Introducción
Este ensayo intenta ser un antídoto frente al «pensamiento único», como también, frente al «pensamiento débil» que oculta su incapacidad para explicar las cosas, tras una maraña de datos, cifras y anécdotas superficiales. Por otra parte, se trata de una colaboración intelectual desde visiones muy distintas de la realidad, pero con una cosa en común: la convicción de que nadie tiene toda la verdad cogida por el rabo, de que se puede debatir sin insultar, discrepar sin descalificar e, incluso, de que se puede llegar a acuerdos racionales a partir de posiciones diferentes. Esa es la esencia de la democracia occidental a la que tanto ha contribuido el pensamiento liberal, como el socialdemócrata, a lo largo de la historia.
Este libro está escrito con un planteamiento integrado, que permite contemplar en un solo texto una aproximación general y sencilla de cómo se contempla desde los presupuestos teóricos de la socialdemocracia y del liberalismo clásico la mayor crisis registrada por la economía mundial desde los años treinta de la pasada centuria.
Se integra en él una secuencia lógica las conexiones teóricas y empíricas entre la crisis financiera y económica internacional y la española. Aunque es evidente e innegable la influencia de una sobre otra, la economía nacional presenta rasgos comunes y diferenciales con lo acaecido en otros países, lo que hace de ella un objeto de análisis del máximo interés. Desde esta perspectiva, España ha constituido y constituye una especie de banco de pruebas en el que a la escala de una pequeña economía abierta se han testado tanto los efectos de la Gran Recesión como las respuestas de política económica empleadas para combatirla con mayor intensidad que en otras economías desarrolladas.
Nos interesa mostrar a los lectores y a la opinión pública, las coincidencias y las discrepancias de la lectura de la crisis ofrecida por el pensamiento socialdemócrata y el liberal. Si bien existen nítidas diferencias entre uno y otro, sobre todo, a la hora de enfocar el origen de la Gran Recesión y los medios de abordarla, también es verdad que existen coincidencias sustanciales en el diagnostico de los problemas y, también, existen acuerdos significativos en medidas concretas de política económica que relativizan las tesis sobre lo que podría parecer una radical e insoluble incompatibilidad entre los planteamientos de los autores. En este punto, es muy significativo que los dos autores tengamos marcadas señas de identidad ideológica.
Desde esta perspectiva se ha querido presentar un ensayo centrado, huyendo de los planteamientos maximalistas con los que se suelen analizar desde los sectores extremos de cierta socialdemocracia y de cierto liberalismo la Gran Recesión mundial y española. Este enfoque resulta útil en un momento en el que el debate nacional sobre la crisis y sobre las fórmulas para salir de ella adolece en muchas ocasiones de una falta de sosiego que impide o dificulta contemplar la realidad desde el prisma de la racionalidad.
Lo hemos escrito desde un diálogo constructivo entre dos personas con visiones diferentes de cómo funciona el mundo y la sociedad. En el centro del mismo se sitúa el papel asignado al Estado en la economía y en la sociedad. Aunque las posturas de los autores son o quieren ser siempre matizadas, huir de la caricatura, lo cierto es que uno asigna la causa de la crisis a los «excesos» del mercado mientras el otro la considera una consecuencia de los «excesos» del Estado.
Desde esta óptica, este trabajo constituye una reafirmación, tranquila pero firme, de los dos idearios que constituyen el fundamento de las democracias modernas.
Por último, hemos pretendido huir del lenguaje para iniciados y de la carga estadística y adoptar un lenguaje y un estilo claro, directo y sencillo que sea accesible a cualquier lector educado. Es un libro de economía política en el sentido tradicional del término y aspira a hacer llegar al gran público la historia apasionante y dramática de la Gran Recesión que desde 2007 sacude al mundo. Quiere ser también un libro optimista porque cree en la capacidad de las sociedades y de las economías modernas de reinventarse a sí mismas aunque los instrumentos ofrecidos por los autores para conseguir ese objetivo no sean los mismos. Esperamos que el libro resulte para los lectores, tan apasionante y constructivo, como lo ha sido para nosotros escribirlo.
