Comentarios de los niños para
Mary Pope Osborne, autora de la
serie “La casa del árbol.”
Cuando leo estos libros, siento que estoy en otro mundo, en el que puedo ser quien deseo ser, hago lo que deseo y voy adonde quiero ir. —Ross E.
De los 3.000 libros que he leído, los tuyos son los mejores. —Lauren S.
Me gustan tanto tus libros que sería capaz de leerlos con los ojos cerrados. —Gabriel R.
Por lo general, prefiero mirar televisión, así que mi mamá se alegra mucho cuando me ve leyendo tus libros. ¡Por favor, escribe algunos más! —Brian B.
Adoro tus libros. Cuando los leo, siento que soy Jack y Annie a la vez. A mí me gusta leer mucho, al igual que a Jack, y me encanta imaginar cosas, como lo hace Annie. —Robin P.
Tus libros son tan educativos. —Allan D.
No me gusta mucho la lectura. Pero tus historias son tan interesantes que me encanta leerlas. —Katy P.
Ojalá pudiera pasarme la vida leyendo las historias de “La casa del árbol”. —Juliette S.
¡Los bibliotecarios y los
maestros también están
encantados con la colección!
Después de leer Piratas después del mediodía me di cuenta de que había muchos otros libros en la colección, de modo que encargué los restantes… Ojalá hubieras visto la reacción de mis niños al ver los nuevos libros. ¡Alegra el corazón de una maestra ver a sus alumnos pelearse por los libros! —D. Bowers
Te agradezco la maravillosa contribución a la literatura infantil. Mis alumnos también están agradecidos. —E. Mellinger
Tu colección es pura magia. —J. Royer
Utilizo tus libros para enriquecer mi actividad como docente. El momento de leer tus historias en el aula es el más sereno del día. —J. Korn
¡Por favor, no dejes de escribir estas historias! Realizas una gran labor al hacer que los niños aprendan a amar la lectura. —J. Arcadipane
Oír a los niños rogar por “un capítulo más” es el sueño de todo especialista en lectura y, con tus libros, mi sueño se ha hecho realidad. —K. Letsky
Queridos lectores,
La idea para este nuevo libro de la colección surgió a partir de un pequeño artículo que leí en el periódico. Un grupo de arqueólogos descubrió las ruinas de una biblioteca de papiros en una antigua ciudad del Imperio Romano. Era la ciudad Herculaneum que, tras la erupción de un volcán 2.000 años atrás, había quedado completamente sepultada. Era el mismo volcán que había destruido otra ciudad cercana, tal vez la más conocida para todos, la ciudad de Pompeya.
Siempre quise escribir un libro sobre esta ciudad, así que sólo tuve que darle rienda suelta a mi imaginación y ponerme a trabajar. Mudé la biblioteca a la ciudad de Pompeya y mandé a Annie y a Jack en una misión para buscar un papiro perdido… ¡justo en el momento en que un volcán estaba por entrar en erupción!
¡Espero que disfruten de este escalofriante viaje junto a Annie y a Jack, tanto como yo!
Les desea lo mejor,
LA CASA DEL ÁRBOL #13
Vacaciones al pie
de un volcán
Mary Pope Osborne
Ilustrado por Sal Murdocca
Traducido por Marcela Brovelli
Para Louis de Wolf-Stein,
quien siempre quiso que yo
escribiera sobre la ciudad de Pompeya.
VACACIONES AL PIE DE UN VOLCÁN
Spanish translation copyright © 2007 by Lectorum Publications, Inc.
Originally published in English under the title
VACATION UNDER THE VOLCANO
Text copyright © 1998 by Mary Pope Osborne
Illustrations copyright © 1998 by Sal Murdocca
This translation published by arrangement with Random House Children’s Books, a division of Random House, Inc.
MAGIC TREE HOUSE®
is a registered trademark of Mary Pope Osborne; used under license.
All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage or retrieval system, without permission in writing from the Publisher. For information regarding permission, write to Lectorum Publications, Inc., 205 Chubb Avenue, Lyndhurst, NJ 07071.
ISBN-13: 978-1-933032-19-1
ISBN-10: 1-933032-19-7
Printed in the U.S.A.
CWMO 10 9 8 7 6 5 4 3
Library of Congress Cataloging in Publication data is available.
e-ISBN: 978-1-941802-48-9
ÍNDICE
Código secreto
Jack sacó del cajón su tarjeta secreta de bibliotecario. Mientras sostenía en la mano la delgada plaquita de madera, recorría con la yema de los dedos las brillantes letras: MB.
—“Maestro Bibliotecario” —susurró por lo bajo.
No podía creerlo. Por fin, su hermana y él lo habían conseguido.
Se preguntó si debía llevarse la tarjeta secreta consigo de vacaciones. Estaba a punto de marcharse con su familia a las montañas por una semana.
Justo en ese momento, Annie se asomó a la habitación de su hermano.
—¿No quieres ir al bosque? —preguntó.
Todas las mañanas, Annie y Jack iban al bosque de Frog Creek para ver si Morgana le Fay y la casa del árbol habían regresado.
—No podemos. Estamos a punto de marcharnos —dijo Jack.
—Pero… ¿y si Morgana está allí? ¿Y si nos está esperando? —insistió Annie.
—De acuerdo —respondió Jack—. Vamos a echar un vistazo.
Guardó el cuaderno, el lápiz y la tarjeta secreta dentro de la mochila y bajó por las escaleras detrás de su hermana.
—¡Regresaremos pronto! —dijo Annie en voz alta.
—¡No se alejen demasiado! ¡Nos iremos en veinte minutos! —gritó el padre de ambos.
—No te preocupes, papá. Estaremos de vuelta en diez minutos —contestó Annie.
“Correcto”, pensó Jack. “Cinco minutos para llegar al bosque y cinco para regresar a casa”. Incluso si Morgana les tenía reservada una aventura, regresarían a la misma hora en que se habían marchado.
Bajo el sol radiante de la mañana, Annie y Jack salieron corriendo por la puerta principal, atravesaron el jardín y, rápidamente, bajaron por la calle.
—Anoche tuve una pesadilla —dijo Annie.
—¿Con qué soñaste? —preguntó Jack.
—Soñé con que algo se quemaba. Todo se veía muy oscuro y lleno de humo. Y el suelo temblaba sin parar. ¿Tú crees que fue un aviso, Jack?
—No. Las pesadillas nunca se cumplen, Annie —dijo Jack.
Se alejaron de la acera y se internaron en el bosque de Frog Creek. Allí todo estaba tranquilo y silencioso. Caminaron por entre los árboles, bañados por la luz del sol, hasta que se toparon con el roble más alto del bosque.
—¡Grandioso! —exclamó Annie.
Allí estaba. En la copa del roble estaba la casa del árbol. Y Morgana le Fay, asomada a la ventana, les hacía señas para que subieran.
—¡Hola, Maestros Bibliotecarios! —gritó.
Con picardía, Annie y Jack hicieron una reverencia.
—A sus órdenes, señora —contestó Annie.
—¡Vamos, suban! —insistió Morgana.
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