El periodista de investigacion de The Guardian y autor superventas Glenn Greenwald, ofrece una mirada en profundidad sobre el escandalo de la NSA que ha provocado un gran debate sobre la seguridad nacional y la privacidad de la información. Con nuevas revelaciones de los documentos confiados a Glenn Greenwald por el propio Edward Snowden, este libro explora la extraordinaria cooperacion entre la industria privada y la NSA, y las consecuencias de largo alcance del programa de vigilancia del gobierno, tanto a nivel nacional como en el extranjero.
Glenn Greenwald
Snowden
Sin un lugar donde esconderse
ePub r1.0
epl 18.10.14
Título original: No place to hide: Edward Snowden, the NSA and the U.S. Surveillance State
Glenn Greenwald, 2014
Traducción: Joan Soler Chic
Editor digital: epl
ePub base r1.1
Este libro está dedicado a todos aquellos que han querido
arrojar luz sobre los sistemas de vigilancia secreta
del gobierno de Estados Unidos, en especial a los valientes
filtradores que para ello han arriesgado su libertad.
Glenn Greenwald (Nueva York, Estados Unidos, 6 de marzo de 1967). Es un abogado constitucionalista estadounidense, columnista, bloguero, escritor y periodista. Desde agosto de 2012 hasta octubre de 2013 fue columnista de la edición estadounidense de The Guardian. Antes había sido columnista de Salon.com y un colaborador ocasional de The Guardian. En junio de 2013, Greenwald publicó en The Guardian las revelaciones de Edward Snowden sobre el programa de vigilancia PRISM y otros programas de la Agencia de Seguridad Nacional clasificados como de alto secreto.
Greenwald trabajó como abogado especializado en derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador (columnista y bloguero) de Salon.com, donde se centró en el análisis de temas políticos y legales. También ha colaborado en otros periódicos y revistas de información política como The New York Times, Los Angeles Times, The Guardian, The American Conservative, The National Interest, e In These Times.
Sus comentarios «sobre temas de vigilancia y separación de poderes» han sido citados en The New York Times, en The Washington Post y en los debates del Senado de los Estados Unidos, y en informes del Congreso sobre «abusos del poder ejecutivo». Greenwald aparece en varios programas de radio y televisión como invitado experto en temas políticos.
Greenwald ha recibido numerosos premios por su trabajo entre los que destacan el Premio Pullitzer por Servicio Público en 2014 y el Premio George Polk en 2013 por sus revelaciones acerca de la vigilancia mundial de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
wikipedia.org
Introducción
En el otoño de 2005, sin grandes expectativas a la vista, decidí crear un blog político. En su momento apenas calibré el grado en que esta decisión me cambiaría la vida a la larga. Mi principal motivación era la creciente inquietud que me causaban las teorías extremistas y radicales sobre el poder adoptadas por el gobierno de EE.UU. tras el 11 de Septiembre, y esperaba que escribir sobre estos asuntos me permitiera causar un impacto mayor que el de mi labor de entonces como abogado de derechos civiles y constitucionales.
Solo siete semanas después de empezar a bloguear, el New York Times dejó caer un bombazo: en 2001, decía, la administración Bush había ordenado a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) escuchar en secreto las comunicaciones electrónicas de los norteamericanos sin las órdenes judiciales requeridas por la ley penal pertinente. En el momento en que salieron a la luz estas escuchas sin orden judicial llevaban realizándose ya desde hacía cuatro años y mediante ellas se había espiado a varios miles de norteamericanos.
El tema constituía una convergencia perfecta entre mis pasiones y mis conocimientos. El gobierno intentaba justificar el programa secreto de la NSA recurriendo exactamente al tipo de teoría extrema del poder ejecutivo que me había impulsado a empezar a escribir: la idea de que la amenaza del terrorismo otorgaba al presidente una autoridad prácticamente ilimitada para hacer lo que fuera preciso a fin de «mantener segura la nación», incluida la autoridad para infringir la ley. El debate subsiguiente conllevó complejas cuestiones de derecho constitucional e interpretaciones legales, que mi formación me permitía abordar con cierto conocimiento de causa.
Pasé los dos años siguientes cubriendo todos los aspectos del escándalo de las escuchas ilegales de la NSA, tanto en mi blog como en mi libro superventas de 2006. Mi postura era muy clara: al ordenar escuchas sin autorización judicial, el presidente había cometido delitos y debía asumir su responsabilidad. En el ambiente político cada vez más opresivo y patriotero de Norteamérica, mi actitud resultó de lo más controvertida.
Fueron estos antecedentes los que, unos años después, movieron a Edward Snowden a escogerme como primer contacto para revelar las fechorías de la NSA a una escala aún mayor. Dijo creer que yo entendería los peligros de la vigilancia masiva y los secretos de estado extremos, y que no me volvería atrás ante las presiones del gobierno y sus numerosos aliados en los medios y otros sectores.
El extraordinario volumen de los documentos secretos que me pasó Snowden, junto con el dramatismo que le ha rodeado a él, han generado un interés mundial sin precedentes en la amenaza de la vigilancia electrónica y el valor de la privacidad en la era digital. Sin embargo, los problemas subyacentes llevan años recrudeciéndose, casi siempre en la oscuridad.
En la actual polémica sobre la NSA hay sin duda muchos aspectos exclusivos. La tecnología permite actualmente un tipo de vigilancia omnipresente que antes era terreno acotado solo de los escritores de ciencia ficción más imaginativos. Además, tras el 11-S, el culto norteamericano a la seguridad ha creado más que nada un ambiente especialmente propicio a los abusos de poder. Y gracias a la valentía de Snowden y a la relativa facilidad para copiar información digital, tenemos un incomparable vistazo de primera mano sobre los detalles de cómo funciona realmente el sistema de vigilancia.
Aun así, las cuestiones planteadas por la historia de la NSA se hacen, en muchos aspectos, eco de numerosos episodios del pasado, pasado que se remonta a varios siglos. De hecho, la oposición a que el gobierno invadiera la privacidad de la gente fue un factor importante en la creación de Estados Unidos, pues los colonos protestaban contra las leyes que permitían a los funcionarios británicos registrar a voluntad cualquier domicilio. Era legítimo, admitían los colonos, que el estado obtuviera órdenes judiciales específicas, seleccionadas, para detener a individuos cuando hubiera indicios de causas probables de actos delictivos. No obstante, las órdenes judiciales de carácter general —el hecho de que todos los ciudadanos fueran objeto potencial de registro domiciliario indiscriminado— eran intrínsecamente ilegítimas.