Pequeñas historias de la Gran Guerra
Enrique Gómez Carrillo
Prólogos de Benito Pérez Galdós y Javier Azpeitia
EDICIÓN
Álvaro Fernández de Córdoba Pascual, Guillermo Jiménez Sanz, Gala Lázaro Mur, Claudia Picazo Jaque y Tatiana Vargas Löwy
DISEÑO
Desirée Rubio De Marzo
COMPOSICIÓN
Claudia Picazo Jaque
© DE LA EDICIÓN Libros de la Ballena, 2011
Máster de Edición UAM-Versus: Taller de Libros
www.librosdelaballena.com
Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid
Campus de Cantoblanco
Einstein, 1 - 28049 Madrid
© DE «UN DANDI EN EL INFIERNO»: Javier Azpeitia, 2011
ISBN: 978-84-8344-196-1
Depósito legal: M-22416-2011
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¿Qué es, en efecto, la crónica? Este dice: «Es una sonrisa en la prosa diaria del periodismo». Aquel asegura: «Es la conciencia de la actual sociedad». El otro murmura: «Es el libro de memorias sentimentales de nuestra época». En realidad, es esto y es más, puesto que es todo. Abeja, liba con ática voluptuosidad la miel dorada de las ideas; ave, atraviesa sin fatiga inmensos espacios ideológicos; libélula, vive gozosa entre flores de retórica. Como el poeta, la crónica sabe hacer pequeñas canciones con las grandes penas. Enrique GÓMEZ CARRILLO En Bajo el clamor de las sirenas Ventura García Calderón |
Prólogo
Benito Pérez Galdós
Enrique Gómez Carrillo, el admirable escritor para cuyo ingenio y actividad son estrechas las cinco partes del mundo, nos ha pintado en los cuadros incomparables de sus primorosos libros castellanos el alma del Japón, de Tierra Santa, de Grecia, de Buenos Aires, de Egipto, y toda esta riqueza de observación y de poesía nos la trae fragmentariamente al solar nativo, con lo cual ha sabido dar a nuestra prensa un carácter mundial.
Buen chasco se llevarán los lectores de Gómez Carrillo que quieran deducir su edad del cúmulo de sus libros y de las peregrinaciones por tierras y mares que ha emprendido para conocer y pintar artísticamente países exóticos, así las razas de vida secular, como las que florecen en las formas más modernas de la civilización. Pero si la inmensa labor del escritor nos lo envejece relativamente, y en tal engaño incurre la muchedumbre de sus lectores, los que desde hace tiempo le conocemos admiraríamos al hombre inquieto y febril que con la agilidad de su entendimiento, la gallardía de su estilo, la presteza de su pluma, el poder de su retina que todo lo abarca y todo lo embellece, se pasa la vida labrándose una eterna juventud. Al contrario de los poetas lánguidos, que año tras año destilan sus melancolías quejumbrosas en las penumbras crepusculares y empiezan y acaban siendo unos imberbes vejestorios, Gómez Carrillo, que no es lánguido, sino muy avispado y desenvuelto; que vuelve la espalda a los atardeceres tristes, pisotea las murrias, dando siempre la cara al sol vivificante; que viaja sin reposo y no da paz a la pluma escribiendo todo lo grande y bello que palpita en los pueblos vivos, en los pueblos muertos y aun en los que resucitan, es siempre personalmente un muchacho alegre y risueño, que al mismo tiempo nos instruye y nos deleita. Para él la vida no es un valle de lágrimas, sino un hervidero de goces, dolores, contiendas, de ideas contrapuestas que se pelean como las sonoras tempestades de que nos habla el poeta latino.
