¡Plaf! En ese instante, oyó que Annie se acercaba. Al principio, creyó que ella estaba enfrente de él, pero luego oyó otro ruido que venía por detrás. —¿Annie, dónde estás? —¿Qué? —Jack oyó la voz de Annie enfrente de él. Luego se oyó otro ¡plaf! detrás de jack. Él se quedó sin respiración. —¡Annie! —Jack llamó a su hermana en voz muy baja. —¡Annie! —Jack llamó a su hermana en voz muy baja.
La casa del árbol #2 El caballero del
alba Mary Pope Osborne
Ilustrado por Sal Murdocca
Traducido por Marcela Brovelli Para Nathaniel Pope EL CABALLERO DEL ALBA Spanish translation copyright © 2002 by Editorial Atlántida, S.A.
Revised translation by Teresa Mlawer.
Originally published in English under the title
MAGIC TREE HOUSE #2: The Knight at Dawn
Text copyright © 1993 by Mary Pope Osborne.
Illustrations copyright © 1993 by Sal Murdocca. All rights reserved under International and Pan-American Copyright Conventions. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage or retrieval system, without permission in writing from the Publisher. Published by arrangement with Random House Children’s Books, a division of Random House, Inc., 1745 Broadway, New York, NY 10019. MAGIC TREE HOUSE ® Is a registered trademark of Mary Pope Osborne, used under license. 978-1-930332-50-8 Printed in the U.S.A.
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Osborne, Mary Pope. [Knight at dawn. Spanish] El caballero del alba / Mary Pope Osborne; ilustrado por Sal Murdocca; traducido por Marcela Brovelli. p. cm. – (La casa del árbol; #2) Summary: Eight-year-old Jack and his younger sister Annie find a magic treehouse to travel back to the Middle Ages, where they explore a castle and are helped by a mysterious knight.
ISBN 1-930332-50-5 (pbk.) [1. Time travel-Fiction. 2. Castles–Fiction. 3. 4. 4.
Knights and knighthood–Fiction. 5. Magic–Fiction. 6. Tree houses–Fiction. 7.
Spanish language materials.] I. Murdocca, Sal, ill. II. Brovelli, Marcela. III. Title.
PZ73.0747 2003 [Fic]—dc21 2003005597 e-ISBN: 978-1-941802-37-3 Índice De noche en
el bosque Jack no podía dormir. Se puso los lentes y miró la hora. Eran las 5:30 de la madrugada, demasiado temprano para levantarse. El día anterior había vivido muchas cosas extrañas y necesitaba encontrar una explicación. Encendió la luz, tomó su cuaderno y se puso a revisar la lista que había escrito antes de acostarse. ¿Quién iba a creerle algo de todo esto? Ni su madre. ¿Quién iba a creerle algo de todo esto? Ni su madre.
Ni su padre. Y tampoco su maestra de tercer grado, la señorita Watkins. La única que podía creerle era Annie, su hermana de siete años. Ella había viajado con él a la época de los dinosaurios. —¿No puedes dormir? Era Annie. —No —contestó él. —Yo tampoco. ¿Qué haces? Annie se acercó a su hermano y se puso a leer la lista que él había escrito la noche anterior. —¿No vas a escribir nada acerca de la medalla de oro? —preguntó Annie. —¿Te refieres al medallón de oro? —agregó Jack. —¿Te refieres al medallón de oro? —agregó Jack.
Luego tomó el lápiz y escribió: En la época de los dinosaurios encontramos un —La medalla dorada tiene grabada la letra "M". ¿Por qué no la dibujas? —No es una medalla, Annie. Es un medallón. Jack dibujó la letra M del medallón: —¿No piensas escribir nada acerca del mago? —No sabemos si existe, Annie. No lo hemos visto —dijo Jack. ¿Y los libros? Alguien tiene que haberlos puesto en la casa. ¿Cómo llegó la medalla de oro a la época de los dinosaurios? Alguien tiene que haberla dejado allí. —¡Es un medallón! —volvió a repetir Jack por tercera vez—. —¡Es un medallón! —volvió a repetir Jack por tercera vez—.
