Capítulo I - A lgunos antecedentes de la II República
¿ P or qué cayó la monarquía en 1931? Existen antecedentes que se podrían remontar al auge del movimiento anarquista y socialista, y junto a ellos, las amenazas de coacciones, la violencia, los asesinatos. Uno de los hechos que dieron fama hace un siglo al anarquismo en España, fue el asesinato de Cánovas del Castillo a manos de un anarquista italiano.
También se recuerda el desastre de la guerra con Estados Unidos en 1898, así como la guerra en Marruecos a comienzos del siglo XX, factores que a la larga ayudaron en cierta forma a influir en la caída de la Monarquía.
Hace algún tiempo asistí a una conferencia sobre el centenario de la muerte de Cánovas del Castillo. Uno de los expositores dedicó un capitulo a la violencia anarquista de esos días. Tras finalizar su conferencia, me le acerqué y le pregunté cuál ha sido la participación de anarquistas extranjeros en el desarrollo de la violencia en España, contestándome el conferenciante que desconocía a ciencia cierta dicha participación.
En fin, un detalle que llama la atención y que creo no ha sido muy estudiado o difundido, es el de la participación extranjera en el desarrollo de la violencia anarquista, comunista y socialista hasta 1939 en España. Es de recordar que durante la Guerra Civil participaron las llamadas Brigadas Internacionales, y que éstas llegaron antes que las Camisas Negras Italianas y la Legión Cóndor alemana a España.
Por ahora trataré en este capítulo el desglosar a partir de 1909 la situación que presentaba España hasta la caída de la monarquía.
Para los revolucionarios de izquierda a comienzos del siglo XX, la guerra de Marruecos es ocasión propicia de ataque a fondo contra la sociedad española. Para los políticos, Marruecos y la revolución son ocasión de una crisis ministerial. En 1909, en un acto del Partido Socialista celebrado en Madrid, Pablo Iglesias aplaudió un ataque de rebeldes marroquíes a posiciones españolas, catalogando a los rebeldes de «defensor de su independencia». La actuación de la Prensa prorrepublicana de Barcelona fue de constante incitación a la rebelión, realizándose el día 26 de Julio una huelga general para protestar contra la guerra en Marruecos. Ese día las calles en Barcelona fueron obstruidas con barricadas. El día 27 aproximadamente 40 edificios, la mayoría religiosos, son víctimas de incendios. Pareciera que los agitadores recordaban las palabras de Lerroux pronunciadas tres años antes: «Entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura; destruid sus templos; acabad con sus dioses; alzad el velo de las novicias y elevarlas a la categoría de madres para virilizar la especie; penetrad en los Registros de la Propiedad y haced hogueras con sus papeles, para que el fuego purifique la infame organización social; entrad en los lugares humildes y levantad legiones de proletarios para que el mundo tiemble ante sus jueces despiertos. Hay que hacerlo todo nuevo, con los sillares empolvados, con las vigas humeantes de los viejos edificios derrumbados; pero antes necesitamos la catapulta que abata los muros y el rodillo que nivele las hogueras… Seguid, seguid… No os detengáis ni ante los sepulcros ni ante los altares… Hay que destruir la Iglesia… Luchad, matad, morid…».
En fin, ese día 27 los revolucionarios anarquistas continuaron sus desmanes, cortando líneas férreas y telefónicas, incendiando y volando puentes con dinamita y tiroteándose con la fuerza pública. Tras salir el ejército a la calle para poner el orden, el saldo final es de unos 75 paisanos muertos, y aproximadamente unos 400 presos en Montjuich y 100 en la Cárcel Modelo. El ejército y la fuerza pública tuvieron 8 muertos y 104 heridos.
El 22 de Julio de 1910, el jefe conservador, don Antonio Maura, tras descender del tren que le llevó a Barcelona, es víctima de un atentado realizado por un muchacho de 18 años llamado Manuel Possá, miembro afiliado a la Juventud Radical, quien dispara cuatro tiros dejando herido al Sr. Maura. Éste hecho hizo que meses después se aprobara una ley «contra el anarquismo».
