• Quejarse

Franz Kafka - Cartas a Milena

Aquí puedes leer online Franz Kafka - Cartas a Milena texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1952, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Franz Kafka Cartas a Milena
  • Libro:
    Cartas a Milena
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1952
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Cartas a Milena: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Cartas a Milena" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Franz Kafka: otros libros del autor


¿Quién escribió Cartas a Milena? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Cartas a Milena — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Cartas a Milena " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Nota de la traductora

Milena Jesenská y Kafka se conocieron de un modo casual. En el otoño de 1919, Milena, que vivía en Viena, había hecho una visita esporádica a Praga, su ciudad de origen. Allí, ella y su marido se reunieron en un café con un grupo de literatos, Kafka entre ellos. Como casi todos los judíos de Praga, Kafka tenía el alemán como lengua materna, pero comprendía bien el checo; Milena, en cambio, cuya lengua materna era el checo, entendía mal el alemán. Milena aprovechó aquella ocasión para indicarle que tenía intención de traducir sus relatos al checo. Éste fue el punto de partida de una relación amorosa tan apasionada como sorprendente.

Milena había nacido en 1896 en el seno de una familia de la alta burguesía checa. Alumna de un colegio de élite femenino, tuvo una sólida formación escolar, que se intensificó, por deseos del padre, al morir a la edad de dos años el único hijo varón de la familia. La madre enfermó pronto y murió cuando Milena, quien, por expreso deseo del padre, durante tres años hubo de cuidarla cada día al volver del colegio, tenía dieciséis años. Muerta la madre, Milena, hasta entonces una jovencita dócil y aplicada, se transformó en todo lo contrario: gastaba sin medida, falsificaba la firma del padre para sacar dinero del banco, robaba cocaína de la consulta del padre (catedrático de odontología), tenía innumerables aventuras amorosas y a los 21 años ya había abortado dos veces. El padre, nacionalista y antisemita, detestaba a los alemanes y más aún a los judíos. Y su hija abandona la carrera de medicina y se enamora justamente de Ernst Pollak, judío de Praga, conquistador empedernido y de pocos recursos económicos aunque de enorme prestigio en el mundo literario. Eso fue el límite de lo que podía soportar Jan Jesenský: como la hija era todavía menor de edad, la encierra en un sanatorio psiquiátrico, y allí pasa Milena nueve meses sin dar su brazo a torcer hasta que el padre cede y le permite que se case con Pollak, a condición de que ambos se marchen de Praga. Pollak, que trabaja en un banco, encuentra empleo en Viena y allí se trasladan ambos en 1918, unos meses antes del final de la Gran Guerra.

Por esas fechas, y sobre todo en los años posteriores a la derrota, Viena, hasta entonces capital del imperio austro-húngaro, se encontraba en una situación catastrófica: los pocos víveres a los que se tenía acceso eran carísimos, el sueldo de Ernst Pollak no bastaba en absoluto para vivir los dos y Milena, que no era un modelo de ama de casa, gastaba sin control hasta que, finalmente, se vio obligada a buscar trabajo. Hizo de todo: transportaba equipajes de la estación a los hoteles, cortaba leña y la vendía, a veces daba clases de checo. El marido, por otra parte, seguía con sus innumerables aventuras amorosas, que no ocultaba a su mujer (ésta dice, como de pasada, a Max Brod en una carta reproducida en este volumen, «mi marido me es infiel cien veces al año»). La vida del matrimonio fue convirtiéndose en un infierno, pese a lo cual Milena, que a su manera seguía enamorada de su marido, no pensaba en separarse. A finales de 1919 decidió escribir reportajes sobre la vida de Viena para un diario praguense, Tribuna. Tuvo éxito, poco a poco los reportajes se publicaban con regularidad y Milena empezó a disponer de unos ingresos mínimos, que sin embargo no bastaban en absoluto para vivir.

Fue entonces cuando resolvió traducir algunas obras de Kafka, que ella conocía a través de su marido y por las que sentía admiración. Y fue también entonces cuando, con ocasión de esas traducciones y a los pocos meses de haber regresado ella a Viena, empezó la correspondencia entre ambos.

Kafka, que, aparte de su abundante correspondencia, llevaba dos años sin escribir nada nuevo, no pasaba a la sazón por su mejor momento. Hacía casi tres años que había roto definitivamente su segundo compromiso matrimonial con Felice Bauer, berlinesa y judía, con la que había mantenido una intensísima correspondencia durante cinco años. El motivo inmediato de la ruptura había sido el vómito de sangre que marcó definitivamente el inicio de la tuberculosis que acabaría con su vida siete años después. Un segundo intento de contraer matrimonio, esta vez con Julie Wohryzek, se había visto aplazado varias veces, en parte por la oposición de su padre, que veía en ese matrimonio un descenso de su hijo en la escala social, y en parte por falta de vivienda. Pero aún seguían prometidos cuando Kafka conoció a Milena Jesenská.

