Fernando de Orbaneja - España, historia de un fracaso
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- Libro:España, historia de un fracaso
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2013
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España, historia de un fracaso: resumen, descripción y anotación
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A modo de introducción.
Recibe el nombre de jingoísmo «la patriotería exaltada que propugna la agresión contra otras naciones», con frecuencia fomentada por los gobiernos para ocultar sus errores. En España hemos sufrido un jingoísmo cavernícola que se ha enfrentado a otros países por defender los intereses de la Iglesia, a veces con grave daño para nuestros logros. Desgraciadamente aún no hemos conseguido sacudirnos el yugo de la Iglesia, un yugo que identifica el patriotismo con catolicismo, lo que ha dado motivo a episodios realmente bochornosos y lamentables confusiones.
La Iglesia, apoyándose en una supuesta y temible otra vida, se ha adueñado de la presente y ha enterrado el pensamiento libre con imaginarias revelaciones divinas. Con sus ritos, anuló muchas de las viejas tradiciones ibéricas y con su intransigencia arruinó la convivencia con otras culturas. Hemos sido, y tristemente seguimos siendo, víctimas del matrimonio entre el trono y el altar, y encima se pretende, como propugna la Iglesia en las nupcias, que dure «hasta que la muerte los separe»; lo que está por ver es quién morirá primero, aunque es muy posible que los dos terminen sus días al mismo tiempo. Mientras España no se desprenda del yugo eclesiástico nunca podrá llegar a ser la verdadera España.
Trato en este ensayo de resaltar la constante alianza entre los reyes y los obispos y de desmontar los mitos nacionales, alimentados por el franquismo y jaleados por la Iglesia, como los reinados de los Reyes Católicos, los Austrias y los Borbones. Estas falsedades han hecho brotar unos nacionalismos tan ficticios y dañinos como el centralista. Como la historia de todos los países, la nuestra está llena de contradicciones, de absurdos y de disparates, todo ello mezclado con algún acierto, aunque de éstos más bien pocos. A pesar de los pesares, hemos avanzado mucho en bienestar material, pero hemos retrocedido en educación y en ética.
Es la nuestra una historia triste, fruto de la incompetencia de los gobernantes, de los frecuentes desastres económicos, políticos y militares y del sometimiento a la Iglesia católica. Nuestra historia es la historia de lo que pudo haber sido y no fue; de lo que, en repetidas ocasiones, unos estadistas intentaron y el oscurantismo religioso malogró. Los reaccionarios de siempre han calificado estos intentos de utopías, como si la utopía fuera un mal, cuando a lo largo de la historia sólo las utopías han movido el mundo y han liberado al hombre, pues nunca es éste tan sublime como cuando lucha por una utopía.
Y nos ha ido mal. En gran medida, por la falta de una rigurosa formación, por la tendencia atávica a mitificar todo, a inventar lo que ya está descubierto y a anegar la grandeza de las ideas en el cenagal de las ambiciones mezquinas. Hemos luchado a menudo por unos ideales, las más de las veces perjudiciales para nuestros intereses, en vez de combatir por la prosperidad del país, por el bienestar de los españoles, por su educación. Parece ser, a fuer de optimista, que esa tendencia se está modificando, o es lo que me gustaría creer.
Si soy sincero, he de decir que investigar los hechos y dichos de la casi totalidad de los gobernantes y de los políticos de nuestro país me ha causado una profunda decepción. Una gran parte de nuestros reyes remaron con el menor esfuerzo posible y sin preocuparse de mejorar la vida de sus súbditos y de enriquecer al país que gobernaban. Se rodearon de ineptos aduladores, desechando la cooperación de personas idóneas porque no compartían las mismas creencias religiosas o políticas. Alguien escribió acertadamente: «La invidencia del egregio es más negativa que la ceguera del gregario».
El siglo actual está por ver con perspectiva histórica, pero sus expectativas no son mejores, y sospecho que pecan de mediocres. Para mejorar tendremos que ser conscientes de nuestros defectos, y los mayores defectos del pueblo español son la ignorancia y la envidia, y de sus dirigentes su carencia de auténtico patriotismo y de sentido pragmático. La ignorancia, endémica y sin vías claras de solución por ahora, ha llevado al pueblo a una excesiva sumisión a los gobernantes, y a dejarse arrastrar por los demagogos de turno. La necedad ha llevado a algunos a presumir de no saber nada, pero de intuirlo todo; incluso, en determinadas épocas, ha sido sospechosa la afición a la lectura (¿y sigue siendo?). La envidia ha frustrado no pocos inteligentes proyectos; se han dado casos en los que algunos resentidos han llegado a envidiar hasta los defectos de sus rivales. Lo peor es que la envidia, unida a la ignorancia, ha conducido a acciones no siempre fecundas y con frecuencia insensatas, cuando no ha llevado al odio y a la muerte, como ha ocurrido tantas veces.
La escritora Monika Zgustova dice muy atinadamente: «Pensar ha sido siempre poner en cuestión el orden del mundo. Y el mundo lo ordena el poder. Quien piensa cuestiona, pues, el poder. De ahí que pensar sea una actividad peligrosa». Plutarco decía: «A la historia le cuesta mucho trabajo descubrir la verdad, porque tanto la envidia como la adulación la corrompen y desfiguran». Fernando Díaz señala: «Si algo se acaba sabiendo cuando ya no importa es que no se ha acabado sabiendo… Los taquígrafos y la luz llegarán luego, cuando ya no hay nada que hacer». Teniendo en cuenta estas sabias citas, he considerado necesario cuestionar el poder y buscar la verdad, sobre todo la realidad de hoy para corregirla, sin adulaciones, sin descalificaciones ni envidias.
En ese sentido ésta es una historia de España atípica, porque no es un ensayo científico ni erudito, ni pretende serlo, se trata simplemente de comentar la increíble historia de un pueblo que ha sido capaz de sobrevivir a tanto fracaso, y de ahí el título de la obra. Soy consciente de mi osadía, cuando existen tantos y tan excelentes libros de historia, pero me temo que se olvida con frecuencia el parecer de un ciudadano normal y corriente, que ha sufrido y sufre las insensateces de los políticos y las falacias de los pseudohistoriadores. Pretendo descubrir la mentira colectiva, desenmascarar tantas falsedades y someter todo a debate, practicando el juego limpio. Hay que tener en cuenta que el hombre trata de destruir aquello que teme, y nada teme el hombre tanto como la verdad.
He querido acompañar los capítulos siguientes con unas ilustraciones que proceden, como se puede adivinar fácilmente, de libros de texto de una época no tan lejana. Son, por tanto, parte de esta historia que relato a continuación y confío en que muestren a su manera aquello que he procurado poner por escrito.
FERNANDO de ORBANEJA, Inició el bachillerato en el Instituto Zorrilla, finalizándolo en el Colegio San José de los Jesuitas. Estudió Ingeniería Industrial en la ETSII de Barcelona, doctorándose en la de Madrid. Dedicó su vida a la organización empresarial tanto en España como en Centro y Sur América. También ejerció labor docente en la Universidad MC Kenzie de Sao Paulo y en la Escuela de Administración de Empresas de Barcelona. Se dedicó a la escritura tras su jubilación.
Es autor de libros de temas variados como historia, política, religión e iglesia.
Al sufrido pueblo español,
capaz de sobrevivir a tanto desastre.
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