En este libro se reúnen dos de las mejores novelas cortas de Amos Oz. En Cruzada, un grupo de cruzados viaja hacia Jerusalén, atacando y matando judíos a lo largo del camino. La sensación de victoria inicial se irá diluyendo a medida que la enfermedad y las privaciones frenen su avance… La segunda, Amor tardío se desarrolla en el Israel actual, donde un profesor que voluntariamente ignora su cuerpo deteriorado no puede, sin embargo, evitar sus visiones paranoicas de la destrucción de su gente por parte de la Unión Soviética… Ambas evocan el sufrimiento y la desintegración, el realismo y la introspección en la vida humana.
Amos Oz
Hacia la muerte
ePub r1.0
German25 4.4.15
Título original: Unto Death
Amos Oz, 1971
Traducción: Alicia Dellepiane Rawson
Editor digital: German25
ePub base r1.2
A la memoria de mi padre
Yehuda Arieh Klausner
AMOS OZ (Jerusalén, Israel, 4 de Mayo de 1939). Amos Oz es el escritor, novelista, periodista e intelectual israelí más importante de la actualidad además de ser un firme activista por la paz en su país. Ha sido publicado en 42 idiomas, en 43 países.
Se licenció en filosofía y literatura en la Hebrew University de su ciudad natal. Durante 25 años vivió en el kibbutz Hulda, donde era profesor de instituto. No fue hasta 1986 que se trasladó a Arad, ciudad situada en el desierto del Néguev. Desde 1987 es profesor de literatura hebrea en la Ben-Gurion University of the Negev, en Beersheba, universidad de la cual se convirtió en catedrático de literatura hebrea moderna en 1993. Por otro lado, ha sido profesor y escritor invitado por varias universidades en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, y desde 1991 es miembro de la Academia de la Lengua Hebrea.
Ha publicado un gran número de novelas, entre las que destacan: Mi querido Mijael (1968), Tocar el agua, tocar el viento (1973), Un descanso verdadero (1982), La caja negra (1987), La tercera condición (1991), No digas noche (1994), El mismo mar (1998) y Una historia de amor y oscuridad (2002), su novela más autobiográfica. Su talento literario lo ha hecho merecedor de numerosos premios internacionales, como el Goethe (2005), el reputado Premio Israelí de Literatura (1998) o el Príncipe de Asturias de las Letras (2007).
Además de la novela, Amos Oz ha cultivado la escritura periodística y ensayística. Desde 1967 ha publicado numerosos artículos sobre el conflicto árabe-israelí, promulgando su compromiso basado en el reconocimiento mutuo y la coexistencia entre Israel y Palestina en Gaza y Cisjordania. Entre los ensayos más conocidos, cabe destacar Under This Blazing Light (1978), In the Land of Israel (1983), The Slopes of Lebanon (1987), Israel, Palestine, and Peace (1994), All Our Hopes (1998) y But These are Two Different Wars (2002). Es uno de los líderes del movimiento Peace Now, y por ello le han sido otorgadas prestigiosas condecoraciones: Premio de la paz de los libreros (1992, Alemania), Caballero de la Cruz de la Legión de Honor (1997, Francia), Premio Libertad de Expresión (2002, Noruega) y Medalla Internacional de la Tolerancia (2002, Polonia).
Notas
[1] «Maldita, maldita madera, que te lleve el diablo», (en ruso). (N. de la T).
CAPÍTULO UNO
Todo comenzó con estallidos de descontento en las aldeas. Día a día comenzaron a manifestarse los malos presagios en las zonas más pobres. Un viejo granjero de Galland vio una carroza flameante en el cielo. En Sareaux una vieja ignorante comenzó a profetizar en el latín más puro. Se rumoreaba que en una iglesia apartada una cruz había ardido sin consumirse durante tres días con una llama verde. Nuestra Señora se le apareció una noche a un campesino ciego al pie de una fuente y, cuando los sacerdotes le dieron vino, él describió la visión en un lenguaje bíblico.
Los creyentes detectaron durante el invierno una especie de maliciosa alegría en las viviendas de los malditos judíos.
Ocurrían cosas extrañas. Bandadas de oscuras aves migratorias, inmensas y negras como osos, aparecieron simultáneamente en varios lugares. Incluso los hombres educados podían sentir una inquietud que los consumía. Ya no se podía estar en paz.
En Clermont, en el año de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo de 1095, el papa Urbano II convocó a la grey de Dios a una expedición para liberar Tierra Santa de manos de los infieles y para expiar sus pecados con las vicisitudes del viaje, ya que el gozo espiritual se alcanza a través del sufrimiento.
Al comenzar el otoño del año siguiente, cuatro días después del final de la vendimia, el noble conde Guillaume de Touron partió a la cabeza de un pequeño ejército de campesinos, siervos y forajidos desde su heredad cercana a Avignon rumbo a Tierra Santa, deseoso de tomar parte en su liberación y encontrar paz para su espíritu.
Además de las enormes deudas y de la plaga que azotaba las viñas y marchitaba los racimos, había otras razones más perentorias que impulsaron al noble conde a emprender su viaje. Nos informa de ello la crónica de un extraordinario joven que tomó parte en la expedición: Claude, llamado «el Jorobado». Era pariente lejano del conde y había crecido en sus tierras.
Quizás este Claude fuera el heredero adoptivo del conde, quien no tenía descendencia, o quizás un simple acompañante. Era un hombre letrado y casi refinado, propenso a violentos accesos, tanto de depresión como de entusiasmo. Se abandonaba alternativamente, sin descanso y sin ninguna satisfacción real, a las prácticas del ascetismo y a los deleites de la carne. Era un fervoroso creyente en los poderes de lo sobrenatural: buscaba la compañía de los tontos porque creía ver en ellos un destello de lo sagrado y, tanto el regodeo con las mujeres campesinas como el contacto con las hojas de un libro lo encendían en salvaje deseo. Sus excesos de fervor religioso y sombría melancolía consumían su carne, encendían una llama maléfica en sus ojos e inspiraban sentimientos de desprecio y repugnancia a los demás.
En cuando al conde, trataba a Claude el Jorobado con hosca tolerancia y rudeza mal reprimida. De hecho, prevalecía cierta incertidumbre en la comitiva acerca del rango y los privilegios de este joven aunque canoso compañero que manifestaba además un ridículo amor por los gatos y por las joyas femeninas.
En su crónica Claude menciona que, entre los factores que apresuraron al conde a emprender su viaje, tuvieron especial importancia ciertos acontecimientos ocurridos en veloz sucesión durante el curso del año anterior. «Al comenzar la primavera», escribe, «en el año de la Encarnación de Nuestro Señor de 1096, el pecado de la arrogancia alzó su cabeza entre los campesinos. Tuvieron lugar en nuestro feudo varios casos de insolencia e insubordinación, tales como la destrucción de la magra cosecha, motivada por la ira ante la terrible pobreza; el robo de dagas, la crecida del río, el incendio de los graneros, la caída de estrellas, la práctica de la brujería y la representación de obras de maliciosa picardía. Todo esto dentro de los confines de nuestro dominio y sin incluir los numerosos crímenes de las comarcas vecinas y del otro lado del río. En verdad, fue necesario volver a aceitar la rueda para el tormento y someter a ella a varios siervos rebeldes a fin de reprimir tal fiebre de violencia, puesto que el sufrimiento engendra amor. Siete campesinos y cuatro brujas fueron colocados allí hasta la muerte. En el transcurso de la tortura, sus crímenes salieron a la luz y la luz absuelve todos los pecados.