Introducción
Conocí a Kevin Lacz —«Dauber»— en 2009, cuando yo estaba trabajando con Chris Kyle en el proceso de escritura de El francotirador. Chris me hizo saber que Kevin estaba al tanto de los detalles de lo que él había hecho en Irak y que se podía confiar en él; lo que era más importante aún, me dijo que era un buen amigo. Por su parte, Kevin fue una de las escasísimas personas a las que entrevisté mientras escribía el libro de Chris. Éramos muchos los que, como yo, teníamos alguna noticia de la historia de Chris; pocos los que, como Kevin, lo sabían casi todo al respecto.
Pocos años después, El francotirador fue llevado a la gran pantalla y Kevin prestó su experiencia en el proceso. Kevin no solo fue el único SEAL del equipo cinematográfico que aconsejaba a la estrella de la película, Bradley Cooper, y a su director, Clint Eastwood; de hecho, era la única persona del plató que había llegado a conocer a Chris. Sin Kevin Lacz, El francotirador no habría podido ser tan auténtica ni exitosa como a la postre fue. Kevin vivió la guerra, la fama, la fortuna y la muerte de su amigo y hermano Chris Kyle sin dejar de serle leal.
Antes de empezar a colaborar en el presente libro, pensaba que su lectura quizá me enseñaría alguna cosa nueva sobre Chris. A fin de cuentas, Kevin había servido con él durante dos despliegues en combate y, desde luego, tiene su propio arsenal de historias sobre el hombre al que denominamos «la Leyenda». Al leer estas páginas, sin embargo, quedé absorbido por su complejidad: son mucho más que una recopilación de historias bélicas, en alguna de las cuales aparece Chris Kyle. Pero este no es sencillamente un libro sobre Chris. Es una autobiografía importante de un hombre apto para la violencia.
Ajeno a la política, y sin escatimar sinceridad, este libro se adentra profundamente en la psique de un agente provisto de un deseo implacable de eliminar a los enemigos de su país. Desde el primer capítulo, que aclara por qué motivos Kevin se unió a las fuerzas armadas, hasta el último, contemplamos la madurez de un SEAL que se curtió en uno de los veranos más sangrientos de la guerra de Irak. Es un libro crudo, de una veracidad sin contemplaciones, que no tiene igual en la bibliografía bélica contemporánea. Posee importancia histórica no solo por el tema del que se ocupa, sino por la novedad de presentar unas memorias militares de un modo emocionante e inolvidable.
Conociendo a Kevin como lo conozco ahora, y sabedor de que dedica buena parte de su tiempo a ayudar a los demás con la profesión que ha elegido —la medicina—, creo que este libro pone de manifiesto una lección singularmente necesaria: podemos formar parte por completo en el combate y seguir participando plenamente de la sociedad. Kevin da una nueva voz a un grupo numeroso de veteranos a los que apenas se presta atención: los que sirvieron, sobrevivieron y ahora prosperan. Su experiencia en ultramar, aunque para algunos resulte un motivo de espanto y conmoción, no le ha impedido reintegrarse sin fisuras en la sociedad y gozar de éxito. Le aplaudo por llamar la atención sobre los hombres y mujeres que han servido con honor y que, aun habiendo sido testigos y autores de actos de violencia en combate, regresan a su país para hacer grandes cosas.
Este libro versa sobre el asombroso coraje demostrado por la sección Charlie del Equipo Tres de los SEAL (SEAL Team Three) en algunos de los días de combate más difíciles de toda la historia de estos grupos de la Armada estadounidense (y de la historia de Estados Unidos en general). Como es lógico, yo conocía bien la vida de Chris Kyle y sabía algunas cosas de la de Kevin. A medida que avanzaba en la lectura, veía que todos y cada uno de esos hombres son increíblemente especiales, que cada uno cuenta con su propia historia única de sacrificio y coraje. Agradecí que Kevin se animara a compartir estas páginas con sus hermanos y contara también historias sobre ellos, porque estos hombres son, sin lugar a dudas, lo mejor que Estados Unidos puede ofrecer. No nos hallamos ante el tributo de un hombre a sí mismo: es el tributo de un hombre a su EQUIPO. Por las venas de Kevin, y por las páginas de este libro, corre con fuerza un lema que define a los SEAL: «No abandonar nunca».
Mucha gente cambia su visión del mundo cuando experimenta la plena atención del cine y de Hollywood, pero Kevin no. Ha seguido siendo fiel a sus amigos, su familia, los Equipos y el código por el que rige su vida. Eso merece todo mi respeto y estoy orgulloso de tenerlo por amigo.
S COTT M C E WEN
(coautor de El francotirador, número 1 en la lista de ventas del New York Times, y autor de la serie novelística Sniper Elite, superventas nacional) 9 de mayo de 2016
Prefacio
Estas memorias contienen mi relato veraz de la batalla de Ramadi, según la viví como novato con la Unidad Operativa Bruiser, sección Charlie, Equipo Tres de los SEAL. En 2006, la zona occidental de Irak estaba sumergida en la violencia sectaria, el desánimo cundía y una insurgencia letal amenazaba la misión de la coalición. Se decidió desplegar al Equipo Tres de los SEAL para que combatiera en la crucial batalla de Ramadi y ayudara a tomar la capital de la provincia de Ambar. Se ha escrito y discutido mucho sobre el trabajo que hicimos ese verano, pero Ramadi no fue una victoria en solitario de los SEAL y las fuerzas especiales. No hubo un único comandante que hiciera hincar las rodillas al enemigo. Antes bien, lo que logró cambiar la suerte de la batalla contra la insurgencia fue el esfuerzo combinado de todas las ramas de las fuerzas armadas: Aire, Tierra, Mar y los marines, la infantería de marina. Este relato refleja esa cooperación.
Hoy, el trabajo que hicimos en Ramadi durante la primavera, el verano y el otoño de 2006 ha quedado en el pasado. La paz que conquistamos bloque por bloque, calleja por calleja y habitación por habitación ya no existe. Los que combatimos allí, sangramos allí y perdimos a hermanos allí ya solo podemos confiar en que las muchas lecciones aprendidas en Ramadi orienten sobre el modo en que las unidades convencionales y las fuerzas especiales pueden colaborar para obtener la victoria en futuros campos de batalla. Con este fin en mente, ofrezco esta pieza histórica como una especie de fuente primaria para cuantos deseen dirigir la mirada al pasado reciente y se pregunten cómo se combatía en los momentos culminantes de la Operación Libertad Iraquí. En Ramadi, la paz ya no existe. Pero nuestra historia, sí.