La Torre
Crónicas de los Herederos Perdidos.
El Heredero del Hielo.
Ricardo Alvarado P.
La Torre
Crónicas de los Herederos Perdidos
Tomo I
El Heredero del Hielo
por
Ricardo Alvarado
Publicado por Ricardo Alvarado.
Copyright 2016 Ricardo Alvarado
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright . La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
dedicatoria
A todos aquellos que han puesto incluso el más ínfimo granito de arena para que estas Crónicas puedan ver la luz.
indice
Agradecimientos | i |
| INTRODUCCION | |
| CAPITULO PRIMERO. VIENTO BLANCO | |
| CAPITULO SEGUNDO. NIEVE Y SANGRE | |
| CAPITULO TERCERO. FRIO ETERNO | |
| EPILOGO | |
| PALABRAS DEL AUTOR | |
agradecimientos
Debo necesariamente agradecer es a quienes me han tenido la infinita paciencia para esperar este pequeño, pero necesario apéndice.
introduccion
Los caminos de los Dioses son Enigmáticos, la mayor parte de las veces llevan a la desgracia, como si se empeñaran en evitar que el hombre cumpliera su destino. Aunque los dioses ya no actuaban a favor o en contra de los hombres, no por eso algunos no deseaban que lo hicieran.
Esta historia se ubica en un tiempo entre la huida de Faeriel de Kirial y la caída de la Torre de Castigo, exactamente antes de eso, al Norte del Continente donde las tierras eran frías y la nieve cubría todo la mayor parte del tiempo, una tierra difícil de habitar precisamente porque el frío lo mataba todo, desde los cultivos, hasta las personas, era difícil vivir ahí y los que lo hacían eran considerados locos, puesto que hacía mucho tiempo que la mayoría de las personas habían abandonado estas tierra y esparcido por los Reinos del Sur. Desde los tiempos de Peliaros la ciudad oscura que los hombres del Norte habían comenzado un amargo éxodo hacia las tierras cálidas del Sur. A pesar de todo esto muchos aún vivían al norte, en constante guerra contra los salvajes de las montañas, los verdaderos Norteños, como se llamaban a sí mismos, los salvajes de las montañas y los hombres bestia, los hombres de piel peluda y de cornamenta en sus cabezas según contaban las leyendas.
capitulo primero
viento blanco
— ¿Has visto alguna ves las planicies congeladas más allá de las montanas escarpadas y de las cumbres más altas?— las palabras de Elysion le parecieron extrañas al pequeño Asmael, sus dorados cabellos refulgían bajo los rayos del sol reflejados en todas direcciones por la blanca nieve, su sonrisa era dulce y le hablaba a Elysion que el pequeño nunca había visto morir a nadie aún.
—No hermano, aún soy un niño, el Patriarca nunca me dejaría ir a las planicies— Elysion lo sabía por supuesto, pero buscaba que su hermano se diera cuenta de una cosa importante, el verdadero significado de la tan inestable paz de la que gozaban ahora y por la que tenía que luchar todos los días.
La mano de Asmael entre la suya mientras iban al campamento cercano era cálida y suave, no como la de él que llevaba varios años blandiendo su espada en el frente, casi le parecía un sueño el poder caminar libremente por el descampado sin preocuparse si una flecha lo iba a atravesar de un segundo a otro —Cierto Asmael, eres un niño aún, pero te diré esto, ese lugar es hermoso, la luz del sol cae sobre la tierra nevada al igual que aquí, pero parece brillar más, como si fuera cristal, como si ahí hubiera algo distinto, una fuerza distinta, es hermoso y a la vez terrible— Asmael lo miró sin comprender del todo lo que le decía su hermano mayor, para él el mundo aún era un lugar seguro porque desconocía todo lo que ocurría fuera de la empalizada del Campamento Ether, el último campamento humano al Norte de Druggil. Asmael había nacido en el campamento en durísimas condiciones y su madre había muerto cuando apenas tenía tres anos, él era el hijo del Patriarca y habían adoptado a Asmael justamente por ser el más pequeño en el campamento y porque el padre del pequeño también había muerto esa fatídica noche defendiendo el campamento de un ataque de los Norteños, esa noche muchos murieron de la mano de los salvajes, pero en forma casi milagrosa lograron levantarse y seguir ahí custodiando el Norte.
Cuando él se unió a la edad de doce años a la fuerza de combate casi se habían duplicado en el campamento los hombres en edad de combatir, ellos no eran del ejército Rojo, eran hombres de Therianor, sabían desde que tenían uso de razón que su destino era proteger a los Reinos del Sur de los Salvajes y de los hombres bestia, él lo sabía y nunca se había cuestionado esta forma de vivir, aunque su padre no pensaba igual, muchas veces habían pedido auxilio a los Rojos, pero el hecho de que uno de los ocho magos hubiera nacido ahí los había marcado para siempre, no recibían la ayuda de la Orden aunque mandaran cientos de cartas a Druggil, estaban solos, solamente recordaba una vez que un caballero de la Orden había pisado el campamento con una fuerza de unos cien hombres, El Blanco le llamaban los caballeros, su figura era imponente, casi como un espectro de las nieves, lo recordaba bien porque ese día habían podido recuperar con su ayuda el campamento especial Elixir de la mano de los Norteños. La vida al Norte no era fácil para nadie, por lo que estaban en cierta forma acostumbrados a los periodos de hambre y a comer porciones frugales, las cenas ostentosas eran por lo general parte de las canciones y las poesías, al menos él no recordaba haber celebrado algo parecido a lo que creía era un banquete, nunca había suficiente comida, ni pan, ni verduras, ni carnes, la carne salada y las verduras encurtidas eran algo regular, a veces las pocas mujeres que quedaban en el campamento debían viajar custodiadas por horas para ir por agua fresca a los pocos cursos de agua que no estaban congelados, ¿por qué no descongelaban la nieve para beber? La verdad era que lo hacían en caso de emergencia, pero tenía mal sabor, además se necesitaba buscar en lo profundo para encontrar nieve compacta de la cual hacer suficiente agua y requería más esfuerzo del que significaba ir al río más cercano, ni hablar de comerse la nieve, eso era algo que nunca debían hacer, era algo que te enseñaban desde niño, comer nieve solamente hace daño, a los labios, a la lengua, y no hidrata para nada, además ayuda a descender la ya baja temperatura corporal, lo mejor era derretir la nieve antes de beberla, pero sí, tenía un sabor muy extraño.
—Hermano, ¿crees que el papá nos lleve al Sur?— Asmael creía que todos se irían al Sur, pero la verdad era que solamente enviarían a las mujeres y los niños, para los demás ya era demasiado tarde, el Rey les había encomendado realizar un ataque definitivo a la única fortaleza de los salvajes conocida en el corazón de la cordillera Escarpada, ellos la llamaban el Bastión Sombrío, no era un lugar hermoso, rodeado de un bosque extraño de pinos de hojas negras, pero aún más porque las empalizadas estaban cubiertas de cuerpos de los que como él habían defendido esas tierras.
—Ya no hay vuelta atrás Asmael, cuando lleguen los refuerzos partiremos, algunos al Norte y otros al Sur— Él intentó no apenarse por ello, pero era lo mejor, su hermano no estaba hecho para la guerra.
—¿Entonces volverán con nosotros luego de eso cierto?— En los ojos del pequeño Asmael brillaba la esperanza, para tener ocho años era demasiado noble, demasiado blando para ser Norteño, lo mejor para él era ir a las tierras verdes y cálidas del Sur donde todo era más fácil, estaba convencido de ello.
Página siguiente