Annotation
El que no exista ninguna prueba convincente de que el todopoderoso Manuel Godoy fuese el amante de la reina María Luisa de Borbón-Parma, -madre del futuro Fernando VII-, indica la persistente tergiversación que se ha hecho de este personaje, crucial para el entendimiento de la historia contemporánea española. Los rumores sobre aquellos supuestos amores, en buena parte difundidos por el propio Príncipe de Asturias, y que fueron tomados como ciertos por la historiografía del siglo XIX, respondieron a una campaña orquestada por altos estamentos de la nobleza. Una campaña un tanto chusca que encubrió el verdadero sentido del Motín de Aranjuez, concebido como un golpe de estado que logró la caída -y casi la muerte de Godoy-, y que Carlos IV abdicase de sus derechos en su heredero, en un momento en que las tropas napoleónicas atravesaban España. Lo cierto es que el joven príncipe Fernando odió a Godoy, que conspiró contra su padre, que solicitó el apoyo de Napoleón y que, para que este le reconociera como rey, fue a recibirlo a... Bayona. Allí, debió devolver la Corona de España a su padre, quien a su vez la entregó a la familia Bonaparte. Mientras los españoles luchaban fieramente contra los experimentados ejércitos imperiales en nombre del deseado rey Fernando, este felicitaba a José Bonaparte, y pedía a Napoleón que lo tomase por hijo adoptivo. Su larga ausencia valió para que las Cortes de Cádiz aprobasen la Constitución de 1812, que él abolió de inmediato a su vuelta a España, restableciendo la Inquisición, persiguiendo a los liberales y exiliando a los afrancesados. En 1820 hubo de seguir la senda constitucional, hasta que tres años después consiguió que los cien mil hijos de San Luis lo repusiesen en todos sus poderes. Luego vino la llamada década ominosa en la que, pese al oscurantismo que impuso, se le sublevaron los apostólicos. Por si fuera poco, hubo un pleito dinástico, y un día después de su muerte comenzó la primera -y feroz- guerra carlista
Enrique González Duro
Fernando VII, El rey Felón
OBERON
Cubierta: Fernando Chiralr
Maquetación: Grupo Anaya
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Serie Historia
© Del texto, Enrique González Duro, 2006 © OBERON.
Grupo ANAYA, S.A., 2006
Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid;
teléfono 91 393 88 80 www.oberoneds.com
ISBN: 84-96511-01-4
Depósito legal: S-142-2006
Impreso en Varona (Salamanca)
ÍNDICE
CAPÍTULO I. DE CARLOS III A GODOY
María Luisa de Borbón-Parma
El cuarto de los príncipes
El vertiginoso ascenso de Godoy
El amigo de los reyes
CAPÍTULO II. DOS PRÍNCIPES PARA UN TRONO.
Guerra a la revolución
La educación e un príncipe
Los rencores del Príncipe de Asturias
CAPÍTULO III. FRENTE A NAPOLEÓN
El retiro de Godoy
La vuelta
La guerra de las rosas
El generalísimo Godoy
CAPÍTULO IV. APRENDIZ DE CONSPIRADOR
La primera esposa del Príncipe de Asturias
El partido fernandino
La ofensiva de Godoy
El porvenir de Godoy
Su serenísima alteza el Almirante
CAPÍTULO V. CONSPIRACIONES DE FERNANDO
Conjura en El Escorial
El perdón del rey
La invasión de los franceses
CAPÍTULO VI. MOTÍN Y ABDICACIÓN EN ARANJUEZ
La abdicación protestada
El primer reinado de Fernando VII
Hacia Bayona...
En manos de Napoleón
El dos de mayo
José I, rey de España.
CAPÍTULO VII. EXILIO, GUERRA Y CONSTITUCIÓN
La Guerra de la Independencia
La Constitución de 1812
El Tratado de Valençay
CAPÍTULO VIII. GOLPE Y REACCIÓN ABSOLUTISTA
La represión fernandina
Godoy, el enemigo de siempre
El poder personal
La amnistía para extraviados
CAPÍTULO IX. CRISIS DEL ABSOLUTISMO
Actuaciones secretas
El escándalo de los buques rusos
Crisis política y colapso económico
Tercera boda real
La marcha de Riego
CAPÍTULO X. LAS FELONÍAS DE UN REY CONSTITUCIONAL
Dificultades institucionales
La coletilla del rey
Diplomacia secreta
Autogolpe real
Fernando VII escribe
Los cien mil hijos de San Luis
CAPÍTULO XI. LA DÉCADA OMINOSA
A vueltas con la amnistía
El imposible reformismo de Fernando VII
Los agraviats de Cataluña
La cuarta boda de Fernando VII
El germen carlista
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO
CAPÍTULO I
De Carlos III a Godoy
Consecuencia del Pacto de Familia, firmado por el rey Carlos III, fue la boda de su hijo y heredero Carlos Antonio con su prima hermana María Luisa de Borbón-Parma, hija del infante de España Felipe de Barbón y de Isabel de Barbón, hija menor del rey de Francia Luis XVI. Cuando se casó en 1765, ella tenía apenas 14 años de edad, pues había nacido a finales de diciembre de 1751, en la ciudad italiana de Parma, donde gobernaban sus padres con los títulos de duques de Parma, Placencia y Guastalla. Era casi una niña, no muy agraciada, pero vivaracha y de trato muy gentil, todo lo contrario que el novio, nacido tres años antes en Nápoles, donde entonces reinaba su padre con el título de Carlos VII. Allí se había casado con la princesa Amalia Sajonia, allí había tenido todos sus hijos y había aprendido a ser rey, bajo el asesoramiento del italiano Bernardo Tanucci, figura destacada del «despotismo ilustrado». Pese a ser estimado por los napolitanos, se mantenía a la espera de heredar la corona de España, pues su hermano Fernando VI estaba permanentemente enfermo «de los nervios» y podía morir sin descendencia, como efectivamente ocurrió, convirtiéndose entonces en el rey Carlos III de España.
Después de ceder el reino de Nápoles a su tercer hijo varón Fernando y a toda su línea de descendencia, y de declarar la incapacidad mental de su primogénito Felipe, deficiente psíquico y epiléptico, Carlos III partió para España, con el resto de su familia: su esposa Amalia Josefa y sus hijos María Josefa, María Luisa, Carlos Antonio, Gabriel Antonio, Antonio Pascual y Francisco Javier. El día 9 de diciembre de 1759 llegó a Madrid, donde su madre, la enérgica y extravagante Isabel de Farnesio le hizo la cesión de poderes. Sin embargo, el nuevo rey no fue coronado oficialmente hasta el 15 de julio de 1760, cuando ya había cumplido los 44 años, al tiempo que su hijo Carlos Antonio, de 11 años, era proclamado Príncipe de Asturias. Su esposa, desgastada por los múltiples partos y frustrada por la muerte de cuatro de sus hijas, no se adaptó a su nueva situación, agravada por los constantes enfrentamientos que tenía con su dominante suegra, cuyo orgullo no le permitía ceder con agrado el puesto de primera dama del reino. Su mala salud empeoró en el mes de septiembre, permaneciendo febril y postrada en la cama hasta que murió, el día 27 en el palacio de Aranjuez.
» La ausencia de la esposa debió de sentirla también en el ámbito de la política, pues ella solía participar en los consejos a favor siempre de la paz y la tranquilidad. Es probable que eso influyera en muchas de las desafortunadas aventuras guerreras que Carlos emprendiera, primero en Portugal, a raíz del Pacto de Familia firmado con la Francia borbónica, y luego en Argel.