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Aimka - Un Momento En El Tiempo

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Aimka Un Momento En El Tiempo

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Un Momento En El Tiempo

Aimka

Capítulo 1: El nuevo empleo de Alice

Ciudad Pinnant Coast, Estados Unidos, año 1995.

Era otro día en esta enorme metrópoli costera. Algunas personas se dirigían a sus trabajos, otras se encontraban laborando desde muy temprana hora, el clima estaba muy tranquilo, algo inusual en esa época del año, pero nada del otro mundo. Aunque no era una ciudad muy grande solía ser considerada como una de las más tranquilas de la costa Oeste.

O bueno, eso es lo que algunos pensaban, ya que desde hacía varias semanas, una ola de crímenes había estado sacudiendo los barrios bajos de la ciudad. Pero claro, como no eran ni lugares ni personas que se consideraran importantes, no había aún una investigación formal del caso.
En un modesto edificio de departamentos, cercano al centro de la ciudad, una joven, de largos rizos castaños se preparaba para iniciar su día.

“¡Joss!” gritó mientras terminaba de cepillarse los dientes “No se te olvide que tienes que pasar al supermercado, faltan muchas cosas”

“No creo tener oportunidad, Alice” respondió otra voz femenina desde la habitación de enfrente “Frank quedó de llevarme a cenar para aclarar lo que sucedió”

“¿Vas a salir otra vez con ese perdedor?” preguntó incrédula Alice al asomarse afuera “Él te robó dinero de la cartera, y no una, sino dos veces, no se merece que le des ni un minuto más de tu tiempo” para luego murmurar en voz muy baja “eso sin mencionar la vez que tú lo engañaste”

“Pero esta vez será diferente, lo sé” respondió la chica rubia “Además, todos merecen una segunda oportunidad, ¿no lo crees?”

Alice levantó la ceja, si hubiera tenido una moneda por cada vez que una mujer le había dicho eso sin duda sería millonaria, pero tratar de hacer entender a Joss, su amiga desde la preparatoria, iba a tomar más tiempo del que disponía y tenía que salir de inmediato pues era su primer día en su nuevo empleo.

Su amiga, Jocelyn Lanz, era enfermera del hospital St. John, casi al otro extremo de la ciudad. Era una excelente enfermera, pero para las parejas solía tener gustos en verdad extraños y variados.

“Sabes que te quiero” dijo al acomodarse sus largos rizos castaños “Y no quiero que te lastimen, así que piénsalo un poco, ¿sí?”

Rápidamente tomó su bolso y se dispuso a salir rápidamente del modesto departamento que tenía dos años compartiendo con Joss, los mismos que tenía de haber salido de la Universidad

Poco después, la joven llegaba a un edificio ubicado a orillas de la ciudad, miró la imponente arquitectura tratando que esta no la intimidara.

“Bien” dijo al dar un resoplido “Tu puedes hacerlo, Harper” se dijo en voz baja “Todo saldrá bien”

La joven entró. Momentos después una mujer bien trajeada, y mayor que ella, la conducía por uno de los pasillos rumbo a un área de cubículos.

“Y esta será tu área de trabajo” dijo la mujer al señalar la puerta de cristal “¿Tienes alguna duda?”

“No” respondió rápidamente “Todo fue bastante claro”

“Bien, puedes pasar e instalarte. La Señora Brennan dejó sus pendientes en unos expedientes cerca de tu escritorio, será tu labor darles seguimiento a sus casos”

“Por supuesto” respondió Alice mirando de reojo hacia la gran sala llena de gente caminando de un lado a otro rodeados de cubículos en color blanco.

“Espero puedas adaptarte pronto” respondió la mujer acomodándose el cabello “Este no será el empleo más glamuroso del mundo pero alguien tiene que hacerlo; imagino que ya sabes de que hablo, después de todo, ya tienes experiencia en este tipo de lugares”

La joven agradeció el recorrido y se dispuso a entrar para instalarse. Inmediatamente todas las miradas se posaron en ella y no era para menos, ya que Alice era fácilmente ubicada por ser la más joven de todo aquel grupo de trabajadores sociales.