Estamento fundamental en la literatura en la Edad Moderna es la prensa. El siglo XIX nos la transmitió potente y robusta, y el XX le ha dado una realidad constitutiva y una fuerza incontrastable. Máquina es esta que cada día invade con más audacia las esferas del arte y del pensamiento. Gentes hay que reniegan de ella cuando la ven correr desmandada y sin tino, y otras la encomian desaforadamente, estimando que de sus errores y de sus aciertos resulta siempre un evidente fin de cultura. Periodistas somos hoy todos los que nos sentimos aptos para expresar nuestras ideas por medio de la palabra escrita: unos toman la Prensa como escabel o aprendizaje para lanzarse después a distintas empresas literarias; otros en la Prensa nacen y en ella viven y mueren, y estos son los que constituyen una de las falanges más intrépidas y triunfadoras de la intelectualidad contemporánea, estos periodistas son hoy obreros que labran la materia prima de la historia. Lo que llamamos hoy actualidad, el tiempo lo va convirtiendo luego en ensayos o tratados de literatura, filosofía, política, ciencias, etcétera.
Figura culminante en esta falange es Gómez Carrillo, el español que con más arte ha sabido hacer libros admirables en las fugaces hojas de un periódico. En su género, pocos le igualan en Europa y ninguno le supera.
Los escritores que poseen en grado tan alto la fuerza descriptiva o plasmante y la fuerza emotiva piden a gritos teatro amplísimo, actualidad compleja y grandiosa para emplear dignamente sus prodigiosas facultades. La fatalidad, la espantosa tragedia de los tiempos presentes, ha colmado las medidas a Gómez Carrillo que, como cronista de una guerra tan ominosa y bárbara, tiene ancho campo para sus ojos, que rápidamente ven y pintan, y para su ágil pluma, que nos transmite sus intensas impresiones. Sus cuadros de la guerra tienen la gracia francesa y la emoción española. Va el escritor de pueblo en pueblo, de ruina en ruina, de trinchera en trinchera; interroga a los supervivientes de la catástrofe; reproduce la desolación de las viviendas destruidas, el llanto mudo de los monumentos despedazados por los proyectiles alemanes; refiere anécdotas oídas de labios moribundos; recibe y nos transmite el gemido del Marne ensangrentado, de la Champaña ultrajada, de la Lorena indomable, y todo esto nos lo hace ver y sentir con la magia de su verbo sutil; es en la guerra, como en la paz, el pintor felicísimo de la Galilea, de Damasco, de las peregrinaciones a la Meca, el admirable poeta del Japón, de la India, de la clásica Grecia y del misterioso Egipto.
Un dandi en el infierno
Javier Azpeitia
Cuando los soldados de Francia vuelvan a sus pueblos, y los ciegos vayan por las veredas con sus lazarillos, y los que no tienen piernas pidan limosna a la puerta de las iglesias y los mancos corran de una parte a otra con alegre oficio de terceros; cuando en el fondo de los hogares se nombre a los muertos y se rece por ellos, cada boca tendrá un relato distinto, y serán cientos de miles los relatos, expresión de otras tantas visiones, que al cabo habrán de resumirse en una visión, cifra de todas. Desaparecerá entonces la pobre mirada del soldado, para crear la visión colectiva, la visión de todo el pueblo que estuvo en la guerra, y vio a la vez desde todos los parajes todos los sucesos.
VALLE-INCLÁN
La Media Noche. Visión estelar de un momento de guerra
Esta antología recoge algunas de las más significativas crónicas sobre la Primera Guerra Mundial que el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (Ciudad de Guatemala, 1873 - París, 1927) realizó entre los años 1914 y 1919, desde Francia, a veces desde el mismo frente, adonde fue invitado por el Gobierno francés como cronista del periódico madrileño El Liberal. La selección, producto de un rastreo concienzudo de la ingente obra periodística y memorialística de su autor —realizado por un joven grupo de editores: Claudia Picazo, Tatiana Vargas, Gala Lázaro, Guillermo Jiménez y Álvaro Fernández de Córdoba—, nos devuelve una imagen de la literatura de Gómez Carrillo bastante menos trivial que la que la crítica se empeña en dejarnos de él las pocas veces en que se ha acercado a su obra.