BARÓN DE HOLBACH. Paul Henri Thiry, nacido como Paul Heinrich Dietrich von Holbach (Edesheim, 8 de diciembre de 1723 - París, 21 de enero de 1789) fue un escritor franco-alemán, filósofo, enciclopedista y figura prominente en la Ilustración francesa.
Nació en Edesheim, cerca de Landau, en el Palatinado Renano, pero vivió y trabajó principalmente en París, donde mantuvo un salón. Es mejor conocido por su ateísmo y por sus voluminosos escritos contra la religión; el más famoso de ellos es el Sistema de la naturaleza (1770).
OBRAS
- Lettre à une dame d’un certain âge (1752).
- Le christianisme dévoilé, ou Examen des principes et des effets de la religion chrétienne, (Nancy, 1761).
- La Contagion sacrée, ou Histoire naturelle de la superstition (Londres, 1768).
- Lettres à Eugénie, ou Préservatif contre les préjugés, (1768).
- Théologie Portative, ou Dictionnaire abrégé de la religion chrétienne (1768).
- Essai sur les préjugés, ou De l’influence des opinions sur les mœurs & le bonheur des hommes (1770).
- Système de la nature ou des loix du monde physique & du monde moral (1770).
- Histoire critique de Jésus-Christ, ou Analyse raisonnée des évangiles (1770).
- Tableau des Saints, ou Examen de l’esprit, de la conduite, des maximes & du mérite des personnages que le christiannisme révère & propose pour modèles (1770).
- Le Bon Sens, ou Idées naturelles opposées aux idées surnaturelles (Londres, 1772).
- Politique Naturelle, ou Discours sur les vrais principes du Gouvernement (1773).
- Système Social, ou Principes naturels de la morale et de la Politique, avec un examen de l’influence du gouvernement sur les mœurs (1773).
- Ethocratie, ou Le gouvernement fondé sur la morale (Ámsterdan, 1776).
- La Morale Universelle, ou Les devoirs de l’homme fondés sur la Nature (1776).
- Eléments de morale universelle, ou Catéchisme de la Nature (1790).
- Essai sur l’art de ramper, à l’usage des courtisans, facétie philosophique tirée des manuscrits de feu M. le baron d’Holbach et insérée dans la Correspondance de Grimm (París, 1790).
Superstitio error insanus est, amandos timet, quos colit violat: quid enim interest, utrum Deos neges an infames?
SÉNECA, Ep., XX, 123, 16
[La superstición es un error demencial: teme a quienes debe amar, ultraja a quienes venera. ¿Qué diferencia hay entre negar a los dioses o difamarlos?]
Título original: Le christianisme dévoilé. Examen des principes et des effets de la religion chrétienne
Barón de Holbach, 1761
Traducción: Joaquín Fortanet & Rosa Martínez González
Ilustración de cubierta: Carlos Patiño
Diseño de cubierta: Serafín Senosiáin
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Notas
[1] He puesto al día esta verdad en mis Recherches sur l’origine du despotisme oriental.
[2] Cuando nos quejamos de los desórdenes de los sacerdotes, se nos cierra la boca diciendo que hay que hacer lo que ellos dicen y no lo que ellos hacen. ¿Qué confianza podemos tener en esos médicos que, cuando tienen los mismos males que nosotros, no quieren servirse jamás de los remedios que prescriben?
[3] Quintiliano dijo: Quidquid principes faciunt, praecipere videntur (“Cualquier cosa que hacen los príncipes es como si lo ordenaran”).
[4] Algunos han creído que, en ciertas ocasiones, el clero podría servir de barrera al despotismo, pero la experiencia es suficiente para probar que el clero nunca se ha preocupado más que de sí mismo. El interés de las naciones y de los buenos soberanos conviene en que esta corporación no es buena para nadie.
[5] Manetón y Queremón, historiadores egipcios cuyos testimonios nos ha transmitido el judío Josefo, nos enseñan que, en otro tiempo, una multitud de leprosos fue expulsada de Egipto por el rey Amenofis y que estos bandidos eligieron como su jefe a un sacerdote de Heliópolis llamado Moisés, quien les ofreció una religión y unas leyes (véase Josefo, Contra Apiano, libro I, caps. 9, 11 y 12). Diodoro Sículo informa de la historia de Moisés (tomo 7 de la traducción del abate Terrasson). En cualquier caso, según el testimonio mismo de la Biblia, Moisés comenzó asesinando a un egipcio que tenía una querella con un hebreo. Después huyó a Arabia, donde se casó con la hija de un sacerdote idólatra quien le reprochó a menudo su crueldad. Desde allí, este hombre santo volvió a Egipto para sublevar a su nación descontenta con su rey. Reinó tiránicamente: el ejemplo de Coré, Datán y Abirón prueba que los incrédulos no lo tenían fácil con él. Desapareció, como Rómulo, sin que nadie haya sabido encontrar su cuerpo ni el lugar de su sepultura.
[6] Éste era el nombre inefable del Dios de los judíos, que no osaban pronunciar. Su nombre vulgar era Adonai, que se parece enormemente al Adonis de los fenicios (véanse mis Recherches sur le despotisme oriental).
[7] Para hacerse una idea de la ferocidad judía, véase la conducta de Moisés y Josué, y las órdenes que el Dios de los ejércitos dio a Samuel en el primer Libro de los Reyes, cap. XV, v. 23 y 24, donde este Dios ordena exterminarlo todo, sin exceptuar a mujeres y niños. Saúl fue rechazado por haber respetado la sangre del rey de los amalecitas. David secundó los furores de su Dios y tuvo hacia los amonitas una conducta indignante (véase el Libro de los Reyes, XII, v. 31). No obstante, este David todavía se propone como modelo de reyes. A pesar de su rebelión contra Saúl, sus fechorías, sus adulterios y su cruel perfidia hacia Urías, es llamado el hombre según el corazón de Dios. Véase el Diccionario de Bayle, voz “David”.
[8] Los judíos dicen que Jesús era hijo de un soldado llamado Pandira o Panter, que sedujo a María, una peluquera casada con un tal Yojanán. Según otros, Pandira gozó varias veces con María mientras ésta creía tener relaciones con su marido; de este modo quedó embarazada, y su triste marido se retiró a Babilonia. Otros pretenden que Jesús aprendió magia en Egipto y desde allí vino a ejercer su arte a Galilea, donde se le dio muerte. Véase Pleisser, Theol. judaïca et mahomedica, et principia…, Leipzig, 1687. Otros aseguran que Jesús fue un bandolero que se convirtió en jefe de ladrones. Véase el Talmud.
[9] Orígenes dice que Celso reprochaba a Jesucristo haber tomado varias de sus máximas de Platón: véase Orígenes, Contra Celso, 1, 6. San Agustín confiesa que halló en Platón el comienzo del Evangelio de san Juan: veáse san Agustín, Confesiones, libro VII, caps. 9, 10, 20. Las ideas del Verbo están claramente extraídas de Platón: desde entonces, la Iglesia ha sabido sacar gran partido de este filósofo, como veremos a continuación.
[10] Los ebionitas o primeros cristianos consideraban a san Pablo apóstata y hereje porque se alejaba totalmente de la ley de Moisés, que los otros apóstoles querían sólo reformar.
[11] Los primeros cristianos fueron llamados, despectivamente, ebionitas, que significa mendigos, pordioseros: véase Orígenes, Contra Celso, II, y Eusebio, Historia eclesiástica, libro III, cap. 37. Ebion