Es probable que el título de «Aforismos» no haga justicia al contenido de esta obra. Porque lo que en ella se recoge no son sólo sentencias breves sacadas de los escritos de Leonardo da Vinci. Es más, mucho más. Es una amplia recopilación de un tipo de hombre que cada vez existe menos (o que, quizá, ya no existe): el sabio universal, el polímata que no desdeña ningún campo de las ciencias o las artes, el genio que escudriña todos los campos del saber para descubrirlos y añadirles su aporte personal. En esta obra hay textos sobre Dios, sobre la naturaleza, la geología, la psicología, la anatomía del ojo, las ciencias ocultas… Hay fábulas y hay extractos de cartas, hay profecías y hasta hay textos humorísticos. Son las perlas escogidas de un genio inmortal.
Leonardo da Vinci
Aforismos
Selección, traducción y prólogo de E. García de Zúñiga
ePub r1.1
Raksha13.8.15
Título original: Aforismos
Leonardo da Vinci, 1965 (3ª ed. en español)
Traducción, selección, prólogo: E. García de Zúñiga
Diseño/Retoque de portada: Piolín
Editor digital: Raksha
ePub base r1.0
LEONARDO Da VINCI. Italiano universal que nació en Vinci el 15 de abril de 14522 y falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519. Fue el más destacado polímata del Renacimiento italiano: pintor, anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.
Prólogo
Los extractos de la obra escrita de Leonardo de Vinci que componen este volumen han sido preferentemente elegidos entre los publicados, por Edmundo Solmi en su compilación titulada Leonardo da Vinci, Frammenti letterari o filosofici
(Firenze, G. Barbera editore, 1900) y los coleccionados por Luca Beltrami (vol. XXII de la serie de Gli Immortali
, Istituto Editoriale Italiano, s. f.).
Hemos utilizado, además, la publicación de J. P. Richter en dos espléndidos volúmenes, profusamente ilustrados y provistos de abundantes comentarios históricos, biográficos, gramaticales: The Literary Works L. da V.
Compiled by Jean Paul Richter, second edition, revised by J. P. Richter, and Irma A. Richter, Oxford University Press, 1939. Esta notable colección contiene los textos originales y su traducción inglesa (no siempre rigurosamente fiel).
Hemos consultado frecuentemente, y siempre con provecho, la concienzuda y erudita traducción alemana de María Herzfeld: Leonardo da Vinci, der Denker, Forscher und Poet
, verlegt bei Eugen Diederichs, Iena, 1926.
En fin, la traducción francesa de Péladan (Ed. du Mercure de France, 1907) nos ha servido guía para la clasificación y distribución metódica de la materia. Ése es el único mérito de la pretendida traducción de Péladan, emprendida sin el más vago conocimiento no ya de la lengua de Vinci, pero ni siquiera de la lengua italiana en general. He aquí algunas perlas, tomadas al azar, en esta pretendida traducción, ejemplo único de audacia y de ignorancia: Petroso, parent; brutezza, brutalité; resta, résiste; inverso a, a la l’inverse de; insensibile, animé; poscia che, malgré que; nomi, hommes; riverte, révéle; li semplici naturali, les sciences naturelles; debita, débile; capello, chapeau; il calar, la chaleur; tortora, torture; apre la strada, elle est apre la voie; pentimenti, pétillements; li pota, le boit; fermare, fermer; civetta, civette, y mil otros desatinos semejantes.
Leonardo no es, ciertamente, lo que suele llamarse un autor fácil. En todo caso, hay que reconocer que no es un autor fácil de traducir.
Sin contar las formas y giros dialectales que dan sabor a su prosa, pero oscurecen a veces el sentido, su olímpico desprecio por la gramática y la retórica le hace acumular en una sola página de solecismos y bruscos cambios de tema que no podrían trasladarse a otra lengua sin afectación intolerable. Hay que resignarse, pues, a parafrasear, eludiendo en lo posible los dos escollos que amenazan a toda traducción: fea casi siempre, si pretende ser fiel; e infiel, si quiere ser bella.
Finalmente, la originalidad de muchas de sus geniales ideas alterna —hay que confesarlo— con la copia casi literal de pensamientos ajenos y con pensamientos propios de escasísimo valor.
Hemos preferido, sin embargo, incluir también, siguiendo el ejemplo de todos los compiladores y traductores de la obra de Leonardo, estos lamentables ejemplos de mal gusto, a fin de dar en sus varios aspectos una imagen imparcial y completa de la producción del más desigual, quizá, de todos los grandes escritores conocidos.
E . G ARCÍA D E Z ÚÑIGA .
Leonardo al lector
1. Considerando que no podía encontrar una materia de gran utilidad o agrado, puesto que los hombres nacidos antes que yo habían tomado para sí todos los temas útiles y necesarios, haré como el que, a causa de su pobreza, llega el último a la feria y, no pudiendo surtirse de otro modo, compra cosas ya vistas por los otros y desechadas por ellos a causa de su escaso valor.
2. Emplearé en la adquisición de esa mercadería despreciada, rechazada y proveniente de muchos mostradores, mi escaso peculio, y así recorreré no las grandes ciudades, sino los pobres caseríos, distribuyendo las cosas de que dispongo y recibiendo por ellas el precio que merecen.
3. Empezado en Florencia, en la casa de Braccio Martelli, el 22 de marzo de 1508, todo esto forma una recopilación sin orden de muchas hojas sueltas, a la espera de clasificarlas según la materia de que tratan. Creo que, antes de llegar al fin, repetiré muchas veces las mismas cosas. Si ello ocurre, no me critiques, lector. Las cosas son en gran número y la memoria no puede retenerlas todas. Yo no quisiera escribir lo que ya he dicho; mas para no incurrir en ese error, sería menester que cada vez que agrego algo, releyese todo lo pasado, lo que me ocuparía mucho tiempo, pues escribo a largos intervalos y fragmento por fragmento.
4. Que no me lea quien no sea matemático, porque yo lo soy siempre en mis principios.
Astronomía
205. Afirman algunos escritores que las estrellas tienen luz propia, alegando que, si Venus y Mercurio no la tuvieran tal, cuando esas estrellas se interponen entre nuestros ojos y el sol, oscurecerían una parte del sol igual a sus tamaños aparentes. Pero esto es falso, por cuanto está probado que un cuerpo sin lumbre colocado frente a otro luminoso, queda rodeado y cubierto todo por los rayos laterales del resto de dicho cuerpo luminoso, y permanece, por consiguiente, invisible. Así se comprueba cuando se mira el sol a través de las ramificaciones de un árbol de hojas muy separadas unas de otras. Las ramas del árbol no interceptan entonces parte alguna del sol a nuestros ojos.
206. Lo mismo ocurre, pues, con los mencionados planetas, los cuales, aunque privados de luz propia, no ocupan, según lo dicho, ninguna parte de sol para nuestros ojos.
La naturaleza
188. Toda cosa desea naturalmente mantenerse en su ser.
189. Muchas veces una misma cosa está sometida a dos influjos violentos: necesidad y potencia. Cae el agua, y la tierra la absorbe por necesidad de líquido; el sol la evapora no por necesidad, sino por potencia.