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Raquel Lander - El derecho a delirar

Aquí puedes leer online Raquel Lander - El derecho a delirar texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2014, Editor: La Esfera de los Libros, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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    El derecho a delirar
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    La Esfera de los Libros
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    2014
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El derecho a delirar: resumen, descripción y anotación

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Ramón de España EL DERECHO A DELIRAR Un año en el manicomio catalán - photo 1

Ramón de España

EL DERECHO A DELIRAR

Un año en el manicomio catalán

Primera edición octubre de 2014 Cualquier forma de reproducción - photo 2

Primera edición: octubre de 2014

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra ( www.conlicencia.com ; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

© Ramón de España Renedo, 2014
© La Esfera de los Libros, S. L., 2014
Avenida de Alfonso XIII, 1, bajos
28002 Madrid
Tel.: 91 296 02 00 • Fax: 91 296 02 06
www.esferalibros.com

ISBN: 978-84-9060-209-6
Depósito legal: M. 25.051-2014
Fotocomposición: Creative XML, S. L.
Impresión: Cofás
Encuadernación: De Diego
Impreso en España- Printed in Spain

ÍNDICE

«El hombre que pronto vendrá a Barcelona ha escogido como instrumento de gobierno la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por actos de corrupción económica o administrativa es un hombre prisionero. Por eso el régimen ha fomentado la criminalidad de la vida pública y económica » .

J ORDI P UJOL , Us presentem el general Franco, 1960

«Al atardecer, en uno de esos locales impresionantes en los que suele reunirse la burguesía barcelonesa para consumir pastelillos de nata, he oído comentar el gran espectáculo de la jornada a quienes seguramente no han sido actores en él.

—El desfile —decía alguien— ha sido impresionante y revela la gran fuerza espiritual del pueblo catalán. A nuestro pueblo le entusiasman esas grandes paradas de la ciudadanía. No sabe pasar muchos meses sin provocar alguna. Pero acaso entre una y otra, aunque solo mediasen tres o cuatro meses, tendría alguien que preocuparse de rellenar el tiempo con una tarea que tal vez no sea del todo superflua: la de gobernar, la de administrar, la de hacer por el pueblo algo más que ofrecerle ocasión y pretexto para esos deslumbrantes espectáculos».

M ANUEL C HAVES N OGALES (1897-1944)

A ÑO 2013

Septiembre

Día 11

Siempre propenso a esquivar las efusiones del populacho, he pasado los dos últimos días en el campo, en casa de una buena amiga. Holganza total. Puro relajo. Cuando te cansabas de estar tumbado a la bartola, te echabas a la piscina. No he leído la prensa ni he visto la televisión. Vuelvo a Barcelona a eso de las ocho de la tarde en un estado físico y mental inmejorable. Pero a medida que me voy cruzando con los patriotas que vuelven de la cadena humana de la señora Forcadell siento un desasosiego que, me ponga como me ponga, me va a obligar, en cuanto llegue a casa, a tragarme toda la prensa en la red —incluyendo los más abyectos panfletos separatistas—, y a engancharme hasta las tantas a TV3, pieza fundamental del aparato de agitación y propaganda de la Generalitat. ¿Por qué? ¿Porque estoy loco? ¿Porque soy masoquista? ¡No! ¡Porque estoy enganchado a Cataluña y es más difícil dejar ese vicio que abandonar el alcohol y las drogas!

Plantado ante el televisor, compruebo que el patriótico Corro de la Patata ha sido un éxito. No me extraña: los catalanes son extremadamente obedientes. Recuerdo una cosa que contaba Kurt Vonnegut sobre una conversación suya con Heinrich Böll: le preguntó cuál era, a su juicio, el peor defecto de los alemanes, y Böll le respondió que la obediencia. No son los únicos, añado. Aquí, la gente normal y pequeñoburguesa vive convencida de estar siendo oprimida y expoliada a diario, y cuando se la convoca a manifestarse ante todo tipo de vejaciones imaginarias acude como un solo hombre.