En esas fechas es presentado por el jefe de Gobierno, don José Canalejas la «Ley del Candado», que prohibía el establecimiento de nuevas Congregaciones religiosas. Grandes manifestaciones de católicos, destacándose la de Pamplona con más de 80 mil personas, recorren las calles en señal de protesta. Por otro lado, la actividad revolucionaria seguía su agitación, sucediéndose huelgas una tras otra, como la de los mineros en Bilbao en donde la tropa sale a la calle; la de los metalúrgicos en Barcelona, acompañada del estallido de Bombas; la de los estudiantes de Medicina en Madrid, etc.
El 6 de agosto de 1911, en la fragata Numancia, estalla una rebelión en la que participan un fogonero, un artillero y doce preferentes. Las causas, el creciente antipatriotismo. Por otro lado, las huelgas son el pan de cada día en muchas provincias españolas, que culminan el 18 de septiembre, por convertirse en una huelga general revolucionaria en toda España, con los desórdenes y desmanes característicos. Es de resaltar lo ocurrido en Cullera (Valencia) en donde los revolucionarios se insurreccionaron de manera violentísima, asesinando de manera brutal al aguacil y un Juez.
El 21 de septiembre de ese año se declara la huelga general en Madrid, siendo entre los detenidos los socialistas Largo Caballero, Cordero y Besteiro.
El 24 de septiembre de 1912 comienza una huelga ferroviaria en Cataluña y Zaragoza, y el 1 de octubre se declara en toda España. La huelga fracasa gracias a la militarización.
El día 12 de noviembre de ese año es asesinado por un anarquista el jefe de gobierno Sr. Canalejas.
El 13 de abril de 1913 un anarquista disparó dos veces contra el Rey Alfonso XIII, saliendo milagrosamente ileso.
Entre 1914/15 siguió el ambiente revolucionario con huelgas como la de la construcción en Barcelona, la textil de Reus, la del personal marítimo en Valencia, la de fundidores en Sevilla, destacándose en algunos casos el derramamiento de sangre. En esos días se dio a conocer la llamada «caza del zorro», consistente en la persecución a tiros, por parte de los pistoleros anarquistas, de aquellos obreros que no apoyaran o participaran en las huelgas.
En 1915 estalla otra huelga general ferroviaria para lo cual el gobierno suspende las garantías constitucionales y declara el estado de guerra.
Mientras tanto en Rusia la revolución de Lenin hace sus avances, tal es que en España tiene sus seguidores gracias a la infiltración y promoción de la propaganda probolchevique.
El día 10 de agosto de 1917 estalla una huelga ferroviaria. A pesar de declararse el estado de guerra a consecuencia de los desórdenes, el día 13 empieza un movimiento revolucionario con desordenes violentos en Barcelona, Zaragoza, Valencia y Bilbao, en donde los huelguistas levantaron las vías causando un descarrilamiento con saldo de cinco muertos y muchos heridos. En Madrid en Cuatro Caminos son asaltados comercios, siendo parados los revoltosos por las ametralladoras del ejército. Existe un manifiesto firmado por el comité de huelga formado por Largo Caballero, Saborit, Anguiano y Virginia González, que entre algunas cosas dice:
«… Para sembrar el pánico en los primeros momentos, se incendiarán los tranvías o se les suelta vacíos de gente, después de haberles dado toda la velocidad… La revolución hay que ganarla por medio de incendios… Los edificios que arden bien son aquéllos en que abundan la madera y el decorado: iglesias, palacios, teatros y cines… Los Bancos no hay que quemarlos: los Bancos hay que atracarlos…».
Tras la detención del comité de huelga y la actuación del ejército y la fuerza pública, hizo que el ímpetu revolucionario fuera cediendo. Dos hechos son de resaltar durante la huelga: Una sublevación de los presos de la Cárcel Modelo de Madrid, y una violenta algarada en Sabadell, donde la tropa tiene que tomar por asalto una barricada, después de un bombardeo con dos piezas de artillería que destruyó algunas casas.