Continuaron su camino hacia el centro de la pirámide. Al rato, Jack notó que el suelo era completamente plano. El aire había cambiado. Se sentía mucho olor a humedad, como si estuvieran cerca de algo muy viejo. —¡Ahhhhhh! —se oyó de pronto un grito muy extraño, que resonó en toda la pirámide. A Jack se le cayó el libro de la mano.
De entre las sombras, emergió una silueta blanca que pasó por delante de los niños como un rayo. —¡Una momia! —¡Está viva! —gritó Annie. La casa del árbol #3 Una momia
al amanecer Mary Pope Osborne
Ilustrado por Sal Murdocca
Traducido por Marcela Brovelli Para Patrick Robbins, a quien tanto
le gusta el antiguo Egipto UNA MOMIA AL AMANECER Spanish translation copyright © 2002 by Editorial Atlántida, S.A.
Revised translation by Teresa Mlawer.
Originally published in English under the title
MAGIC TREE HOUSE #3: Mummies in the Morning
Text copyright © 1993 by Mary Pope Osborne.
Illustrations copyright © 1993 by Sal Murdocca.
All rights reserved under International and Pan-American Copyright Conventions. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage or retrieval system, without permission in writing from the Publisher. Published by arrangement with Random House Children’s Books,
a division of Random House, Inc., 1745 Broadway, New York, NY 10019. 978-1-930332-51-5 Printed in the U.S.A. 978-1-930332-51-5 Printed in the U.S.A.
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Osborne, Mary Pope.
[Mummies in the morning. Spanish]
Una momia al amanecer / Mary Pope Osborne ; ilustrado por Sal Murdocca. p. cm. – (La casa del árbol ; #3)
Summary: Jack and his younger sister take a trip in their tree house back to ancient Egypt, where they help a queen’s mummy continue her voyage to the Next Life.
ISBN 1-930332-51-3 (pbk.)
[1. 2. 2.
Mummies-Fiction. 3. Magic-Fiction. 4. Tree houses-Fiction. 5.
Spanish language materials.] I. Murdocca, Sal, ill. II. Title.
PZ73.0748 2003
[Fic]—dc21
2003005600 e-ISBN: 978-1-941802-38-0 Índice ¡Miau! —Todavía está aquí —dijo Jack. —Parece que no hay nadie —comentó Annie. Jack y su hermana, de siete años, se quedaron observando un enorme roble que estaba junto a ellos.
La casa del árbol estaba allí. Faltaba poco para el mediodía. El sol iluminaba el bosque con sus poderosos rayos. —¡Sssh! —exclamó Jack—. ¿Qué fue ese ruido? —¿Qué? —Oí un ruido —dijo Jack mirando a su alrededor—. —Yo no oí nada. ¡Ven, subamos! —dijo Annie. ¡Ven, subamos! —dijo Annie.
Agarró la escalera y comenzó a subir. Jack se dirigió sigilosamente hacia unos arbustos y apartó una pequeña rama. —¡Hola! ¿Hay alguien ahí? —preguntó Jack. Nadie contestó. —¡Sube, Jack! La casa está como la dejamos ayer. ¿Sería la persona que había puesto todos esos libros en la casa? —¡Jaaaack! Jack echó un vistazo por encima de los arbustos. ¿Y si la persona lo observaba en ese preciso momento? ¿Sería la misteriosa persona cuyo nombre empezaba con M? Tal vez esa persona M estaba allí porque deseaba recuperar el medallón de oro que Jack había encontrado en la época de los dinosaurios. ¿Y si la persona lo observaba en ese preciso momento? ¿Sería la misteriosa persona cuyo nombre empezaba con M? Tal vez esa persona M estaba allí porque deseaba recuperar el medallón de oro que Jack había encontrado en la época de los dinosaurios.
Quizás también buscaba el marcador de cuero que estaba en el libro de los castillos. El medallón tenía grabada la letra M. Y el marcador también tenía la misma M. Pero… ¿qué significaba aquella letra? —Mañana lo traeré todo —agregó Jack en voz alta. Una suave brisa atravesó el bosque y meció las hojas de los árboles. —¡Ven, Jack! Jack se acercó al pie del gran roble, agarró la escalera y comenzó a subir.
