Emmanuel Carrére - Conviene tener un sitio adonde ir
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- Libro:Conviene tener un sitio adonde ir
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2016
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Conviene tener un sitio adonde ir: resumen, descripción y anotación
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Título original: Il est avantageux d’avoir où aller
Emmanuel Carrére, 2016
Traducción: Jaime Zulaika
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
[1] Fundado en 1901, el Concours Lépine es una feria francesa en la que se presentan y se premian diversas categorías de inventos. Actualmente es el salón de inventores más importante de Francia y uno de los más reputados a escala internacional.
[2] Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia.
[3] Escritor cuya obra tuvo en su época un éxito similar al de Alexandre Dumas y al del propio Balzac.
[4]La Familia Fenouillard, uno de los primeros tebeos publicados en Francia en el siglo XIX, caricaturiza a la familia burguesa media, adinerada pero simplona e inculta.
[5]Adiós, amigo, título de la película Adieu l’ami , dirigida en 1968 por Jean Herman, con guión de Sébastien Japrisot.
[6] Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa.
[7] Segundo nombre de la policía estatal de la Unión Soviética de 1922 a 1934. Reemplazó a la Cheka y fue sustituida por el NKVD.
[8] No. (Nota de Olivier Rolin).
[9] Me dieron a entender que era mejor no incluirlo. (Nota de Olivier Rolin).
[10] Combinación de bourgeois bohemian (burgueses-bohemios), término acuñado por David Brooks en su libro Bobos in Paradise para designar a los descendientes de los yuppies de los años noventa.
[11] Sede en París de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas.
[12] Jacques Chancel fue un escritor y periodista francés muy popular por sus programas de entrevistas en televisión. Noël Godin es un anarquista y cómico belga que se hizo famoso por arrojar tartas a la cara a personalidades políticas y sociales.
[13] Restaurantes del Corazón, asociación muy popular en Francia, declarada de utilidad pública, fundada por el cómico Coluche, que entre otras acciones reparte alimentos entre familias desfavorecidas.
[14] La Régie Autonome des Transports Parisiens (Red Autónoma de Transportes de París).
[15] Empresa francesa de transporte rápido de paquetes voluminosos.
[16] Carretera de circunvalación que rodea todo el perímetro de París.
[17] Siempre ha sido así el estilo de mi relación con Renaud Camus: esta cortesía china, pero un poco paródica, en que cada uno elogia al otro y se califica a sí mismo de humilde gusanillo. Me he propasado un poco, en este caso.
[18] Alumno o titulado de L’École Nationale d’Administration (ENA), donde se forman los cuadros dirigentes en Francia.
[19] Es el primer texto de este libro.
«Conviene tener un sitio adonde ir», sentencia el I-Ching, y Emmanuel Carrère tiene claro adónde quiere llegar. Este volumen reúne una treintena de textos periodísticos y ensayos literarios escritos entre 1990 y 2015, en los que el autor demuestra su virtuoso dominio de géneros como la crónica, el reportaje, el artículo de opinión o el ensayo; piezas que forman parte esencial de su corpus literario. El libro incluye entre otras jugosas propuestas la memorable crónica de una fallida entrevista a Catherine Deneuve; viajes a la Rumanía post-Ceaucescu en busca de las huellas de Drácula, a Sri Lanka después de un tsunami y a Davos y sus foros elitistas; sugestivos textos sobre escritores singulares como Lovecraft, Philip K. Dick, Sébastien Japrisot o Leo Perutz; un fugaz encuentro neoyorquino con el novelista de culto Luke Rhinehart; piezas sobre clásicos como Balzac o Defoe; la historia de una joven madre seropositiva cuya degradación física documentan las fotografías de Darcy Padilla, o los nueve textos que Carrère escribió para una revista italiana con la premisa de proyectar una mirada masculina sobre el mundo femenino, y que culminan con una pieza sobre orgasmos y squirting cuyo desinhibido tono pornográfico supuso el abrupto final de la colaboración.
