Desafío de Fuego.
CAPÍTULO 1: El Llamado de la Sangre
Caminé hacia la ventana, dije adiós sin palabras a esa vida que tanto había soñado, casi alcanzo mis sueños, pero el destino de una carsoniana nunca es fácil. Nuestra existencia está llena de peligros, peleas y muertes. Era mi última vez en ese universo despreocupado y alegre.
Una verdadera lástima, me pegué contra el cristal mientras veía a un grupo de alegres universitarios compartiendo y caminando despreocupadamente por la calle. Sentí envidia de ellos, nadie en mi mundo lo hubiese entendido, pero en mi corazón y garganta comenzaba a formarse un nudo que amenazaba con avanzar hacia mis conductos lagrimales.
Trabajaba como camarera en un restaurant, pero a pesar de mi humilde empleo me sentía feliz, era una vida común, haciendo y hablando de cosas cotidianas. Tenía mi propio apartamento, salía y trataba con gente normal, pero esa vida idílica había acabado de pronto sin yo quererlo.
Respiré profundo, después de todo no puedes luchar contra el destino. Era el momento de regresar a mi realidad, me quedé un rato allí mirando hacia el vacío, las personas seguían pasando en la calle y todos parecían tener una dirección, iban hacia algún lado, pero yo no experimentaba eso, estaba atrapada. Creí que ya nada tendría sentido para mí de ahora en adelante.
Mi nombre es Christa Mae, nací y crecí en Carson, un país poco muy conocido, es más bien un mundo alterno entre los humanos tangin y nosotros, los cazadores. Vivimos apartados entrenándonos para cumplir con nuestra misión mientras los humanos viven sin saber lo que sucede a su alrededor.
Debemos permanecer en el anonimato, así son las reglas. Por esa razón al salir de mi mundo, tuve que cambiar mi nombre para no poner en evidencia mi verdadera identidad, lo cual puede ser muy peligroso, sobre todo porque en el mundo tangin los vampiros pululan en todos lados. Sí, donde menos sospeches podrías encontrarte con alguno de ellos.
Así es como deben ser las cosas cuando provienes de una familia de cazadores de vampiros, puede que les sorprenda, pero en este mundo existen fenómenos que la mayoría ni siquiera sospecha. Vivimos rodeados de seres sobrenaturales, sólo que los humanos tangin , como les decimos a los que nacen fuera de Carson, no están autorizados para saberlo.
Tal vez por eso mis padres pusieron tanta oposición cuando al salir del Colegio Khaer Vinn les pedí el año de permiso, esto es cuando un joven carsoniano al cumplir sus 18 años decide incursionar en el mundo libremente como si fuera un tangin . Es una costumbre que a mi madre principalmente, siempre la ha detestado, porque piensa que es indigno de uno de nuestra estirpe. Sobre todo de alguno de sus hijos, en nuestra familia poseemos una larga línea genealógica de cazadores poderosos, pero lamentablemente para mis padres yo no había heredado esos genes.
Talbot y Uri Mae, famosos cazadores, son lo que llamamos alfa, aquellos que han llegado a la cúspide de nuestra estirpe, dudo que alguna vez llegue a ser como ellos, de hecho casi odio mi mundo. Creo que ya se habrán dado cuenta, prácticamente cuando llegué a los 18, ejercí mi derecho de permiso a la fuerza. En un principio mi plan era solamente disfrutar de mi año, pero luego comencé a crear una idea en mi mente de cómo huiría para siempre del mundo carsoniano. Aunque en el fondo sabía que eso era difícil, no quería desprenderme de la ilusión que así sería.
Siempre fui la oveja negra de la familia, era una beta, es decir, los que estaban condenados a ser siempre segundos. Pero estaba contento con eso porque no quería resaltar ni aparecer en ningún acto o ritual de nuestra comunidad.
Mi hermano Alon Mae era la estrella de la familia, lo consideraban una especie de héroe de nuestro país, e incluso, entre las personas que como espías conocían el secreto. Las chicas se morían por él, era un rubio alto, guapo, de inmensos ojos azules como el cielo, gesto tierno y soñador. Pero nada más lejos de la realidad, era un hombre fiero, con un carácter fuerte y temerario.
