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Erwin Rommel - La infantería al ataque

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Erwin Rommel La infantería al ataque
  • Libro:
    La infantería al ataque
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1937
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La infantería al ataque: resumen, descripción y anotación

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Capítulo 1

Los combates en Bleid y el Bosque de Doulcon

I. El comienzo. Ulm, 31 de Julio de 1914

El peligro de guerra pendía ominosamente sobre la nación alemana. ¡Por todas partes, caras serias y preocupadas! Disparatados rumores que se propagaban con la mayor rapidez llenaban el ambiente. Desde el amanecer todos los tablones de anuncios públicos habían estado rodeados de gente. Una edición extraordinaria de los periódicos seguía a otra.

A primera hora la 4.ª Batería del 49.º Regimiento de Artillería de Campaña cruzaba apresurada la antigua ciudad imperial. Die Wacht am Rhein resonaba por las estrechas calles.

Yo cabalgaba como un Leutnant de infantería y jefe de sección en la gallarda batería Fuchsen a la que había estado destinado desde el 1 de marzo. Trotamos bajo el brillante sol matutino, realizamos nuestros ejercicios habituales, y regresamos después a nuestros cuarteles acompañados por una muchedumbre entusiasta cuyo número alcanzó varios millares.

Durante la tarde, mientras se estaban comprando caballos en el patio del cuartel, obtuve la licencia de mi destino. Como la situación parecía de lo más seria, yo anhelaba volver a mi propio regimiento, el Koenig Wilhelm I, para estar de nuevo con los hombres cuyos dos últimos años de entrenamiento había supervisado en la 7.ª Compañía, 124.º de Infantería (6.º de Württemberg).

Junto al Musketier Hänle, empaqué apresuradamente mis pertenencias; y a última hora de la tarde llegamos a Weingarten, nuestra plaza de guarnición.

El 1 de agosto de 1914 había mucha actividad en los cuarteles del regimiento, el imponente edificio del antiguo monasterio de Weingarten. ¡Se estaba probando el equipo de campaña! Me presenté en la plana mayor y saludé a los hombres de la 7.ª Compañía a los que iba a acompañar en campaña. Todas las jóvenes caras irradiaban alegría, animación y expectación. ¿Hay algo mejor que marchar hacia el enemigo a la cabeza de tales soldados?

A las 18.00, inspección del regimiento. El Oberst Haas acompañó su meticulosa inspección del regimiento vestido de feldgrau con un encendido discurso. Justo cuando rompíamos filas, llegó la orden de movilización. Ahora la decisión ya estaba tomada. El grito de los jóvenes germanos ansiosos de batalla resonó por los grises y venerables edificios monásticos.

El 2 de agosto, ¡un domingo revestido de circunspección! Los servicios religiosos del regimiento se celebraron bajo el sol radiante, y al caer la tarde el orgulloso 6.º Regimiento de Württemberg salió desfilando al son de la banda de música y subió a un tren hacia Ravensburg. Una interminable procesión de trenes de tropas rodaba en dirección oeste hacia la frontera amenazada. El regimiento partió al ocaso entre vítores. Para gran decepción mía, me vi obligado a quedar atrás unos pocos días a fin de organizar a nuestros reservistas. Temí que me iba a perder el primer combate.

El viaje hasta el frente el 5 de agosto, cruzando los hermosos valles y hondonadas de nuestra tierra natal y entre los vítores de nuestro pueblo, fue indescriptiblemente hermoso. Las tropas cantaban y en cada parada eran colmados de fruta, chocolate y panecillos. De paso por Kornwestheim, vi a mi familia durante unos breves momentos.

Cruzamos el Rin durante la noche. Los reflectores rastrillaban el cielo al acecho de aviones o dirigibles enemigos. Nuestras canciones se habían ido apagando. Los soldados dormían en todas las posturas. Yo viajaba en la locomotora, mirando ora al fogón ora hacia la crepitante, susurrante y sofocante noche estival preguntándome que traerían los días próximos.

Al atardecer del 6 de agosto llegamos a Königsmachern, cerca de Diedenhofen, y dejamos encantados los hacinados compartimentos del tren militar. Atravesamos marchando Diedenhofen hasta Ruxweiler. Diedenhofen no era una vista bonita con sus casas y calles sucias y sus gentes taciturnas. Parecía tan diferente de mi hogar en Suabia.

