Humphrey Carpenter - J. R. R. Tolkien

Humphrey Carpenter, autor entre otros libros de una biografía del poeta W. H. Auden, narra en esta obra la larga carrera de J. R. R. Tolkien, desde las vicisitudes de una infancia difícil, a los trabajos y obligaciones de la vida académica como profesor en la Universidad de Oxford, y además, todo lo que rodeó la publicación de su obra más conocida, El Señor de los Anillos.

La biografía nos lleva desde el nacimiento del autor hasta su muerte, su familia, sus amigos, sus sentimientos, sus manías (que eran muchas), sus opiniones inamovibles (como su odio por la cocina francesa) y nos representan lo que es más importante: a una persona de carne y hueso.

Carpenter ha escrito esta primera biografía del creador de la Tierra Media, consultando documentos inéditos como cartas, diarios y otros papeles, y entrevistando a familiares y amigos, logrando con esto dar ciertas luces acerca del hombre y sus obras.

Humphrey Carpenter

Una biografía

ePub r1.0

Leddy 15.06.14

Título original: J. R. R. Tolkien: A Biography

Humphrey Carpenter, 1977

Traducción: Carlos Peralta

Retoque de cubierta: Piolin

Editor digital: Leddy

ePub base r1.1

Dedicado a la memoria de la « T. C., B. S. »

HUMPHREY WILLIAM BOUVERIE CARPENTER (Oxford, 1946 - 2005) fue un biógrafo, escritor y locutor de radio británico.

Vivió casi toda su vida en su ciudad natal de Oxford. En su infancia vivió en los Warden’s Lodgings del Keble College, donde su padre, Harry James Carpenter, fue «warden» hasta su nombramiento como obispo de Oxford. Tras pasar por la Dragon School de Oxford, Humphrey estudió en el Marlborough College de Wiltshire, pero volvió a Keble para estudiar lengua y literatura inglesas.

Su extensa obra incluye biografías de J. R. R. Tolkien (1977) (también editó Las cartas de J. R. R. Tolkien), W. H. Auden (1981), Ezra Pound (1988), Evelyn Waugh (1989), Benjamin Britten (1992), Robert Runcie (1997) y Spike Milligan (2004). El ensayo Los Inklings le valió en 1982 el Mythopoeic Scholarship Award por estudios sobre los «Inklings».

El polifacético Carpenter desarrolló también una larga carrera como locutor de BBC Radio 4, formó el grupo de jazz estilo años treinta Vile Bodies, y fundó el grupo dramático infantil Mushy Pea Theatre Group que representó por primera vez su obra Mr. Majeika: The Musical en 1991, así como su otro musical, Babes, sobre los niños estrella de Hollywood.

Murió a los 58 años, por problemas cardiacos unidos a la enfermedad de Parkinson que venía sufriendo hace varios años.

En estos días se ha puesto de moda considerar a The Inklings, el grupo de hombres que se reunían en el Magdalen College los jueves por la noche durante las décadas de 1930 y 1940, como un grupo homogéneo de escritores que ejercían influencia unos sobre otros. Pero, suscriba o no este punto de vista, quien pase por Oxford puede visitar las sepulturas de los tres Inklings mis conocidos: C. S. Lewis, Charles Williams y J. R. R. Tolkien.

El visitante encontrará la sepultura de Lewis en el cementerio de su propia parroquia, Headington Quarry. Una sendilla losa marca la tumba, que comparte con su hermano el mayor W. H. Lewis. Está adornada por una cruz y lleva las palabras Men must endure their goinghence [Los hombres deben soportar marcharse de aquí].

Williams reposa bajo la sombra de la iglesia de St. Cross, en el centro de Oxford. Cerca yace otro Inkling, Hugo Dyson; en ese campo se encuentran las tumbas de muchos universitarios de esa generación.

