• Quejarse

Joan Didion - El año del pensamiento mágico

Aquí puedes leer online Joan Didion - El año del pensamiento mágico texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2005, Editor: ePubLibre, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Joan Didion El año del pensamiento mágico

El año del pensamiento mágico: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El año del pensamiento mágico" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Joan Didion: otros libros del autor


¿Quién escribió El año del pensamiento mágico? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

El año del pensamiento mágico — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" El año del pensamiento mágico " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Unas memorias conmovedoras sobre la enfermedad y la muerte a través de la - photo 1

Unas memorias conmovedoras sobre la enfermedad y la muerte a través de la experiencia personal de la periodista y escritora Joan Didion. Este libro memorable ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. En él, la escritora Joan Didion, una de las autoras norteamericanas más reputadas de finales del siglo XX, narra con una fascinante distancia emocional la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne. Este libro tan breve como intenso es, por consiguiente, una reflexión sobre el duelo y la crónica de una supervivencia.

El año del pensamiento mágico obtuvo el National Book Award en 2005.

Joan Didion El año del pensamiento mágico ePub r10 Titivillus 230418 Título - photo 2

Joan Didion

El año del pensamiento mágico

ePub r1.0

Titivillus 23.04.18

Título original: The Year of Magical Thinking

Joan Didion, 2005

Traducción: Javier Calvo Perales

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

Este libro es para John y para Quintana JOAN DIDION Sacramento 1934 Es - photo 3

Este libro es para John y para Quintana

JOAN DIDION Sacramento 1934 Es novelista y periodista Graduada por la - photo 4

JOAN DIDION (Sacramento, 1934). Es novelista y periodista. Graduada por la Universidad de Berkeley en California, comenzó trabajando en la revista Vogue, donde fue editora y crítica de cine. Ha sido colaboradora habitual de The New York Review of Books. Junto a su marido, John Gregory Dunne, escribió también guiones cinematográficos. Es autora de las novelas Run River, Play It as It Lays, Book of Common Prayer, Democracy y The Last Thing He Wanted, de un libro de memorias, Where I Was From, y de diversos libros de ensayo sobre la cultura y la política norteamericanas, una selección de los cuales se incluyen en Los que sueñan el sueño dorado. El año del pensamiento mágico fue ganadora del National Book Award y finalista del Premio Pulitzer y del National Book Critics Circle Award, y tuvo un gran éxito de crítica y ventas. Didion publicó luego Noches azules, donde profundiza sobre la vida y la muerte de su hija.

1

La vida cambia deprisa.

La vida cambia en un instante.

Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.

La cuestión de la autocompasión.

Estas son las primeras palabras que escribí después de que pasara. El archivo de Microsoft Word («Notas sobre el cambio.doc») lleva la fecha «20 de mayo de 2004, 23.11», pero debe de ser porque abrí el archivo y pulsé «guardar» automáticamente al cerrarlo. En mayo yo no introduje ningún cambio en aquel archivo. Llevaba sin cambiar nada desde el momento en que había escrito aquellas primeras palabras, en enero de 2004, un día, dos o tres después de que pasara.

Estuve mucho tiempo sin escribir nada más.

La vida cambia en un instante.

El instante normal.

En algún momento, a fin de recordar lo que más me había impresionado del suceso, me planteé añadir esas palabras: «el instante normal». Enseguida vi que no hacía falta añadir la palabra «normal», puesto que era imposible olvidarlo: la palabra no se me iba nunca de la cabeza. De hecho, era la naturaleza normal de todo lo que había precedido al suceso lo que me impedía creer de verdad que había sucedido, absorberlo, incorporarlo, dejarlo atrás. Ahora me doy cuenta de que esto no tiene nada de raro: cuando tenemos delante un desastre repentino, siempre nos fijamos en lo anodinas que eran las circunstancias en las que ha tenido lugar lo impensable, en el cielo azul claro del que ha caído el avión, en el recado rutinario que ha terminado con el coche en llamas en el arcén, en los columpios donde los niños estaban jugando como de costumbre cuando la serpiente de cascabel atacó desde la hiedra. «Estaba volviendo a casa del trabajo, feliz, triunfador y sano, y de repente ya no existía», leí en el testimonio de una enfermera psiquiátrica cuyo marido se mató en accidente de carretera. En 1966 me dediqué a entrevistar a mucha gente que había estado viviendo en Honolulú la mañana del 7 de diciembre de 1941. Toda aquella gente sin excepción iniciaba sus testimonios del ataque a Pearl Harbor diciéndome que había sucedido «una mañana de domingo completamente normal». «Era un día precioso de septiembre, normal y corriente», sigue diciendo la gente cuando les pides que te describan la mañana en Nueva York en que el vuelo 11 de American Airlines y el 175 de United Airlines fueron estrellados contra las torres del World Trade Center. Hasta el informe de la Comisión del 11-S se abría con esta nota narrativa insistentemente premonitoria y sin embargo todavía demudada de asombro: «El martes, 11 de septiembre de 2001, amaneció templado y casi sin nubes en el este de Estados Unidos».