Continuamos la marcha, y al anochecer se declaró un aguacero torrencial. Pronto no quedaba un jirón de ropa seca sobre nuestros cuerpos, y las mochilas empapadas empezaron a hacerse pesadas. ¡Menudo comienzo! Se escuchaban disparos aislados perdidos en la distancia. Sobre la medianoche nuestra sección llegó a Ruxweiler sin sufrir ninguna baja durante la marcha de seis horas. El jefe de la compañía, Oberleutnant Bammert, nos esperaba. Nos tocó amontonarnos sobre lechos de paja.

II. En la frontera

Durante los días siguientes, una instrucción constante puso a punto a nuestra compañía ahora en pie de guerra. A parte de ejercicios de sección y compañía, fuimos sometidos a una amplia variedad de ejercicios de combate en los cuales se puso gran énfasis en el uso de los útiles de zapador. Además, yo pasé varios días de guardia tranquilos y lluviosos con mi Sección en las inmediaciones de Bollingen. Aquí algunos de mis hombres y yo sufrimos trastornos estomacales por culpa de la comida grasosa y el pan mal cocido.

El 18 de agosto empezamos nuestro avance principal hacia el norte. Yo cabalgaba en la segunda montura de mi jefe de compañía. Cantando alegremente, cruzamos la frontera germano-luxemburguesa. La gente era amistosa y trajo fruta y bebida para las tropas que marchaban. Entramos en Budersberg.

El 19 temprano, nos desplazamos hacia el suroeste, pasamos bajo el cañón de la fortaleza francesa en Longwy, y vivaqueamos en Dahlem. La primera batalla estaba próxima. Mi estómago me daba un montón de problemas, y ni siquiera una dieta a base de chocolate y Zwieback me trajo alivio. No tenía intención de presentarme en la enfermería ya que no quería que me tomasen por un escaqueado.

El 20 de agosto, después de una calurosa marcha alcanzamos Meix-la-Tige en Bélgica. El 1.er batallón guarneció la línea de avanzadas y el 2.º Batallón proporcionó seguridad local. La población era muy reservada y reticente. Unos pocos aviones enemigos aparecieron y se les hizo fuego sin resultado.

III. Descubierta en dirección a Longwy y preparativos para la primera batalla

El día siguiente debía ser un día de descanso. A primeras horas de la mañana, varios compañeros oficiales y yo nos presentamos al Oberst Haas que ordenó a cada uno de nosotros que llevase un destacamento de reconocimiento de cinco hombres más allá de Barancy y Gorcy en la dirección de Cosnes cerca de Longwy para establecer el dispositivo y fuerza enemigos. La distancia de ida era de trece kilómetros, así que para ahorrar tiempo obtuvimos permiso para ir en carromato hasta el puesto avanzado. Nuestro caballo percherón belga se desbocó mientras aún estábamos en Meix-la-Tige, y el resultado fue un aterrizaje sobre un montón de estiércol. Con un carromato averiado por todo resultado de nuestros esfuerzos, continuamos nuestro camino a pie.

Bajo el peso de la responsabilidad sobre vidas humanas, avanzamos con un grado de cautela mayor del que era normal en las maniobras en tiempo de paz. Dejamos el pueblo usando una zanja que corría junto al borde de la carretera. La carretera discurría a través de campos de grano de camino a Barancy que los informes del día anterior daban como ocupada por débiles fuerzas enemigas. Al llegar la encontramos desocupada; y dejando la carretera general y atravesando campos de cereales cruzamos la frontera franco-belga, alcanzamos la linde meridional del bosque de Mousson, y después descendimos hacia Gorcy. El destacamento al mando del Leutnant Kirn nos seguía, cubriendo nuestro movimiento a través de Gorcy desde la cima de una colina.

Sobre la carretera general Gorcy-Cosnes, encontramos indicios de que infantería y caballería enemigas se estaban desplazando en dirección a Cosnes. Se imponía una mayor cautela; salimos de la carretera y continuamos nuestra marcha a través de la crecida vegetación que la bordeaba. Manteniendo una atenta observación de la carretera, finalmente alcanzamos un grupo de bosques quinientos metros al oeste de Cosnes. Estudié el terreno con prismáticos pero no vi tropas francesas. Cuando íbamos cruzando los campos abiertos hacia Cosnes, nos topamos con una anciana que trabajaba pacíficamente. Nos contó en alemán que las tropas francesas habían dejado Cosnes camino de Longwy una hora antes y que no quedaban más tropas en Cosnes. ¿Sería cierta la historia de la anciana?

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