Sangre sobre la Esmeralda
Vida y Martirio de Miguel Woodward
Edward Crouzet
Prefacio a la Tercera Edición
La primera edición se lanzó en diciembre del 2000; la segunda al año siguiente. Reeditamos prácticamente el mismo texto. Sin embargo ha habido novedades que conviene consignar en este Prefacio.
A principio de 2001, Patricia Woodward, hermana de nuestro Miguel, presentó una querella judicial contra Pinochet y los responsables por la tortura, muerte y desaparición del cuerpo de Miguel y por la complicidad de un funcionario de la Iglesia. Esta querella permitió que se aclararan varios hechos. La jueza, sorpresivamente, sobreseyó la querella, pero una apelación obligó a reabrirla.
En resumidas cuentas, se confirma todo lo sustancial: Miguel fue detenido por navales, según parece el 22 de septiembre de 1973, fue interrogado y torturado en el buque Esmeralda y muere ese mismo día a consecuencia de las torturas. Es llevado al hospital Naval donde es reconocido por el Capellán. Desde ese momento, todo se vuelve irregular, confuso y engañoso. Sin la identificación requerida, el médico forense entrega un certificado que es atribuido a Miguel. Su cuerpo no es entregado sino que sepultado clandestinamente por la Armada. No es arrojado a la fosa común fuera del cementerio de Playa Ancha –como lo consignamos en nuestro relato – sino sepultado discretamente en otro lugar. La fosa común en ese entonces ya no existía.
Por supuesto no hay todavía una sentencia judicial, pero las investigaciones que surgen en la causa, hechas a veces por abogados y familiares, van mostrando estos hechos o estas incongruencias. Se perfila más claramente el delito de ocultamiento del cuerpo de Miguel y se cree haber identificado a mucho s de los individuos responsables de su secuestro, tortura y muerte. Además, constan en el expediente judicial de Miguel muchos testimonios que apuntan a otros horrendos crímenes de la época cuyos responsables deben ser obligados a responder ante la Justicia.
En este Prefacio debemos también consignar cierto cambio que se ha efectuado en la Armada respecto al contenido de nuestra biografía. El relato del martirio de Miguel era, a l mismo tiempo, una denuncia contra la Armada explicitada en el título que se le puso: " Sangre sobre la Esmeralda " . El buque escuela de la Armada, la " Dama Blanca " que pretendía ser símbolo de una hermosa vocación y embajadora de Chile en los mares, aparecía manchada en su blancura por un crimen. Ante la aparición de este libro, la táctica de la Armada ha sido el silencio y la negación: " En la Esmeralda no se ha torturado " .
Esta táctica no se ha podido mantener. Tras la publicación a fines de 2004 del Informe sobre Tortura y Prisión Política de la Comisión Valech, el país sabe que la Armada ha torturado y que se torturó también en la Esmeralda. El Almirante Vergara lo ha confesado y ha ofrecido actuar en las cubiertas de la Esmeralda un rito de desagravio. Aún no se ha efectuado pero debe hacerse para que el buque escuela pueda volver a presentarse como embajadora de una nación que busca la paz y la amistad entre las naciones en el respeto a los Derechos Humanos.
Quedan pues para la Armada pasos por dar. Conjuntamente con el gesto de desagravio sobre las cubiertas de la Esmeralda, debe reconocer y sancionar las violaciones infli gidas a Miguel y a las otras víctimas. Deberá devolver a los familiares los restos de Miguel Woodward, tan injustamente secuestrados. El país tiene derecho a recobrar su Armada una vez que ha querido, como el Ejército, limpiarse de su pasado.
La Justicia porteña tiene aquí su tarea: hacer justicia. Poniéndose por encima de indebidas presiones, sólo ella podrá señalar a la Armada su verdadera ruta y cómo blanquear su nave estigmatizada.
Pienso finalmente que la Iglesia de Valparaíso tiene una gran deuda para con Miguel Woodward. Le deberá tal vez un perdón, pero ciertamente un reconocimiento y una acogida. Le debe ante todo justicia y exigir a la Armada que entregue su cuerpo para darle cristiana sepultura. Debe recoger esa sangre derramada sobre la Esmeralda para que, depositada en tierra, sea semilla de nuevos cristianos en un pueblo que supo acogerlo en vida.