Alice se sentó en el que iba a ser su escritorio y vio como ahí se encontraba una máquina de escribir eléctrica y algunos post its regados; pacientemente puso un poco de orden y vio aquel legajo color amarillo en el escritorio de al lado.
Lentamente lo tomó mientras a su alrededor algunas de las otras mujeres la observaban y susurraban así como los teléfonos no dejaban de sonar.

Estaba a punto de revisar su caso, cuando pudo escuchar a dos de sus compañeras murmurando en el cubículo junto al suyo.

“¿Supiste que encontraron otro cuerpo?” preguntó una a la otra

“¿Otro?” preguntó espantada “¿También cerca del muelle?”

“Sí, creen que pudiera ser una prostituta o un vagabundo”

“¡Qué horror!” exclamó la otra “¡Yo supe que la víctima anterior tenía marcas como de mordidas de un animal salvaje!”

La joven de rizos castaños pareció reaccionar y sacudió la cabeza, como queriendo evitar escuchar lo que estaban diciendo. Acto seguido se dispuso a revisar aquel legajo que tenía en las manos.

“Pendientes del día…” leyó Alice en silencio al comenzar a hojear aquel grueso expediente “Momento… Este caso lo conozco” se dijo al revisar el nombre escrito en la etiqueta superior “Caso… Morrison” leyó en voz baja para luego abrir más los ojos de la sorpresa “¡Díganme que no es cierto!”

El caso Morrison había salido en todos los noticieros las semanas anteriores; se trataba de un terrible asesinato ocurrido en un barrio pobre de la ciudad. Una joven madre había sido asesinada brutalmente a golpes aparentemente por su marido, luego de años de abuso doméstico; su hijo de nueve años había salido herido al intentar defenderla por lo que se encontraba internado en el hospital general de la ciudad. El padre, por otro lado, había huido luego del asesinato pero había rumores de que rondaba el hospital esperando poder ver a su hijo nuevamente y quién sabe con qué intenciones.

“Mi primer día aquí y ya me han echado a los leones” suspiró la joven

Más tarde, Alice llegó al hospital en donde fue recibida por uno de los médicos residentes.

“¿Cómo se encuentra?” preguntó ella mientras caminaba por un blanco corredor junto a aquel joven médico enfundado en un uniforme color celeste.

“Su salud es estable” respondió el médico, un joven de ojos castaños “Pero hemos tenido que aumentar la seguridad del hospital ya que los vigilantes nos han informado que han visto al padre intentando ingresar. Ya golpeó a uno el día de ayer pero afortunadamente pudimos evitar que ingresara, aunque es muy hábil para escapar”

“¿Hay algún otro familiar con él?” preguntó al momento de llegar a la habitación del pequeño

“Solo su abuela materna” respondió el médico al momento de abrir la puerta

Alice se detuvo bajo el marco de la puerta tras ver aquel desolador panorama; aquel pequeño de cabellos negros y rizados yacía lleno de moretones en el rostro así como una venda que le cubría gran parte de su cabeza. La abuela que se encontraba sentada en un sillón al lado de la cama de hospital, inmediatamente se puso de pie al ver a los recién llegados.

“Sra. Bell” dijo el médico “Ella es la Señorita Harper, la trabajadora social”

“¡Bendito Dios!” exclamó aliviada la anciana “Creí que era…”

“No se preocupe, Señora” respondió Alice “Yo me encargaré que su nieto corra ningún peligro”

La joven se acercó a la temblorosa anciana.

“No está sola” le dijo sonriendo levemente “Estamos aquí para apoyarla”

“Gracias” exclamó visiblemente agradecida la mujer al momento de tomarle la mano y besarla respetuosamente “No quiero que mi nieto acabe igual que mi hija y no me importa si es necesario que viva en otro estado con tal de que sea feliz” agregó con lágrimas en los ojos

Alice sonrió y se dispuso a ver al pequeño quien la miraba entre desconcertado y curioso. Ella lentamente se sentó en la cama para poder platicar mejor con el niño.

“Hola, soy Alice, ¿Cuál es tu nombre?”

El pequeño no respondió sino que miró a la joven de cabellos rizados para luego voltear y ver a su abuela quien hizo un gesto de aprobación.

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