Fue famoso por haber asesinado a algunos de los vampiros más fieros de la dinastía dorada y roja. Tenía agallas, mientras yo era todo lo contrario, definitivamente era una chica más bien retraída, era lo último que definirías como una cazadora, me gustaba pasarme el día leyendo libros y mirando la naturaleza.
Al irme al mundo tangin, mi hermano me había reclamado mi mala decisión, habíamos peleado duramente, me llamó negligente, alguien que sólo pensaba en sí misma, ese era el último recuerdo que conservaba de él. Cuando este cumplió los 18 años, jamás pensó en el año de retiro porque entendía exactamente lo que deseaba en la vida, él era un chico aguerrido, sabía lo que quería y lo lograba con fuerza.
Existía una especie de creencia tácita en nuestro mundo, aquellos jóvenes que tomaban el año libre nunca llegarían a ser buenos cazadores, porque no sabían lo que querían en la vida. Un carsoniano debía estar decidido a defender no sólo a su país, sino al mundo entero y en mi caso tenía todo en contra porque mis padres también pensaban igual.
Ya saben cómo es ese tipo de familia competitiva, donde todos son líderes y tú pareces ser la única que no muestra empeño en tomar la herencia que otros han creado para ti. ¡La vergüenza de la familia! Así me llamaron, pero aquí estaba y en el fondo seguía cultivando la ilusión de seguir fingiendo que era una tangin . Mientras estaba en el mundo tangin , traté de olvidarme de quién era realmente, y al parecer estaba teniendo éxito. Bueno por lo menos hasta el momento que recibí la llamada de mi madre que le dio un giro a mi vida para siempre.
- Hola.
- Hola hija, me dijo con voz afectada.
- Mamá, ¿qué haces llamándome aquí?, sabes que no puedes.
- Esto es algo importante, me dijo con voz solemne.
- ¿Qué pasó?
- No puedo explicarte por aquí, tienes que venir.
- ¿A Carson? Olvídalo, estoy en mi año de permiso, lo sabes.
- Esto es algo urgente, creo que debes olvidarte de todo eso.
- Pero, ¿por qué?, no es justo, estoy empezando, aquí ya he hecho amigos y…
- Deja las tonterías, necesito que vengas ¡ya!
- ¡No iré!
- Es tu hermano.
- ¿Qué le pasó a Alon? ¿Qué ha pasado madre? Dije sintiendo un dolor en el pecho.
- Casper Olaffson mató a tu hermano, necesito que vengas.
- ¡Rayos! Fue lo único que acerté a decir mientras todo comenzó a dar vueltas a mi alrededor.
Frente al féretro me sentía realmente culpable, nada tenía sentido, él era uno de esos chicos llenos de vida, el último que podrías pensar como un simple mortal con debilidades, aunque sonara ridículo, pues a diferencia de los vampiros, nosotros éramos humanos de carne y hueso. Asesinado por Casper, el rey de la dinastía dorada, nadie podía acceder tan alto, incluso se consideraba un honor que un guerrero cazador llegara a disputar con un vampiro de tan alta jerarquía.
Observé su cuerpo inerte y no lo podía creer, había casi alcanzado la gloria y ahora estaba aquí otra vez, en este mundo que tanto detestaba. Pero a su vez me sentía culpable por haberme ido, ahora debía dejar atrás ese sueño porque mi hermano ya no existía y ahora me gustara o no, debía asumir su lugar alfa en la familia.
No existía nadie que me cubriera las espaldas, respiré profundo, se veía hermoso, rubio, alto, con gesto decidido, parecía casi como si estuviera dormido, era de esas personas que moría con honores, tenía puesta su banda de color violeta que indicaba el rango más alto, a su edad resultaba uno de los más grandes honores. Alrededor del recinto, las llamas encendidas mostraban su investidura, era uno de los cazadores más importantes, y yo, pese a ser su hermana, era una más del montón.