DR. DAVE ALRED, MBE
El principio de la presión : domina el estrés, aprovecha la energía y ejecuta cuando cuenta / Dave Alred ... [et al.]. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Club House Publishers, 2020.
Archivo Digital: descarga
Traducción de: Guillermo Sabanes.
ISBN 978-987-47332-9-0
1. Deportes. 2. Coaching. I. Alred, Dave. II. Sabanes, Guillermo, trad.
CDD 796.019
CLUB HOUSE Publishers
Un sello de Ediciones Deldragón
Emilio Mitre 71 – 7º B (1424 ) Buenos Aires
República Argentina
EL PRINCIPIO DE LA PRESIÓN
© 2016 , Dave Alred
Edición original en lengua inglesa publicada por Penguin Life, Londres
Traducción: Guillermo Sabanes
Diseño de interior: Laura Restelli
Diseño de cubierta: Rodrigo Broner
Derechos de edición en castellano reservados para América del Sur:
© 2016, Ediciones Deldragón
Primera edición: septiembre 2016
www.edicionesdeldragon.com.ar
ISBN: 978-987-1884-55-1
ISBN: 978-987-47332-9-0 (e-book)
Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
Bajo presión
Al final de una larga y agitada semana de trabajo, has completado por fin el informe. Juntas todas las notas arrugadas que te sirvieron de apoyo en los últimos días y haces con ellas un bollo de papel antes de reclinarte otra vez en tu silla, desde donde lo arrojas hacia el cesto que está en la otra punta de la oficina.
¡Doble! Te felicitas por el tiro perfecto. Todo el mundo es un campeón cuando nadie lo mira.
En eso Juan, un colega, entra con una sonrisa maliciosa. “Una libra a que no lo haces de nuevo”, desafía.
“Acepto”. No hay mucho en juego, tu confianza está en alza y el tiro es posible. Apuntas…
“Eh, apurado, no tan rápido”, interrumpe Juan. “Hagámoslo un poco más interesante”.
Cuando se asoma al pasillo, convoca a todos los demás compañeros del piso y les ofrece apostar. Les dice que es dinero fácil, que nunca volverás a acertar desde seis metros. En minutos, en la oficina hay más gente que nunca y el jarro con el dinero de las apuestas está hasta la mitad. Pero no termina ahí.
En su nuevo rol de corredor de apuestas, Juan hace correr la voz –y las noticias viajan rápido. Antes de que te des cuenta las cosas están fuera de control: la oficina atestada, gente parada en los pasillos y contra las ventanas y las apuestas suben rápido.
“Apuesto cinco”, grita uno.
“Anótame diez”, vocifera otro.
A esa altura ya no puedes retirarte, así que aceptas todas las apuestas. Hasta el CEO interviene, agitando un billete de 50 seguro de que no lo lograrás. La charla es incesante, la tensión crece y el pozo rebalsa un poco más de 1000 libras hasta que Juan decide cerrar las apuestas y, como un umpire de Wimbledon, llama a “Silencio, por favor”.
El rumor desciende. Todas las miradas se clavan en ti. Un tiro para la gloria.
Tomas el bollo de papel –lo sientes extraño entre las palmas– y lo aprietas más, mientras piensas cómo hacer mejor el tiro y qué pasaría si no aciertas. ¡1000 libras! Sientes las manos frías y húmedas, el pecho tenso, el corazón desbocado.
Las miradas de tus colegas te perforan. Este es el momento: el hoyo de la victoria en la Ryder Cup, el penal de último minuto en la final de la Copa del Mundo. Tu oportunidad de hacer historia en la oficina.
Con la boca seca y el estómago hecho un nudo, balanceas el brazo hacia atrás. ¿Cómo fue que lo hice antes? Tratas de visualizar el bollo entrando al cesto mientras llevas el brazo adelante y sueltas la bola de papel, que deja atrás tu mano, y todo el mundo contiene la respiración mientras sigue el arco que dibuja en el aire…
La presión definida
Todos tenemos nuestra definición de presión. Para algunos es la presión de entrevistarse con un nuevo cliente en el trabajo. Para otros es el estrés de llevar adelante su propio negocio. Muchos sobrellevamos la presión de combinar largas horas de trabajo con ser un buen padre o madre en casa y todos conocemos bien la presión de que las cuentas cierren. Pero no solamente podemos identificarnos con esta clase de presión objetiva y seria. Podemos sentir presión cuando conocemos a alguien por primera vez, ya sea en el trabajo o en una ocasión social, incluso hay momentos en que podemos sentirnos agitados por algo que nos parece una tontería, como esperar a que lleguen los invitados a nuestra propia fiesta de cumpleaños. Podemos sentirnos bajo una enorme presión por hacer las cosas bien cuando emprendemos actividades como correr una maratón o actuar en un evento que nos importa –ya sea un torneo de fútbol 5, una obra de teatro local o incluso acertar una bola de papel en un cesto–. La presión puede crear un tipo de sufrimiento muy personal.
Pero aunque signifique diferentes cosas para diferentes personas y pueda afectarnos de muy diversas maneras, todos reconocemos sus efectos en nosotros y los demás. Las personas bajo presión casi siempre traslucen síntomas. Algunas son mejores que otras para manejarlos u ocultarlos, pero sabemos reconocer sus marcas. Y fuera de nuestro círculo social, cuando miramos deportes, películas y programas de televisión, podemos verla delante de nuestros ojos, sus señales nos resultan familiares, tanto en el jugador que busca meter la última bola negra para ganar el campeonato mundial de snooker, como en el héroe de acción que busca desactivar una bomba –y todo porque sentimos presión en nuestra propia vida, aunque por lo general en un escenario más modesto y en circunstancias menos peligrosas–. Los deportes y las películas magnifican las tensiones que ya conocemos a través de nuestra experiencia de primera mano.
Presión significa algo diferente para cada uno, ¿cómo podemos, entonces, comenzar a definirla con claridad para que todos podamos entenderla? Podríamos pensar en el diccionario como un buen punto de partida, pero no nos resultaría difícil perdernos en medio de las diversas definiciones que no representan el núcleo de lo que sentimos cuando nos enfrentamos a la presión. Allí es donde deberíamos dirigir la atención. Lo que nos concierne son los efectos de la presión, aquellos que nos inhiben. ¿Cómo es que algunas personas logran un gran rendimiento en el momento que importa mientras que otras se derrumban visiblemente ante el esfuerzo?
Ansiedad, aceleración del ritmo cardíaco, sudor, sentir los hombros o el cuello “duros”, dolor de cabeza, cosquilleo en el estómago y náuseas son solo algunos de los síntomas físicos que podemos experimentar como resultado de la presión. Los efectos mentales también pueden ser pronunciados: la confianza, concentración, memoria, control de las emociones, toma de decisiones, sentido de perspectiva, capacidad para mantenerse presente en el momento, todo puede verse comprometido cuando estamos bajo presión y nos impide hacer cosas que podríamos manejar con facilidad en un entorno más relajado.