• Quejarse

John Stephens - La crónica de fuego

Aquí puedes leer online John Stephens - La crónica de fuego texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2013, Editor: Random House Mondadori, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

John Stephens La crónica de fuego

La crónica de fuego: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "La crónica de fuego" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

John Stephens: otros libros del autor


¿Quién escribió La crónica de fuego? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

La crónica de fuego — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" La crónica de fuego " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Traducción de Nieves Nueno wwwmegustaleercom Para Arianne - photo 1

Traducción de Nieves Nueno wwwmegustaleercom Para Arianne El - photo 2

Traducción de

Nieves Nueno

wwwmegustaleercom Para Arianne El niño era pequeño y nuevo en el - photo 3

www.megustaleer.com

Para Arianne

El niño era pequeño y nuevo en el orfanato lo que significaba que tenía la - photo 4

El niño era pequeño y nuevo en el orfanato, lo que significaba que tenía la peor cama del dormitorio, la más llena de bultos, hundida y maloliente; era poco más que un catre encajado en un hueco del fondo de la habitación. Y cuando se oyó el grito, un grito diferente de cualquier grito que jamás hubiese oído el niño, un grito que pareció atravesarle el pecho y espachurrarle el corazón, fue el último de los niños asustados que salieron despavoridos.

Al llegar abajo, la horda de niños se encontró con una espesa niebla, giró a la derecha y huyó precipitadamente por el pasillo. El niño se disponía a seguirlos cuando emergieron de la neblina dos figuras que les pisaban los talones. Las figuras, vestidas de negro, tenían los ojos amarillentos y centelleantes, empuñaban largas espadas de hoja dentada y apestaban a podredumbre. El niño esperó a que pasaran y echó a correr en la otra dirección.

Corrió a ciegas; el miedo le atenazaba la garganta. Solo sabía que debía desaparecer, esconderse. De pronto se encontró en el despacho del director. Oyó unas voces en el pasillo, se agachó detrás de la mesa de escritorio y encogió las piernas.

La puerta del despacho se abrió de golpe y se encendió una luz. Vio un par de zapatillas verdes y oyó al director del orfanato, un hombre aburrido y de mal genio, suplicando:

—Por favor, por favor, no me haga daño…

Habló otro hombre que tenía una voz extrañamente fría y cadenciosa:

—¿Y por qué querría yo hacerte daño? He venido a buscar a tres niños.

—¡Pues lléveselos! ¡Llévese a tres! ¡Llévese a diez, pero no me haga daño!

El otro hombre se acercó. El suelo crujió bajo su peso.

—¡Vaya, qué generoso! Pero es que busco a tres niños muy especiales. Tres hermanos: un niño y dos niñas. Responden a los bonitos nombres de Kate, Michael y Emma.

—Ya no… ya no están aquí. ¡Les dijimos que se marcharan! Hace más de un año…

Se oyó un gorgoteo estrangulado, y el niño contempló los pies enfundados en las zapatillas, que se alzaban en el aire y se agitaban con violencia. El otro hombre siguió hablando con voz serena, sin rastro de esfuerzo:

—¿Y adónde los enviaste? ¿Dónde puedo encontrarlos?

El niño se tapó las orejas con las manos, pero aun así oyó los sonidos del hombre que se ahogaba y la voz cadenciosa y asesina del otro:

—¿Dónde están los niños?

Cuando Kate terminó de escribir la carta la metió en un sobre y la dejó caer - photo 5

Cuando Kate terminó de escribir la carta, la metió en un sobre y la dejó caer en el tronco hueco de un viejo árbol.

«Vendrá», se dijo.

En la carta le contaba su sueño, el que la despertaba todas las noches desde hacía una semana. Una y otra vez se quedaba tumbada a oscuras, empapada en sudor, a la espera de que se calmasen los latidos de su corazón, aliviada al saber que Emma, tendida junto a ella, no se había despertado, aliviada al saber que solo había sido un sueño.

Pero sabía que no era solo un sueño.

«Vendrá —se repitió Kate—. Vendrá tan pronto como lea mi carta.»

Hacía un día caluroso y húmedo. Kate llevaba un vestido ligero de verano y un par de sandalias de cuero cubiertas de parches. Aunque se había recogido el pelo en una cola de caballo, unos cuantos mechones sueltos se le pegaban al rostro y al cuello. Contaba quince años y estaba más alta que un año atrás. Por lo demás, su apariencia no había cambiado demasiado. Con su pelo rubio oscuro y sus ojos castaños, todo aquel que la veía seguía considerándola una chica muy guapa. Sin embargo, no hacía falta mirarla de cerca para distinguir su entrecejo fruncido en un gesto de preocupación, la tensión que anidaba en sus brazos y hombros o sus uñas mordidas hasta provocarse heridas.

En ese aspecto, nada había cambiado.

Con expresión ausente y sin moverse del lugar que ocupaba junto a aquel árbol, Kate se llevó la mano al relicario de oro que le colgaba del cuello.