Observo que todo ha transcurrido en santa paz, con la excepción de un par de incidentes ajenos a la organización. En la frontera valenciana, el inefable López Tena, que no sale en la prensa desde que los votantes lo desalojaron del Parlamento, se ha puesto farruco con un sargento de la guardia civil y ha acabado en el cuartelillo, convenientemente esposado (yo le hubiera puesto también un bozal); en la delegación de la Generalitat en Madrid, ha habido ball de bastons gracias a una pandilla de fachas que se ha dedicado a pegar berridos y a rociar con gas pimienta y amedrentar a los patriotas allí reunidos, que han visto cómo les tiraban al suelo la senyera y se ciscaban en sus muertos. La respuesta a la provocación ha sido de tono borreguil, a excepción del gallardo Sánchez-Llibre, de Unió —lo conocí hace años y me pareció un tipo muy simpático—, que es el único que ha plantado cara a los energúmenos. Parece que Iñaki Anasagasti, que rondaba por allí, se ha escondido nada más ver llegar a los trogloditas. ¿Cobardía? No, tan solo un temor muy lógico a que le despeinen en el transcurso de la refriega, ya que ese conato de ensaimada que lleva siempre en la cabeza tiene que ser más complicado de fabricar que el mítico tupé de Donald Trump.

TV3 lo ha cubierto todo con un lujo asiático. Cámaras a porrillo, helicópteros, profusión de sicofantes repartidos por todo el territorio (nacional, por supuesto)… ¿Crisis? ¿Qué crisis? Para el jolgorio secesionista siempre hay presupuesto. Cuentan que Artur Mas —que hace unos días comparó las pataletas de niño malcriado de nuestros independentistas con las penalidades de la población afroamericana denunciadas en su momento por Martin Luther King— se siente más fuerte ahora para dialogar con Mariano Rajoy. El Corro de la Patata ha sido una muestra de fuerza. Y ahora, a dialogar. Personalmente, tengo la impresión de que lo suyo es como intentar mantener una conversación civilizada con alguien después de asestarle un puñetazo en la nariz y partirle las gafas, pero él sabrá. O no.

Día 12

Homenaje a Monterroso: cuando desperté, Artur Mas seguía allí.

Día 15

«A veces llegan cartas que te dan la vida, que te dan la calma», cantaba Raphael hace un montón de años. Y a veces, añado yo, llegan cartas que no dicen nada, como la que Mariano Rajoy ha dirigido a Artur Mas en respuesta a la que este le envió a finales de julio pidiéndole permiso para llevar a cabo una consulta soberanista. Yo no sé si Mariano ha recurrido a Miguel Strogoff para enviar la misiva —como le sugería Ignacio Vidal-Folch en un artículo en El País— o si es que le cuesta ponerse a escribir, pero, francamente, cincuenta días para redactar un folio y medio lleno de vaguedades y de conceptos que no se entienden muy bien… ¡Pues tiene narices! Yo me la he leído cuatro veces y todavía no entiendo a dónde quiere ir a parar. No negaré que el tono es correcto y educado, pero concreto, lo que se dice concreto, no. Creo entender que la consulta de Mas, ni sí ni no, sino todo lo contrario, aunque la palabra «consulta» apenas sale. Llamadas al diálogo, las que hagan falta, pero… ¿Para hablar de qué?

Me viene a la mente una foto de Rajoy aparecida en la prensa este verano: al hombre lo han pillado en una escalera y, como en el caso del gallego proverbial, ¡no se sabe si la sube o si la baja! Ya sabemos que toda la política de Rajoy se inspira en la figura taurina de Don Tancredo, pero la respuesta a Mas ya es de traca. Por lo menos, Rubalcaba dice que hay que revisar la Constitución… Aunque tampoco sirva de nada, ya que los nacionalistas son, por definición, insaciables, y si ahora les cambias las cosas para complacerlos, dentro de seis meses ya habrán encontrado algo nuevo de lo que quejarse. No sé, igual es un plan de Rajoy para volver loco a Artur Mas —«pues nada, majete, pásate por La Moncloa cuando quieras y nos tomamos unas cañas»—, que hubiese preferido un moco bien potente en el que basar sus inminentes iniciativas. No me trato con ningún marianólogo que pueda iluminarme, así que esperaré pacientemente a ver qué dice Paco Marhuenda, al que conocí hace años en la redacción de El Noticiero Universal y que en ese tema va muy fuerte.

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