«Y de repente… ya no existía». En mitad de la vida estamos en la muerte, dicen los episcopalianos junto a la tumba. Más tarde me di cuenta de que durante aquellas primeras semanas le debí de repetir los detalles de lo sucedido a todo el mundo que vino a casa, a todos los amigos y parientes que trajeron comida, prepararon bebidas y pusieron platos en la mesa del comedor para toda la gente que se presentaba a comer o a cenar, a todos aquellos que recogieron los platos y congelaron las sobras y pusieron en marcha el lavavajillas y llenaron nuestra casa (todavía no conseguía pensar en ella como mi casa) por lo demás vacía, aun después de que yo me fuera al dormitorio (nuestro dormitorio, sobre cuyo sofá seguía habiendo un albornoz de toalla de la talla XL comprado en la década de 1970 en el Richard Carroll de Beverly Hills) y cerrara la puerta. Aquellos momentos en que me vencía abruptamente el agotamiento son lo que recuerdo mejor de los primeros días y semanas. No recuerdo haberle contado a nadie los detalles, pero debí de hacerlo, porque todo el mundo parecía conocerlos. En un momento dado me planteé la posibilidad de que se hubieran contado los detalles de la historia entre ellos, pero la rechacé de inmediato: la historia que conocían era en todos los casos demasiado precisa para haber corrido de boca en boca. Venía de mí.

Otra razón de que yo supiera que la historia venía de mí era que ninguna de las versiones que yo había oído incluía los detalles que yo todavía no podía afrontar, como, por ejemplo, la sangre en el suelo de la sala de estar, que se quedó allí hasta que José llegó por la mañana y la limpió.

José. Que formaba parte de nuestro hogar. Que se suponía que tenía que volar a Las Vegas aquel mismo día, el 31 de diciembre, pero al final se quedó sin ir. Aquella mañana José estuvo llorando mientras limpiaba la sangre. Cuando le conté lo que había pasado, al principio no me entendió. Estaba claro que yo no era la narradora ideal de aquella historia, mi versión tenía algo que resultaba al mismo tiempo demasiado brusco y demasiado elíptico, mi tono tenía algo que no conseguía comunicar el dato central de la situación (una incapacidad que me volví a encontrar más tarde, cuando se lo tuve que contar a Quintana), pero cuando José vio la sangre, sí que lo entendió.

Yo había recogido las jeringas abandonadas y los electrodos del electrocardiógrafo antes de que él llegara por la mañana, pero con la sangre no había podido.

A grandes rasgos.

Ahora, cuando me pongo a escribir esto, es el 4 de octubre de 2004 por la tarde.

Hace nueve meses y cinco días, sobre las nueve en punto de la noche del 30 de diciembre de 2003, mi marido, John Gregory Dunne, pareció experimentar (o experimentó), sentado a la mesa donde los dos nos disponíamos a cenar en la sala de estar de nuestro apartamento de Nueva York, un infarto masivo y repentino que le causó la muerte. Nuestra única hija, Quintana, llevaba cinco noches inconsciente en una unidad de cuidados intensivos de la División Singer del Centro Médico Beth Israel, un hospital que había por entonces en la avenida East End (cerró en agosto de 2004), conocido más habitualmente como «el Beth Israel Norte» o «el antiguo Doctors’ Hospital», donde lo que había parecido un simple caso de gripe estacional lo bastante grave como para hacerla ir a urgencias el día de Navidad por la mañana se había agravado espectacularmente hasta convertirse en neumonía y choque séptico. Este es mi intento de asimilar el período que vino a continuación: las semanas y después los meses que se llevaron por delante cualquier idea fija que yo pudiera tener de la muerte, de la enfermedad, de la probabilidad y de la suerte, tanto buena como mala; del matrimonio, los hijos y los recuerdos; del dolor y las formas en que la gente afronta y no afronta el hecho de que la vida se termina; de lo superficial que es la cordura, de la vida en sí misma. Llevo toda la vida siendo escritora. Y en calidad de escritora, ya de niña, mucho antes de que empezaran a publicarme lo que escribía, desarrollé la sensación de que el significado en sí residía en los ritmos de las palabras, las oraciones y los párrafos, técnicas para ocultar lo que fuera que yo pensaba o creía detrás de una pátina cada vez más impenetrable. Mi forma de escribir es mi forma de ser, o la forma en que he acabado siendo, y sin embargo en el presente caso me gustaría tener, en vez de las palabras y sus ritmos, una sala de montaje equipada con una Avid, un sistema de edición digital que me permitiera pulsar una tecla y desmontar la secuencia temporal, mostrarles a ustedes todos los fotogramas de la memoria que me vienen ahora a la cabeza, dejar que sean ustedes quienes elijan las tomas, las expresiones ligeramente distintas, las lecturas variantes de las mismas líneas. En este caso las palabras no me bastan para encontrar los significados. En este caso necesito que lo que yo pienso y creo sea penetrable, al menos para mí misma.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «El año del pensamiento mágico»

Mira libros similares a El año del pensamiento mágico. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «El año del pensamiento mágico»

Discusión, reseñas del libro El año del pensamiento mágico y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.