VIOLETA PARRA
DÉCIMAS
Autobiografía en verso
Presentadas por Pablo Neruda, Nicanor Parra y Pablo de Rokha
EDITORIAL SUDAMERICANA
SANTIAGO DE CHILE
Primera edición: 1998
Segunda edición: mayo 2006 Tercera edición: febrero 2008 © 1998 Editorial Sudamericana Chilena S.A., Una empresa Random House Mondadori S.A. Merced 280, piso 6 Santiago de Chile Teléfono 782 8200 / Fax 782 8210 E-mail: editorial @rhm.cl www.rhm.cl Diseño de portada: Patricio Andrade Composición: Valgraf Ltda. Impreso en Chile ISBN N° 956-262-013-1 Los derechos de autor correspondientes a esta edición están destinados a la Fundación Violeta Parra
Presentación
Elegía para cantar
I
¡Ay, qué manera de caer hacia arriba y de ser sempiterna, esta mujer! De cielo en cielo corre o nada o canta la violeta terrestre: la que fue, sigue siendo, pero esta mujer sola en su ascensión no sube solitaria: la acompaña la luz del toronjil, del oro ensortijado de la cebolla frita, la acompañan los pájaros mejores, la acompaña Chillán en movimiento. ¡Santa de greda pura! Te alabo, amiga mía, compañera: de cuerda en cuerda llegas al firme firmamento, y, nocturna, en el cielo, tu fulgor es la constelación de una guitarra. De cantar a lo humano y lo divino, voluntariosa, hiciste tu silencio sin otra enfermedad que la tristeza.
II
Pero antes, antes, antes, ay, señora, qué amor a manos llenas recogías por los caminos: sacabas cantos de las humaredas, fuego de los velorios, participabas en la misma tierra, eras rural como los pajaritos y a veces atacabas con relámpagos.
Cuando naciste fuiste bautizada como Violeta Parra el sacerdote levantó las uvas sobre tu vida y dijo “Parra eres y en vino triste te convertirás”.
En vino alegre, en picara alegría, en barro popular, en canto llano, Santa Violeta, tú te convertiste, en guitarra con hojas que relucen al brillo de la luna, en ciruela salvaje transformada, en pueblo verdadero, en paloma del campo, en alcancía.
III
Bueno, Violeta Parra, me despido, me voy a mis deberes. ¿Y qué hora es? La hora de cantar. Cantas. Canto. Cantemos.
PABLO NERUDA Enero 19 en automóvil entre Isla Negra y Casablanca 1970
Defensa de Violeta Parra
Dulce vecina de la verde selva Huésped eterno del abril florido Grande enemiga de la zarzamora Violeta Parra. Jardinera locera costurera Bailarina del agua transparente Árbol lleno de pájaros cantores Violeta Parra. Has recorrido toda la comarca Desenterrando cántaros de greda Y liberando pájaros cautivos Entre las ramas. Preocupada siempre de los otros Cuando no del sobrino de la tía Cuándo vas a acordarte de ti misma Viola piadosa. Tu dolor es un círculo infinito Que no comienza ni termina nunca Pero tú te sobrepones a todo Viola admirable. Cuando se trata de bailar la cueca De tu guitarra no se libra nadie Hasta los muertos salen a bailar Cueca valseada.
Cueca de la Batalla de Maipú Cueca del Hundimiento del Angamos Cueca del Terremoto de Chillán Todas las cosas. Ni bandurria ni tenca ni zorzal Ni codorniza libre ni cautiva Tú solamente tú
tres veces tú Ave del paraíso terrenal. Charagüilla gaviota de agua dulce Todos los adjetivos se hacen pocos Todos los sustantivos se hacen pocos Para nombrarte. Poesía pintura agricultura Todo lo haces a las mil maravillas Sin el menor esfuerzo Como quien se bebe una copa de vino. Pero los secretarios no te quieren Y te cierran la puerta de tu casa Y te declaran la guerra a muerte Viola doliente. ¡Porque tú los aclaras en el acto! Cómo van a quererte me pregunto Cuando son unos tristes funcionarios Grises como las piedras del desierto ¿No te parece? En cambio tú Violeta de los Andes Flor de la cordillera de la costa Eres un manantial inagotable De vida humana. ¡Porque tú los aclaras en el acto! Cómo van a quererte me pregunto Cuando son unos tristes funcionarios Grises como las piedras del desierto ¿No te parece? En cambio tú Violeta de los Andes Flor de la cordillera de la costa Eres un manantial inagotable De vida humana.
