Todo proyecto educativo ha de partir de dos ideas básicas: proporcionar igualdad de oportunidades y conseguir sacar lo mejor de cada alumno.
Para lo primero la educación digital es el instrumento más eficaz; llegar a muchos..., a todos, con la misma calidad de contenidos, con el mejor profesional que los imparta, con una actualización asegurada e inmediata y con un menor coste económico. La educación nos iguala. La educación digital lo hará posible.
Sacar lo mejor de cada alumno no será difícil si desarrollamos su resiliencia, si conseguimos que tenga una alta autoestima, que se sienta seguro y bueno en lo que hace, si se le proporciona, además de conocimientos, la posibilidad de desarrollar su creatividad, si fomentamos su proactividad, lo que Irene llama «capacidad de despegue». Hay que ponderar aquello que hace bien y darle oportunidades para demostrarlo y, sobre todo, procurar que sea generoso, tolerante y respetuoso con los demás; en definitiva, una buena persona.
Es necesario que se afronten los nuevos retos de la educación actual y que se desarrollen dinámicas educativas que contribuyan a formar personas capaces de participar activamente en la sociedad, sujetos preparados para resolver con posibilidades reales de éxito las inevitables dificultades de la vida.
Este libro va dirigido a padres y docentes para que, con su esfuerzo y dedicación, orienten y guíen a niños y jóvenes para que tengan un futuro mejor. Me gustaría que, pasado un tiempo, al retomar su lectura, observen que sus consejos han servido para conseguir una mejora sustancial en sus hijos y alumnos y ello les motive para continuar con su importante labor.
Introducción
El hombre feliz no es el hombre que ríe, sino aquel cuya alma llena de alegría y confianza, se sobrepone y es superior a los acontecimientos.
L UCIO A NNEO S ÉNECA
¿Qué queremos conseguir con este libro?
Que Marta se quiera a sí misma, que Miguelito no llore porque no ha sacado sobresaliente en «cono», que Ana sepa en qué es buena y en qué no lo es tanto, que Eugenia se ponga en el lugar de su amigo Gonzalo cuando no entiende las «mates», que Pedro sepa expresar sus emociones sin temor a las reacciones de los demás, que no se rían de Alejandro en clase cuando hace una pregunta, que Berta se tome la vida con más sentido del humor y se ría de sí misma, que Ramón se adapte a su nuevo cole y a sus nuevos amigos, que a Beatriz no le riñan por ser diferente, que Ignacio entienda que no todo tiene que salir bien, que María comprenda que no puede hacer ni decir siempre lo que quiere, que Guille esté seguro de que gana quien se esfuerza, que Nathaniel sepa que no está solo, que José Luis entienda que es necesario poner voluntad en todo lo que emprenda, que Sandra haga los deberes y que se equivoque y admita la corrección, que Pablo busque la solución a sus problemas aun sabiendo que podrían ayudarle, que Adrián sepa que puede llegar a donde quiere si se lo propone, que Yago se invente historias y que las pueda contar en clase, que Belén descubra y valore las cualidades de su amiga Carolina, que Mimí no diga constantemente que se aburre y aprenda a entretenerse sola, que Eduardo supere la muerte de su abuela y la recuerde solo con cariño y no esté triste, que Javier entienda que sus padres no están juntos y que él no tiene la culpa, que Lourdes sea capaz de contar que tiene problemas en su colegio, que Pilar no se encuentre fea y gorda y que se quiera como es, que Arturo no dude de si lo que hace está bien o mal, que Cristina esté convencida de que si hace bien su trabajo se va a sentir mejor... en definitiva, que seamos capaces de conseguir que nuestros niños y niñas sean más resilientes y estén mejor preparados para salir adelante en cualquier circunstancia.
¿Resiqué? Resiliencia
Todos hemos vivido momentos malos o incluso buenos pero estresantes. ¿Y cuál ha sido nuestra reacción? Pues «hacer de tripas corazón» y tirar para delante. Lo que probablemente no sabíamos es que estábamos utilizando nuestra resiliencia.
La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades, aprender de ellas, superarlas y conseguir un beneficio o cambio para mejorar. La Real Academia Española (RAE) recoge este término en la edición de su diccionario de 2010: «La resiliencia, del verbo latino resilio, resilire (“saltar hacia atrás”, “rebotar”), se define como la capacidad para afrontar la adversidad y lograr un mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés».
Miguel de Cervantes nos ofrece una definición de resiliencia con el consejo certero que don Quijote da a Sancho: «Saca fuerzas de flaqueza».
La resiliencia es una capacidad y, por tanto, se puede aprender; no elimina riesgos o situaciones adversas, sino que ayuda a enfrentarse a ellos con eficacia y resolución. Supone utilizar recursos propios para reaccionar de manera positiva; es, en definitiva, saber afrontar y resolver problemas, pero también salir reforzado de estas situaciones límite.
El desarrollo de la resiliencia nos puede ayudar en todo nuestro proceso evolutivo. Es clave en la escuela, en el trabajo, en las relaciones de pareja, en las etapas difíciles de nuestra vida. Nos ayuda a ser mejores personas, a crecer, a salir adelante y a vencer la adversidad. Y también, y sobre todo, es útil para andar por la vida, pues incluso en situaciones o acontecimientos positivos necesitamos «esta capacidad de despegue».
Como dice Gregory Cajina: «Sea duro pero maleable como el metal, cree contactos, quítese los anillos para que no le preocupe que se le caigan, fórmese permanentemente, mueva el trasero a menudo de su confortable y calentita (y reconvertida a impredecible) rutina, y, paradójicamente, estará más seguro».
¿Cómo es la persona resiliente?
Ante situaciones similares no todo el mundo reacciona igual. Por ejemplo, ante una crisis hay quien se derrumba y no se recupera, hay quien se esfuerza y sale adelante, y hay quien, además, aprovecha los momentos críticos para adaptarse a las nuevas circunstancias y cambiar para mejorar. Todo depende de cuál sea nuestra capacidad de resiliencia. Es cierto que hay personas genéticamente predispuestas a ser resilientes, como las que tienen facilidad, por ejemplo, para hablar en público, pero es igual de cierto que quien no tiene esta habilidad puede aprenderla. La resiliencia se puede desarrollar y adquirir.