Entró por el agujero del suelo de la casa, se quitó la mochila de la espalda y se ajustó los lentes. —A ver… ¿qué libro vamos a elegir hoy? —preguntó Annie, mirando los libros esparcidos por toda la casa. Luego, tomó el libro de los castillos. —Mira, Jack, ya se secó. —Déjame ver. Jack tomó el libro y se quedó mirándolo.
Era asombroso. Aquel libro había estado en el foso del castillo el día anterior y ahora estaba completamente seco. Ese mismo libro los había llevado a Annie y a Jack a la época de los caballeros. Jack recordó al caballero y, con el pensamiento, le dio las gracias por haberlos rescatado a él y a su hermana. —¡Cuidado, Jack! —dijo Annie de repente, poniéndole el libro de los dinosaurios delante de la cara. —Guarda eso, ¿quieres? Dos días antes, ese mismo libro los había transportado a la época de los dinosaurios.
Jack pensó en el Pterodáctilo y le dio las gracias por haberlo salvado del Tiranosaurio. Cuando Annie puso el libro de los dinosaurios con los demás libros, se quedó con la boca abierta. —¡Ajá! —exclamó asombrada—. Mira esto, Jack. Annie había encontrado un libro sobre el antiguo Egipto. Al verlo, a Jack se le salieron los ojos de las órbitas.
Cuando lo tuvo en las manos notó que tenía un marcador verde de seda. Lo abrió en la página del marcador y encontró el dibujo de una pirámide. Una pomposa procesión se dirigía hacia la pirámide. Delante de la procesión, cuatro bueyes enormes tiraban de una carroza, que transportaba una caja alargada de oro. Detrás de la carroza desfilaban muchos egipcios. —Tenemos que ir. ¡Ahora mismo! —murmuró Annie. —Espera —dijo Jack. —Espera —dijo Jack.
Quería estudiar el dibujo más detenidamente. —Son pirámides, Jack. A ti siempre te gustaron. Era cierto. Las pirámides encabezaban la lista de sus cosas preferidas. Después seguían los caballeros, que estaban muy por delante de los dinosaurios, por supuesto.
Por lo menos, no corrían el riesgo de que una pirámide los devorara. —Está bien, vamos —dijo Jack—, pero llevemos el libro de Pensilvania por si tenemos que regresar rápidamente. Annie encontró el libro que tenía el dibujo de Frog Creek, Pensilvania. Luego, Jack señaló el dibujo de la pirámide en el libro del antiguo Egipto. Con voz firme dijo: —Queremos ir a este lugar. —¿Qué fue eso? —Jack se asomó por la ventana. —¿Qué fue eso? —Jack se asomó por la ventana.
Sobre una gruesa rama, cerca de la ventana, había un gato negro que miraba a Annie y a Jack fijamente. Jack nunca había visto un gato tan raro en toda su vida. Era de color negro y muy extraño. Tenía ojos amarillos, muy claros, y llevaba un collar ancho y dorado. —Es el gato que aparece en el libro de Egipto —susurró Annie. —¡Nos vamos, Jack! El viento sopló con toda intensidad y las hojas se sacudieron con furia. —¡Nos vamos, Jack! El viento sopló con toda intensidad y las hojas se sacudieron con furia.
La casa del árbol empezó a girar. Jack cerró los ojos de inmediato. Luego, la casa giró con más y más fuerza. De pronto, todo quedó en silencio. Un silencio absoluto. No se oía un solo ruido.
Ni un susurro. Jack abrió los ojos. Los potentes rayos del sol no le dejaban ver absolutamente nada. —¡Miau! ¡Oh, una momia! Annie y Jack se asomaron por la ventana. La casa del árbol estaba en la copa de una palmera, en medio de un palmar que parecía un parche verde sobre la arena del desierto, que se veía a lo lejos. —¡
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