al abundante material recogido por él en varias décadas de trabajo, y que ya venía transmitiendo a través de talleres, seminarios y cursos formativos:
Hagamos un libro de divulgación, para un público muy amplio. Un libro que sea accesible a cualquier persona que tenga curiosidad e interés por lo que siente, por lo que vive. No nos dirijamos solo a individuos especializados, que estén en terapia o vivan algún proceso de autoconocimiento. Si logramos que este libro aporte algo a la toma de conciencia de las emociones que se experimentan y al tipo de gestión que cada uno hace de ellas, cumpliremos el objetivo.
Aclaró también que, por la misma razón, no se trataba de realizar un texto de perfil académico, con el habitual y riguroso cuerpo de referencias bibliográficas.
En distintos momentos me apoyaré en aportes de diversos autores —Humberto Maturana, Freud, Jung, Wilhem Reich, Lacan…—, pero no serán palabras exactas, extraídas de tal o cual libro. Yo manifestaré lo que libremente interpreto de sus obras. Será más lo que yo entiendo que lo que ellos dicen. No sé de manera exacta en qué medida seré fiel al pensamiento de estos u otros autores; serán solo referencias, nunca citas literales.
Esas fueron, pues, las premisas con las que emprendimos el trabajo.
El material que ofrecemos ahora representa más o menos un tercio de lo que quedó grabado durante nuestros encuentros. Y es que muchas frases o preguntas han dado lugar a largos intercambios de gran interés, sin duda, para dos psicoterapeutas, pero que exceden el marco que nos habíamos fijado. Lo mismo puede decirse de las diversas prácticas de meditación, visualización, respiración o trabajo corporal que hemos realizado al hilo de lo que la conversación hacía surgir. Experiencias, en fin, que han formado parte de la «cocina» de esta obra, cuya realización ha sido para ambos un auténtico «trabajo práctico» sobre las cuatro emociones básicas. Al escribir el libro —al ir descubriéndolo y desarrollándolo— hemos realizado permanentemente un ejercicio que consiste en: reconocer momento a momento lo que íbamos sintiendo, y gestionar de la manera más eficaz posible —con los límites propios de cada uno— eso que sentíamos.
¿Qué dos emociones siento ahora, cuando el libro ya está terminado?
En primer lugar, alegría .
Nivel corporal: un suave calor en el pecho, una sensación de dulce dilatación en el plexo y el impulso de compartir esto con las personas de mi entorno afectivo.
Nivel emocional: curiosidad por el eco que este trabajo pueda tener en los lectores, y el profundo agradecimiento a Marcelo.
Nivel cognitivo («¿qué me digo?»): «¡Ah… final de un largo viaje! ¡Valió la pena!».
La otra emoción que siento es tristeza .
Nivel corporal: cierto estado de «blandura» interna y un vacío gris en las tripas.
Nivel emocional: soledad… un poco de desorientación; sentimiento de pérdida.
Nivel cognitivo («¿qué me digo?»): «Se acabó… ¿Y ahora qué…?».
Barcelona, 1 de enero de 2012
Capítulo I
¿Qué es una emoción?
Miedo, rabia, alegría, tristeza. Estas son las cuatro emociones que consideramos básicas, por tratarse de vivencias internas comunes a personas de muy distintas épocas, lugares y culturas, pero también —y especialmente— porque desempeñan un papel protagónico en el desarrollo psíquico de todo individuo y de la especie humana en general.
¿Qué es una emoción?
En principio, una emoción es información. Información «íntima», podríamos decir, un aviso respecto a qué me está pasando en este momento; un toque de atención que sitúa a cada uno en el presente, pues —como acabamos de señalar— está referida a lo que vivimos y sentimos ahora, en este instante concreto.