El resultado es un libro imprescindible tanto para incondicionales de Carrère —hay piezas que son el germen de novelas posteriores— como para cualquiera interesado en la fructífera relación entre periodismo y literatura, dos géneros por los que Carrère se mueve con singular pericia. Aquí tiene el lector, compendiado, al Carrère periodista, parte esencial del Carrère escritor.
Emmanuel Carrére
ePub r1.0
Titivillus 18-11-2017
1. «Me alegro de que mi madre esté viva».
El 21 y 22 del pasado noviembre, un joven de veintiún años, Franck B., comparecía ante el tribunal penal de Melun por haber tratado de matar a Hélène R., su madre biológica. He aquí su historia.
Veinte años atrás, Hélène R. todavía no era una «madre biológica», sino solo una madre soltera, y estaba aterrada por lo que le sucedía. Había dado a luz sin haberse atrevido a contárselo a nadie, y había perdido su puesto de chica para todo y la habitación que acompañaba al empleo. Vagaba de un hogar a otro con su hijo pequeño, luego con él y una gran barriga y luego con sus dos hijos pequeños, dado que, como la repetición es lo propio del infortunio, Alexandre había nacido dos años después de Franck y de un padre también desconocido. Enclaustrada en el silencio, el miedo y la costumbre de los desaires, no sabía a quién dirigirse para obtener ayuda, ni qué clase de ayuda deseaba exactamente. La DASS (Dirección de Asuntos Sanitarios y Sociales), a la cual se recurre en un caso semejante, tampoco sabía muy bien si era mejor ayudarla a cuidar de sus hijos o a librarse de ellos.
Sin duda habrían sufrido menos si hubieran sido abandonados de una vez por todas en lugar de ir yendo y viniendo de niñeras negligentes a familias provisionales, pero su madre no lograba decidirse por la separación definitiva. Dudaba, volvía a buscarlos justo antes de la fecha límite, de modo que el abandono, consumado finalmente en 1974, se escalonó a lo largo de cinco años. Hoy dice que firmó el funesto papel sin entender lo que hacía. También dice que, incluso tras haberlo firmado, esperaba volver a ver a sus hijos, y que hizo un trámite en la DASS a este respecto. Pero esta vez era demasiado tarde: los habían adoptado.
A Hélène solo le quedaba llorar todas las noches, callarse como se había callado siempre, y para consolarse, y también para hacerse más daño, imaginaba que sus hijos, en algún lugar de Francia, vivían en casa de gente «bien», que los quería y a la que querían.
En esto no se equivocaba. Los B. eran sin duda gente bien: habían adoptado juntos a Franck y Alexandre, al que rebautizaron Alain porque, a diferencia de su hermano, era lo bastante pequeño para no acordarse de su nombre.
Todos los padres, desde el día en que se convierten en tales, descubren maravillados un miedo que ya nunca los abandonará, y es inevitable que este temor sea más fuerte aún en los padres adoptivos. Se intuye que los B. profesaron a sus hijos un amor inquieto, escrupuloso, que a la menor alerta temía no estar a la altura. Pues bien, las alertas llegaron y, tal como cabía esperar, procedían de Franck. Era un niño difícil, taciturno, rebelde. Los B. hicieron todo lo posible para comportarse como si Franck fuera verdaderamente su hijo y ejercer sobre él, sin mala conciencia, una sana autoridad. Pero a pesar de ello, o a causa de ello, el fracaso, tanto a la hora de moldear su carácter como en la escuela, se acentuó con el paso de los años, consternando al señor B. hasta el punto de que su mujer prefiriese ahorrarle el disgusto de enseñarle lo que había descubierto en la habitación de Franck y que debía más tarde, al pasar de mano en mano, dar escalofríos al jurado encargado de juzgarlo: una esquela, auténtica, debidamente impresa, mediante la cual el señor y la señora B. y Alain anunciaban afligidos la muerte de su hijo y hermano Franck, sobrevenida en su decimoquinto año de edad. La fecha estaba en blanco.
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