Impresionante recopilación ilustrada de cómo era visualizada la cosmografía a finales del siglo XIX . Base para trabajos de Jules Verne y asentando el final de una era pre-satélites y con ópticas reducidas. Es llamativo ver como, aunque poco quedaba, la falta de teoría general de la relatividad daba problemas con las órbitas de Mercurio y Venus y como el tema es totalmente obviado. Una lectura para los amantes del espacio que quieran indagar en su pasado.
Amadeo Guillemin
Cosmografía
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nadie4ever23.10.13
Título original: Éléments de cosmographie
Amadeo Guillemin, 1889
Traducción: Louis Hachette
Diseño de portada: EPL
Editor digital: nadie4ever
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Notas
Movimiento Diurno Del Cielo
1. Objeto de la Cosmografía. —Cuando durante el día está el cielo libre de nubes y de brumas, parece una bóveda transparente, de color azulado brillante (ese azulado especial llamado celeste), sobre la cual se mueve, desde su orto hasta su ocaso, el disco del Sol. Así que este astro desaparece debajo del horizonte, el cielo se oscurece poco a poco, toma tono azul más profundo, y empiezan a distinguirse, acá y acullá, unos puntos luminosos cuyo número va aumentando a medida que la noche se hace más completa.
Esos puntos luminosos, cuyo brillo no es idéntico, son las estrellas. La Luna se deja ver también en el cielo, ya bajo la forma de un sector esférico, que vulgarmente se llama media luna, ya bajo la de un pedazo de círculo más o menos recortado, ya bajo la de un círculo completo.
El Sol, la Luna y las estrellas son astros o cuerpos celestes. Pero pronto se verá que la Tierra que habitamos es también un astro, y que se mueve en los espacios, lo mismo que los restantes cuerpos análogos.
La Cosmografí. tiene por objeto el estudio de todos esos cuerpos, de sus formas y dimensiones, de su aspecto y movimientos.
2. Salida y ocaso de los astros. —Todo el mundo ha visto salir el Sol por las mañanas de debajo del horizonte, elevarse poco a poco en el cielo durante la primera mitad del día, y luego descender, acabando por ocultarse en un punto del horizonte opuesto al de su orto.
Examinando con cuidado las estrellas en el curso de la noche, se observa que están animadas de un movimiento análogo al del Sol. Véselas salir sucesivamente por la misma parte que aquél, subir por la bóveda celeste, y luego descender, para ocultarse por el opuesto.
Cada estrella describe una línea curva, un arco de círculo más o menos grande, y todas juntas parecen moverse como si la bóveda del cielo girara toda entera de oriente (parte del orto) al occidente (parte por donde se efectúa el ocaso).
De ahí resulta que las estrellas ocupan siempre las mismas posiciones relativas. Las figuras que estos cuerpos forman en el cielo, y que son fáciles de reconocer examinando los más brillantes de ellos, permanecen siendo siempre las mismas, no sólo durante cada noche, sino durante todas las noches del año.
Por eso se las denomina estrellas fijas, porque parece que están sujetas, clavadas, sobre la bóveda celeste; pero ya se verá que esa fijeza no es más que aparente y proviene de la enorme distancia a que nosotros nos encontramos de las estrellas.
Algunas estrellas, cuyo número es relativamente muy escaso, no sólo salen y se ponen como las otras, sino que se mueven respecto de ellas, atravesando el cielo. Ese movimiento ha hecho que se les dé el nombre de planetas, voz derivada de otras de origen griego, que significan cuerpos errantes. La Tierra es un planeta porque, como estos últimos astros, se mueve también en el cielo.
3. Movimiento diurno. —Se da ese nombre al movimiento de conjunto que arrastra a todo el cielo de oriente a occidente en el intervalo de un día próximamente.
Cada estrella describe, desde su orto hasta su ocaso, una circunferencia entera; una parte de esta circunferencia es trazada sobre el horizonte y la otra debajo.
Todas estas circunferencias son paralelas entre si y tienen dos centros comunes o polos, que son puntos invariables de la bóveda celeste. Uno de esos polos está situado sobre el horizonte del lugar donde se le observa; el otro, que está situado por debajo, no puede, en consecuencia, ser visto. El polo visible en los lugares situados en el hemisferio norte de la Tierra se denomina por tal razón polo norte o polo boreal. El segundo, visible en el hemisferio sur, se llama polo sur o austral.
Mirando desde el ecuador terrestre, los dos polos celestes se encuentran sobre el horizonte, en dos puntos diametralmente opuestos.
4. Eje del mundo. —Se da este nombre a la línea recta que une los dos polos celestes, y a cuyo alrededor se efectúa el movimiento diurno.
En el ecuador, el eje del mundo aparece recostado sobre el horizonte. En los puntos situados, sea al norte, sea al sur del ecuador, este eje se encuentra inclinado sobre el horizonte, hacia el norte en el hemisferio norte, hacia el sur en el hemisferio sur; y la inclinación va disminuyendo a medida que la latitud aumenta. En ambos polos de la Tierra, el eje es perpendicular al horizonte.
La Tierra
La Tierra es redonda
5. Forma de la Tierra. —En los países llanos, o bien en la superficie del mar, parece que la forma de la Tierra es plana; en las regiones montañosas o accidentadas, aquella forma se nos antoja completamente irregular. Pero esto no es más que una apariencia, dependiente de que la vista no puede abarcar, en cada punto, más que una pequeñísima parte de la superficie terrestre.
En realidad, la Tierra es redonda. Su figura es la de una bola o de un globo casi esférico. Podéis daros cuenta de ese hecho de la manera siguiente.
6. Horizontes terrestres circulares. —Primeramente, cuando se está en medio de una extensa llanura, el horizonte tiene la forma de un círculo, cuyo centro se halla ocupado por el observador. Si se cambia de posición, persiste la forma circular del horizonte, por más que varían sus límites. Otro tanto ocurre en alta mar, donde la línea que separa el cielo de las aguas es siempre una circunferencia claramente marcada.
Podría creerse que esta forma circular del horizonte procede de la debilidad de nuestra vista, limitada por la distancia, puesto que el limite dista lo mismo por todos lados. Pero la prueba de que eso no es verdad se tiene en que elevándose verticalmente a alturas cada vez mayores, sobre un edificio, si se está en la llanura, a la extremidad de los mástiles de un navío si nos hallamos en el mar, se ve extenderse la zona visual. Objetos que antes eran invisibles, se convierten en visibles. Este ensanche del horizonte no puede explicarse más que por la redondez de la Tierra.
7. Horizontes marítimos circulares. —Cuando se observa desde una altura de la costa la marcha de un navío que se aleja del puerto, lo primero que se pierde de vista son las partes bajas del navío, el casco, la cubierta, y los palos, empezando por abajo y siguiendo hasta sus topes. Si el buque se acerca a la tierra firme, empezamos, al contrario, por ver lo alto de sus mástiles, cuando aun el casco se encuentra oculto debajo del horizonte.