Lewis y Williams eran miembros de la Iglesia Anglicana, y no hay en Oxford otro cementerio que el de Wolvercote, donde se reserva a los miembros de la Iglesia Católica un pequeño sector. Si el visitante busca esa tercera tumba deberá alejarse mucho del centro de la ciudad, mucho más allá de las tiendas y del camino de circunvalación, antes de llegar a las altas puertas de hierro. Atravesándolas, mis allá de la capilla, y de muchas hectáreas de sepulcros, llegará hasta una parte donde hay muchas lápidas escritas en polaco; ésa es la zona católica, y son mis las tumbas de emigrados que las de los feligreses católicos británicos. Algunas ostentan floridas inscripciones, y fotografías de los muertos. Pero una losa de granito de Cornualles gris, situada a la izquierda del grupo se destaca nítidamente, así como su inscripción, algo extraña: Edith Mary Tolkien, Lúthien, 1889-1971. John Ronald Reuel Tolkien, Beren, 1892-1973.

Este sepulcro se halla en un entorno suburbano, muy distinto de la campiña inglesa que Tolkien amaba, pero no de los lugares creados por el hombre en los cuales pasó la mayor parte de sus días. De modo que incluso en el final, en esa sencilla tumba de un cementerio público, se nos recuerda la antítesis entre la vida ordinaria que llevó y la extraordinaria imaginación que creó su mitología.

¿De dónde vino esa imaginación que pobló de elfos, orcos y hobbits la Tierra Media? ¿Cuál fue la fuente de la visión literaria que cambió la vida de este oscuro erudito? ¿Por qué esa visión golpeó la mente y armonizó con las aspiraciones de incontables lectores de todo el mundo?

Tolkien había pensado que eran preguntas imposibles de responder, al menos en un libro de este carácter. No estaba de acuerdo con las biografías como auxiliares de la apreciación literaria, y tal vez estuviera en lo cierto. Su verdadera biografía se encuentra en El hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion, porque la verdad sobre él está en sus páginas.

Pero quizá hubiera permitido un epitafio.

Su misa de réquiem fue celebrada en Oxford cuatro días después de su muerte, en la sencilla iglesia de Headington a la que asistía con frecuencia. Las plegarias fueron especialmente elegidas por su hijo John, quien celebró la misa con la ayuda de un viejo amigo de Tolkien, el padre Robert Murray, y del sacerdote de la diócesis, monseñor Doran. No hubo sermón ni se citaron sus escritos. Pero cuando unas semanas más tarde sus admiradores estadounidenses organizaron en California un servicio en su memoria, fue leído su cuento breve Hoja de Niggle. Quizá Tolkien no lo hubiera considerado inadecuado:

Ante él se encontraba el Árbol, su Árbol, ya terminado, si tal cosa puede afirmarse de un árbol que está vivo, cuyas hojas nacen y cuyas ramas crecen y se mecen en aquel aire que Niggle tantas veces había imaginado y que tantas veces había intentado en vano captar. Miró el Árbol y lentamente levantó y extendió los brazos.

«Es un don», dijo.

Este libro se basa en cartas, diarios y otros papeles del desaparecido profesor J. R. R. Tolkien, y en los recuerdos de sus familiares y amigos.

Tolkien no aprobaba del todo las biografías. O, con mayor propiedad, no le gustaba que se las emplease como una forma de crítica literaria. «Tengo la firme opinión —escribió una vez— de que investigar la biografía de un autor es una forma totalmente vana y falsa de aproximarse a sus obras». No obstante, tenía sin duda conciencia de que la notable popularidad de sus narraciones tornaba muy probable que una vez muerto se escribiera su biografía, y hasta él mismo parece haber hecho algunos preparativos al respecto, ya que en los últimos años de su vida agregó notas explicatorias y diversos comentarios a una cantidad de viejas cartas y papeles. Escribió también algunas páginas de recuerdos de infancia. Es posible entonces que este libro no sea por completo ajeno a sus deseos.