Más de diez años atrás, Kate y sus hermanos menores se habían visto separados de sus padres. Habían crecido en un sinfín de orfanatos; algunos eran agradables y limpios y estaban dirigidos por hombres y mujeres simpáticos, pero la mayoría no lo eran tanto, y los adultos que los dirigían no se mostraban tan simpáticos. Nadie les había explicado a los niños por qué los habían abandonado sus progenitores ni cuándo volverían. No obstante, ellos nunca habían puesto en duda que sus padres acabarían regresando un día u otro y que todos serían de nuevo una familia.

Kate se había encargado de cuidar de sus hermanos. Lo prometió la noche en que su madre entró en su habitación, aquella Nochebuena de tanto tiempo atrás. Recordaba muy bien la escena: su madre se inclinó sobre ella y le abrochó el relicario de oro en torno al pequeño cuello mientras Kate prometía proteger a Michael y Emma y mantenerlos a salvo.

Y año tras año, orfanato tras orfanato, incluso cuando tuvieron que enfrentarse con unos peligros y unos enemigos que los niños jamás habrían podido imaginar, Kate había cumplido su palabra en todo momento.

Sin embargo, si el doctor Pym no acudía, ¿cómo los protegería ahora?

«Pero vendrá —se dijo—. No nos ha abandonado.»

«Si eso es cierto —insinuó una voz en su cabeza—, ¿por qué os envió aquí?»

Sin poder evitarlo, Kate se volvió y miró colina abajo. Allí, visibles a través de los árboles, se hallaban las paredes y torres de ladrillo medio derrumbadas de la Casa de Acogida para Huérfanos Incorregibles y Desahuciados Edgar Allan Poe.

En su defensa, hay que decir que solo cuando Kate se sentía frustrada o cansada cuestionaba la decisión del doctor Pym de enviarlos a los tres de regreso a Baltimore. Sabía que en realidad no los había abandonado. No obstante, de todos los orfanatos en que habían vivido los niños a lo largo de los años, uno de los cuales era prácticamente una planta de tratamiento de aguas residuales, mientras que otro emitía gemidos y parecía incendiarse a todas horas, la Casa de Acogida para Huérfanos Incorregibles y Desahuciados Edgar Allan Poe era el peor. Las habitaciones resultaban gélidas en invierno y sofocantes en verano; el agua era marrón y arrastraba trozos de materia sólida; los suelos estaban siempre encharcados y enfangados; los techos goteaban; bandas enfrentadas de gatos salvajes habitaban el edificio…

Y por si eso no fuese suficiente, estaba la señorita Crumley, la directora del orfanato, con su cuerpo achaparrado, que odiaba a Kate y a sus hermanos. La señorita Crumley creía haberse librado definitivamente de los niños en la última Navidad, y no se mostró demasiado complacida al verlos aparecer en su puerta una semana más tarde, llevando una nota del doctor Pym que decía que el orfanato de Cascadas de Cambridge había sido clausurado por culpa de una «infestación de tortugas». En la nota se preguntaba si a la señorita Crumley le importaría cuidar de los niños hasta que el problema quedase resuelto.

A la señorita Crumley le importaba, por supuesto. Pero, cuando trató de telefonear al doctor Pym para informarle que no podía aceptar a los niños de ningún modo y que los devolvería en el siguiente tren, se encontró con que toda la información que el doctor Pym le había dado (número de teléfono del orfanato, dirección e instrucciones, testimonios de niños felices y bien alimentados) había desaparecido de sus archivos. Además, la compañía telefónica no tenía registrado ningún número a ese nombre. Por más que buscó, la señorita Crumley no pudo encontrar prueba alguna de la existencia real de Cascadas de Cambridge. Al final tuvo que rendirse. Sin embargo, les hizo saber a los niños que no eran bienvenidos, y aprovechaba cualquier ocasión para acorralarlos en los pasillos o en la cafetería y acribillarlos a preguntas mientras les clavaba su dedo regordete.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «La crónica de fuego»

Mira libros similares a La crónica de fuego. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


John Lloyd Stephens - Viaje a Yucatán - Volumen I
Viaje a Yucatán - Volumen I
John Lloyd Stephens
SUSAN STEPHENS - Soledad amarga
Soledad amarga
SUSAN STEPHENS
Alba Quintas Garciandia - La flor de fuego
La flor de fuego
Alba Quintas Garciandia
Mercedes Franco - Seduciendo al Vampiro
Seduciendo al Vampiro
Mercedes Franco
Carlos Ruiz Zafón - Rosa de fuego
Rosa de fuego
Carlos Ruiz Zafón
Iris Murdoch - El fuego y el sol
El fuego y el sol
Iris Murdoch
John Lloyd Stephens - Viaje a Yucatán
Viaje a Yucatán
John Lloyd Stephens
Michael Wolff - Fuego y furia
Fuego y furia
Michael Wolff
Tom Holland - Fuego persa
Fuego persa
Tom Holland
Seth Stephens-Davidowitz - Todo el mundo miente
Todo el mundo miente
Seth Stephens-Davidowitz
Reseñas sobre «La crónica de fuego»

Discusión, reseñas del libro La crónica de fuego y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.