J ORDI S EVILLA y L ORENZO B ERNALDO DE Q UIRÓS
Primera parte
Crisis mundial
Razones de la crisis internacional
Jordi Sevilla
«Cuando los profesionales funcionan por incentivos perversos, los responsables de las finanzas apuestan por la opacidad y el crédito fácil, los controladores no controlan y los ciudadanos consumen sin tope, la crisis está servida. Pero me temo que no hemos aprendido nada.»
A DELA C ORTINA
Tan grave ha sido la cosa que hasta un líder conservador europeo, como Sarkozy, llegó a proponer al G-20, en medio de una oleada de nacionalizaciones masivas de bancos, la necesidad de refundar el capitalismo y acabar con los paraísos fiscales. Es verdad que han sido pocas las voces que se han alzado en demanda de una superación del capitalismo como modelo de sociedad, y que incluso la socialdemocracia ha estado propositivamente bloqueada, cuando no, noqueada. Parecería que desde la caída del comunismo, y salvo episodios anárquicos como los movimientos antiglobalización, casi todos dan por bueno el sistema económico y social que tenemos, limitando el debate a una adecuada regulación del mismo que ayude a paliar sus efectos más nocivos sobre el devenir colectivo. Lo cierto es que la segunda vez en la historia que estamos cerca de esa crisis final del capitalismo anticipada por Marx, parece que ya no queda nadie dispuesto a tomar el relevo.
A diferencia de lo ocurrido durante la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, en esta Gran Recesión no hay competencia entre modelos organizativos alternativos de la sociedad y de la economía más allá de matices. La crisis de 1929 se produjo en medio de la consolidación del régimen comunista salido de la Revolución Rusa de 1917 y dividió a los países capitalistas en dos bloques: quienes optaron por la fórmula fascista y quienes decidieron seguir con una democracia parlamentaria debidamente reformada sobre la base del keynesianismo, para dar cabida a las protestas internas de los sindicatos de clase y de las fuerzas políticas de izquierda contra el modelo de capitalismo preexistente.
Quizá ello explique, además de una mayor gravedad de la situación, que el impulso reformista puesto en marcha tanto en el ámbito nacional como internacional, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, fuera infinitamente superior al planteado ahora. La respuesta a esta crisis está siendo más conformista o, quizá, más escéptica respecto a las posibilidades reales de hacer algo radicalmente distinto de aquello que nos ha conducido hasta aquí. Aunque la timidez en las respuestas o incluso el conformismo de las mismas no esté a la altura de la importancia de las preguntas y lo inaceptable de un sistema social y económico que, mal gestionado, pone en cuestión, incluso, la supervivencia del planeta si no hacemos nada para evitarlo.
Veremos cómo, en gran parte, esta ha sido una crisis de sobreendeudamiento. Dicho de otra manera, propiciada por un absoluto predominio del dinero y del crédito como fines en sí mismos, destinados a especular a corto plazo con las necesidades humanas y a adelantar consumos de muchos sectores sociales, por encima de sus posibilidades.
Una crisis iniciada en el corazón mismo del sistema: Wall Street en Estados Unidos. Una crisis en la que ha fallado el mercado pero en la que el Estado tampoco ha estado a la altura, en parte porque ha perdido su carácter de árbitro. Una crisis en la que las crecientes desigualdades sociales, incluso en los países más ricos, siguen existiendo aunque se intenten encubrir mediante el siguiente mecanismo: no te subo el salario ahora, porque reduciría mis tremendos beneficios, pero te doy una parte de los mismos si inviertes tu dinero en acciones y, además, como necesito que consumas más de lo que te permite tu renta actual, te adelanto salarios futuros mediante el recurso a mecanismos sofisticados de crédito.