No se exagera, como afirma el crítico alemán Reich-Ranicki, cuando se dice que Kafka se enamoró de la joven Milena, trece años más joven que él, sin conocerla. La había visto aquella única vez en el café de Praga y, como asegura en una de sus primeras cartas, no recordaba los rasgos de su cara, sólo su figura, su vestido, cuando ella se movía por entre las mesas del café. Milena sin embargo, de modo inequívoco la más fuerte y vital de los dos, no mantiene la correspondencia en un tono estrictamente profesional (y en eso coincide con los deseos de Kafka, que desde el primer momento se siente fascinado por la fuerte personalidad de la joven) sino que, al notar que él también se interesa por su persona, le habla abiertamente de su desastrosa situación. Tras la derrota de 1918, Viena había dejado de ser la capital del imperio y se había convertido en la capital de la miseria europea. Milena no sólo hacía todo género de trabajos, sino que pasaba horas regateando con estraperlistas y charlando con la gente en la colas para, al final, no tener muchos días otra comida que «una manzana y un té», como escribe ya muy pronto con asombrosa sinceridad a Kafka. Si a eso se añade que en Viena no había logrado integrarse en los círculos literarios de su marido —él dominaba el alemán y el checo, mientras que ella, de familia nacionalista checa, en los primeros tiempos de Viena aún hablaba deficientemente el alemán—, quien por su parte le era infiel «cien veces al año», se comprende que recibiera con los brazos abiertos las muestras de interés, pronto de cariño, que venían de Merano, el balneario tirolés donde Kafka trataba de curar su enfermedad pulmonar. Ya en una de las primeras cartas ella le confiesa que también padece una enfermedad pulmonar; él está consternado y busca salidas a su situación. Con generosidad, le pide que descanse en algún lugar de Bohemia y le ofrece financiar la estancia. Las cartas son ya diarias; ella, a petición de Kafka, escribe ahora en checo, «porque el checo es parte de usted, porque sólo en él está Milena toda ella».

Y así es, en efecto. En cualquier caso Kafka ha encontrado en la correspondencia con Milena —como ya le ocurrió con Felice— el perfecto sustituto del contacto real. Las cartas son para él casi una droga: «Es insensato este deseo inmoderado de cartas —escribe un mes después de iniciada la correspondencia—. ¿No basta con una sola?… Basta, pero pese a ello uno se recuesta cómodamente y absorbe las cartas y ya sólo sabe que no quiere dejar de absorber…». Asimismo, la Milena de su fantasía sustituye plenamente a la Milena real: «El día es cortísimo —así comienza esa misma carta—, apenas queda un ratito para escribir a la Milena verdadera, porque la aún más verdadera ha estado aquí todo el día, en la habitación, en el balcón, en las nubes». Y en una carta a Max Brod, su mejor amigo y editor de su obra póstuma, escribe que Milena es «un fuego vivo, como nunca había visto antes… y al mismo tiempo extraordinariamente delicada, valerosa, inteligente…». Cuando Kafka escribe todo esto, sólo la ha visto y hablado con ella, meses atrás, durante unos minutos.

La Milena real, que estaba dotada, en efecto —esto lo sabemos no sólo a través de su relación con Kafka sino por numerosos testimonios de amigos y conocidos—, de inteligencia, sensibilidad y fortaleza en un grado totalmente fuera de lo común, había comprendido a Kafka como ninguna mujer hasta entonces: ya el hecho de que, a los 23 años, hubiera percibido la genialidad de su obra, cuando esa obra estaba limitada a varias colecciones de cuentos e historias cortas cuyo eco no había traspasado apenas las fronteras de Praga, prueba que esta vez Kafka había encontrado a una mujer que estaba a su altura intelectual. Las cartas de Kafka (no disponemos de ninguna carta de Milena a Kafka) denotan que ella le comprende, le respeta, tiene sensibilidad con sus «complejos», le compadece y le quiere. Pero, precisamente por eso, pronto desea organizar un encuentro y le pide que vaya a Viena unos días, al final de la cura de reposo en Merano.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Cartas a Milena»

Mira libros similares a Cartas a Milena. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


No cover
No cover
Franz Kafka
Franz Kafka - Cartas a Felice
Cartas a Felice
Franz Kafka
Franz Hessel - Paseos por Berlín
Paseos por Berlín
Franz Hessel
Franz Hessel - Marlene Dietrich
Marlene Dietrich
Franz Hessel
Franz Borkenau - El reñidero español
El reñidero español
Franz Borkenau
Marie-Louise von Franz - Alquimia
Alquimia
Marie-Louise von Franz
Margarete Buber-Neumann - Milena
Milena
Margarete Buber-Neumann
Werner Hoffman - Los aforismos de Kafka
Los aforismos de Kafka
Werner Hoffman
Reseñas sobre «Cartas a Milena»

Discusión, reseñas del libro Cartas a Milena y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.