Por todo esto se lanzará la tercera edición con el mismo título: " Sangre sobre la Esmeralda " .
José Aldunate Lyon, S.J.
ANTECEDENTES (1932-1954)
Miguel Woodward tuvo dos abuelas irlandesas. Su abuela paterna, Mimi, era la hija predilecta de un rico irlandés, criador de caballos, que le dejó toda su fortuna. Se casó con un oficial del ejército británico, el Capitán Woodward , que murió cuando su hijo Edward Gerard Woodward, más conocido como Roy, tenía ocho años.
La madre mandó a Roy al internado del King's School en Canterbury a los cinco años. Aunque al principio se pensó que seguiría la carrera militar, llegado el momento no hubo plaza por los recortes de reclutamiento tras la Primera Guerra Mundial y entonces ingresó en la empresa British American Tobacco Company. Estuvo destinado brevemente en Dinamarca y Argentina y en 1927 fue enviado a Chile donde residiría durante veinte años, llegando al cargo de Director General Adjunto de la Cía. Chilena de Tabacos.
La abuela materna de Miguel procedía de una familia irlandesa de apellido Cannon. Estaba casada con Federico Yriberry, un empresario de origen vasco que trabajaba en Valparaíso. Éste vivió hasta 1941. El matrimonio residía en una casa grande cerca de la estación de Viña del Mar, el balneario de moda y zona residencial en la costa al norte de Valparaíso. Tuvieron dos hijos y una hija, Mary, la madre de Miguel.
Mary Yriberry y Roy Woodward se casaron el 12 de abril de 1931. Roy se había criado en la Iglesia Anglicana y se convirtió al Catolicismo antes de la boda. Miguel, el mayor de los hijos, nació el 25 de enero de 1932. Dos años más tarde Mary y Roy tuvieron mellizos, John y Jocelyn. Una segunda hija, Patricia, nació en 1938 , y en 1942 nació otro varón, Peter.
Según un amigo de Miguel del Seminario, Roy, que por aquel entonces ya había dejado Chile, encajaba en el estereotipo del caballero inglés: cortés, reservado y, para un chileno, poco imaginativo. De su educación de clase media había adquirido la modestia y los buenos modales que le impedían hablar de sí mismo, de sus sentimientos o de su estado de salud. Después del colegio no cursó más estudios y fue acumulando un profundo conocimiento de la industria tabaquera a través de su experiencia directa en las fábricas. Su imaginación se canalizaba en proyectos prácticos como la construcción de la casa familiar.
La familia Woodward vivió en casas arrendadas en Viña del Mar hasta 1940 ó 1941 cuando Roy proyect ó y supervisó la edificación de una casa poco usual. En vez de emplear los tradicionales ladrillos se utilizaron muros de adobe de barro y paja reforzados con malla de alambre, como precaución contra los terremotos. El interior fue forrado con madera, redondeada en l a s esquinas , lo cual además de ser una solución práctica para tapar un muro de barro era de estilo contemporáneo. Se dedic aba al jardín y competía con los amigos a ver quién ten ía el mejor césped para jugar al croquet, los rosales más bellos y la mayor variedad de árboles frutales.
Roy alentaba a los niños a ser igual de prácticos. Cada uno tenía su parcelita de tierra para cultivar: Miguel y John optaron por cultivar lo más fácil, unas cuantas verduras que luego vendían a su madre para aumenta r la paga del domingo. Asimismo el padre les puso un profesor de carpintería, que también daba clases a los hijos de los trabajadores de la fábrica, para que a prendieran trabajos manuales [1].
Cuando Roy estaba en casa se organizaban reuniones familiares como picnics y excursiones. Durante la semana, cuando el padre trabajaba y la madre se ocupaba de los pequeños, los mayores pasaban mucho rato en compañía del servicio, con el cual hablaban en castellano, mientras que en familia se hablaba inglés. La familia se reunía por la noche para cenar. Todo estaba estrictamente controlado por Roy. Los niños debían comer todo lo que tenían en el plato. Si la conversación iba en una dirección que a Roy no le gustaba , como algún tema de enfermedades, pronunciaba la palabra " Sollocks " , un término del escritor contemporáneo Dornford Yates, y no se hablaba más del asunto.
Página siguiente