Tu corazón se abre cuando quiere Tu voluntad se cierra cuando quiere Y tu salud navega cuando quiere Aguas arriba! Basta que tú los llames por sus nombres Para que los colores y las formas Se levanten y anden como Lázaro En cuerpo y alma. ¡Nadie puede quejarse cuando tú Cantas a media voz o cuando gritas Como si te estuvieran degollando Viola volcánica! Lo que tiene que hacer el auditor Es guardar un silencio religioso Porque tu canto sabe adónde va Perfectamente. Rayos son los que salen de tu voz Hacia los cuatro puntos cardinales Vendimiadora ardiente de ojos negros Violeta Parra. Se te acusa de esto y de lo otro Yo te conozco y digo quién eres ¡Oh corderillo disfrazado de lobo! Violeta Parra. Yo te conozco bien hermana vieja Norte y sur del país atormentado Valparaíso hundido para arriba ¡Isla de Pascua! Sacristana cuyaca de Andacollo Tejedora a palillo y a bolillo Arregladora vieja de angelitos Violeta Parra. Los veteranos del Setentaynueve Lloran cuando te oyen sollozar En el abismo de la noche oscura ¡Lámpara a sangre! Cocinera niñera lavandera Niña de mano todos los oficios Todos los arreboles del crepúsculo Viola funebris.
Yo no sé qué decir en esta hora La cabeza me da vueltas y vueltas Como si hubiera bebido cicuta Hermana mía. Dónde voy a encontrar otra Violeta Aunque recorra campos y ciudades O me quede sentado en el jardín Como un inválido. Para verte mejor cierro los ojos Y retrocedo a los días felices ¿Sabes lo que estoy viendo? Tu delantal estampado de maqui. Tu delantal estampado de maqui ¡Río Cautín! ¡Lautaro! ¡Villa Alegre! ¡Año mil novecientos veintisiete Violeta Parra! Pero yo no confío en las palabras ¿Por qué no te levantas de la tumba A cantar a bailar a navegar En tu guitarra? Cántame una canción inolvidable Una canción que no termine nunca Una canción no más una canción Es lo que pido. Qué te cuesta mujer árbol florido Álzate en cuerpo y alma del sepulcro Y haz estallar las piedras con tu voz Violeta Parra Esto es lo que quería decirte Continúa tejiendo tus alambres Tus ponchos araucanos Tus cantaritos de Quinchamalí Continúa puliendo noche y día Tus toromiros de madera sagrada Sin aflicción sin lágrimas inútiles O si quieres con lágrimas ardientes Y recuerda que eres Un corderillo disfrazado de lobo. NICANOR PARRA de Obra gruesa (Santiago, Universitaria, 1969)
Violeta y su guitarra
La gran placenta de la tierra la está pariendo cuotidianamente, como a un niño de material sangriento e irreparable, y el hambre milenaria y polvorosa de todos los pueblos calibra su vocabulario y su idioma folklórico, es decir, su estilo, como su destino estético y no a la manera de las categorías.
Por eso es pueblo y dolor popular, complejo y ecuménico en su sencillez de subterráneo, porque el pueblo es complejo, sencillo, tremendo e inmortal, como sus héroes, criado con leche de sangre. Tiene su arte aquella virtud de salud, que es vital y mortal simultáneamente, de las honestas, recias, tremendas yerbas medicinales de Chile, que aroman las colinas o las montañas y las arañan con su olor a sudor del mundo del futuro, o de lo remoto antiquísimo, y son como látigos de miel dialéctica, con hierro adentro, en rebelión contra el yugo. Yo no defino así ni el volumen ni el tamaño social de su estilo; no, me refiero a la cualidad que la orienta a ella y su guitarra y aun la pintura en proverbio o la tonada revolucionaria, a su guitarra y a ella, porque ella no es una guitarra con mujer, sino una mujer con guitarra. Por debajo, en el total denominador común humano, su folklore, no snob, se entronca a la Picaresca española, construida con la entraña popular, interfiriéndolo; un catolicismo, más pagano que cristiano, llora, sonríe, brama en el subsuelo; aquel humor feliz de sentirse desaventurado de coraje dramatiza la guitarra y de tan ingenuo es macabro, como la gárgola de la Catedral Gótica, como Rabelais o como el Aduanero Henrifulien Rousseau, o Bosch, el fraile terrible. Saludo a Violeta, como a una “cantora ” americana de todo lo chileno, chilenísimo y popular, entrañablemente popular, sudado y ensangrado y su gran enigma, y como a una heroica mujer chilena. PABLO DE ROKHA París, 1° de junio de 1964