Además, sólo estoy anotando los hechos. Las cosas que vimos. —Volvamos a la casa del árbol ahora mismo —dijo Annie—. Veamos si el mago existe. —¿Estás loca? Todavía es de noche. —Creo que no debemos ir, Annie. ¿Y si "el mago" es alguien malo y no quiere que ningún niño descubra la casa del árbol? —Yo voy a ir igual —dijo Annie. ¿Y si "el mago" es alguien malo y no quiere que ningún niño descubra la casa del árbol? —Yo voy a ir igual —dijo Annie.
Jack miró por la ventana y contempló el cielo, de color gris oscuro. Estaba a punto de amanecer. —De acuerdo —dijo Jack resoplando—. Vamos a vestirnos. Te espero en la puerta de atrás. —¡Sí! —dijo Annie en voz baja, alejándose de puntillas, silenciosa como un ratón. —¡Sí! —dijo Annie en voz baja, alejándose de puntillas, silenciosa como un ratón.
Jack se puso el pantalón vaquero, una sudadera gruesa y los tenis. Y bajó por la escalera. Annie lo esperaba junto a la puerta de atrás. Al ver a su hermano, lo enfocó con una luz y dijo: —¡Abracadabra! ¡Mira mi vara mágica! —¡Sssh! No despiertes a mamá y a papá —susurró Jack—. Y apaga esa linterna. No quiero que nadie nos vea.
Annie dijo que sí con la cabeza, apagó la linterna y se la colgó del cinturón. Ambos salieron de la casa por la puerta de atrás. El aire de la madrugada áun estaba frío. Todavía se oía el cantar de los grillos. El perro del vecino ladraba sin parar. —Tranquilo, Henry —susurró Annie.
El perro dejó de ladrar en el acto. Al parecer, cuando Annie le hablaba a los animales, ellos le obedecían en el acto. —¡Corramos! —dijo Jack. Y se esfumaron a toda prisa en medio de la oscuridad, atravesando el césped húmedo sin detenerse, hasta llegar al bosque. —Está muy oscuro —dijo Jack. Annie se quitó la linterna del cinturón y la encendió.
Paso a paso, ambos se abrieron camino entre los árboles. El corazón de Jack latía desesperadamente. La oscuridad del bosque era aterradora. —¡Te tengo! —dijo Annie, de repente, enfocando a su hermano con la linterna. Jack retrocedió de un salto y frunció el entrecejo. —¿Te asusté? —preguntó Annie. —¿Te asusté? —preguntó Annie.
Jack la miró enojado. —¡Basta de bromas! Esto es serio, Annie. —Está bien. Está bien. Luego, Annie se puso a alumbrar la copa de los árboles. —¡Busco la casa del árbol! De pronto, la luz de la linterna alumbró en una sola dirección. —¡Busco la casa del árbol! De pronto, la luz de la linterna alumbró en una sola dirección.
La misteriosa casa del árbol estaba allí. En la copa del árbol más alto. Annie alumbró la casa y recorrió la escalera con la luz de la linterna. —Voy a subir —dijo, sujetando la linterna con decisión. —¡Espera! —gritó Jack—. ¿Y si hay alguien en la casa? —¡Regresa! Pero Annie continuó subiendo los escalones sin detenerse.
La luz desapareció, y Jack se quedó solo en la oscuridad. Volver a partir —¡No hay nadie! —gritó Annie desde arriba. Jack pensó en marcharse pero, en ese momento, recordó todos los libros que había visto en la casa del árbol. Sin dudarlo, comenzó a subir por la escalera, y cuando estaba a punto de llegar, a lo lejos, divisó una luz muy tenue en el cielo. Empezaba a amanecer. Jack atravesó el agujero de la entrada en cuatro patas y se quitó la mochila de la espalda.
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