Se trata de una obra de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares y eventos son o bien productos de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, fotocopia, grabación o cualquier otro, sin el permiso del escritor.
y para Joshua, quien se fue sin usar una Rosa Magnolia.
CAPÍTULO 1
E ra un sábado completamente soleado. El aire dando fuertemente en las ventanas, las aves sobre volando el área y el gran aroma a desayuno se podía sentir en aquella montaña donde se encontraba una gran casa. Esta tenia dos pisos y medio y pintada de un amarillo fuerte, vivo y deslumbrante. Iba acorde con el lugar. Bastante familiar y acogedor. Mantenía el equilibrio entre lo viejo y lo moderno.
Tenia dos grandes patios, uno al frente y el otro en la parte posterior. Hacían del lugar mas llamativo de lo normal. Ya que, las variedades de rosas, orquídeas, lirios entre otros, formaban una parte muy importante del jardín. Las dos fuentes que se encontraban en el centro llamaban la atención de los vecinos cercanos que pasaban de vez en cuando por la parte delantera de la casa aunque desde lejos se podían apreciar bastante bien.
Para mantener dicho jardín se encontraba la Señora Holloway, dueña y señora de la casa. El mantener el jardín era mas que un trabajo. Era su vida. Por ende, le dedicaba mas tiempo de lo normal, y hasta algunas veces mas tiempo que a sus hijos. La Señora Holloway era viuda. Su marido, Stefan Holloway murió hace mas de quince años en situaciones que, según los rumores eran un poco extrañas, y la Dejó con dos hijos.
La Señora Holloway los crío prácticamente sola, convirtiéndola en madre soltera y desempleada. Así que tuvo que buscar trabajo lo antes posible. Sus dos hijos los cuales ella considera que son un pan de Dios, nunca le causaron problemas. Bueno, problemas ante la sociedad, porque entre ellos, se llevaban como gatos y perros. La mayor era Penélope Holloway. Estudiosa. Hermosa. Inteligente, problemática ya que siempre se encontraba en problemas por su personalidad. De ojos negros fuertes. Pelo negro ondulado y de no muy alta estatura. Dominaba lo que tenia a su alrededor. Pero no de mala manera. Y siempre cuidaba de su señora madre.
Su hermano Mark era el estudioso, el disciplinado, el que rara la vez se encontraba en problemas. El que siempre le encontraba la solución a todo. Ya que para el todo tenia solución. Era guapo, de pelo negro corto, de alta estatura, un poco mas que su hermana, y sus ojos azules como el cielo, llamaban la atención de muchas chicas en su universidad, la cual era la misma que la de su hermana.
Ambos chicos estudiaban en la universidad del pueblo. No era la mas prestigiosa, pero tampoco la peor del país. Mark tenia un año menos que Penélope. Por ende ambos se entendían lo suficiente como para pelear o discutir por cualquier cosa relacionada con su juventud. Pero los hacia buenos hermanos y entendedores de los secretos de los Holloway.
Esa mañana después del desayuno la señora Holloway salió al jardín trasero, el cual era el mas privado y se sentó en su silla a hablarle y cantarle a las rosas que tenia en frente. Penélope salió de la puerta trasera en dirección hacia ella, para llevarle el Té, que había dejado preparando.
-Entiendo que las tienes que cuidar, pero ¿cantarles?
-Las ayuda a brillar mas y sentirse mas a gusto consigo mismas
-Brillante…. Voy a salir con Mark, venimos en seguida.
-No hay problema. Tengan cuidado en la calle.
-Descuida. Nos vemos - mencionó Penélope besando a su madre.
-Recuerda ponerle un poco mas de sombra. Pasé por el lado de ella horita y noté que tenia mucho sol encima – comentó la señora. Penélope no lo pensó mas de dos veces en ir a verificarla, verificar ese secreto que escondía la familia Holloway.
En una esquina del jardín trasero se encontraba una fuente un poco mas pequeña que las otras dos. En ella, justamente al lado, se encontraba una flor. Pero lo suficientemente diferente como para darte cuenta que no es una flor normal. Tenia algo que llamaba la atención. En cima tenia una pequeña maya la cual le daba sombra dependiendo de la hora del día y otra al lado diferente por si el día se volvía lluvioso. Penélope se arrodilló y miró la flor con mucho detenimiento. Movió la maya varias veces, sin tocar la rosa, y se marchó. Pasó por el lado de su madre murmurando cosas sobre la rosa.
-¿Que dijiste? – preguntó la madre enfadada. Esta se levantó de la silla y le hizo frente a su hija.
-Nada madre.. nada.
-Mencionaste algo de la rosa. Si, te escuche…
-Entonces lo que no entiendo es porqué tenemos que poner tanto esmero en una rosa. Entiendo su historia, pero no hay que hacer tanto alarde por ella.
-¿Tanto alarde dijiste? Tanto alarde!! Tienes que entender que esa rosa fue lo último que dejó tu padre antes de morir. Esta rosa representa nuestro amor, nuestra unión y a nuestros hijos. Y tu me quieres decir a mi que no hay que hacer tanto alarde, si lleva viva mas de quince años. Para mi es un gran esfuerzo que aun este con vida – dijo la madre acongojada. No podía creer que su hija estuviera cuestionando la rosa nuevamente. -Ya habíamos hablado de esto hacia tiempo atrás.
-Por ende no tenemos que volver a tocar el tema. Entiendo la rosa, no me sermonees mas. Regreso mas tarde. – dijo Penélope dejando a su madre sola en el jardín. La chica se encontró con Mark en el camino, esperando en la puerta principal para salir.
-¿De nuevo el tema de la rosa? Es que a ti te encanta! – dijo Mark.
-Intentó no tocar el tema, pero siempre pasa algo que me vuelve loca – dijo Penélope.
-Bueno, si cuidaras bien de la rosa, nada de esto pasaría.
-Quieres quedarte aquí, porque yo felizmente te puedo dejar – dijo Penélope.
-Solamente digo. Oye, ¿Cual fue la excusa esta vez?
-Ninguna. Solamente le dije que íbamos a salir. Aproveché el mejor momento, le estaba cantando a las rosas. Ya Oscar y Elena nos están esperando – comentó la chica encendiendo el automóvil y saliendo de su casa.
-No puedo creer que ellos dos sean novios. Es que Elena es mucho para el – dijo Mark.
-Llevas diciendo eso desde hace un año. ¿Cuando me vas a decir que te gusta Elena?
-Ella a mi no me gusta. No se de que estas hablando – Mark se puso de todos los colores y bajó la cabeza. Cuando tocaban temas que lo ponían incómodo, simplemente bajaba la cabeza y se ponía morado. No le gustaba mucho el hecho que le preguntaran.
-¿Y los trajes de baño? – preguntó Penélope.
-En el baúl. Llevan ahí mas de dos semanas. Aun no puedo creer que por fin vayamos a la playa. Es que ya ni recuerdo como huele el océano – dijo Mark bastante entusiasmado con la idea de ir. Su madre no los dejaba ir por nada del mundo a la playa, por razones que según Penélope, cambiaban al pasar el tiempo. Por ende, cuando lograron tener ambos edad suficiente como para poder guiar, se daban esas pequeñas escapadas a la playa con sus dos mejores amigos. Elena y Oscar.