PRÓLOGO
Este libro nació en el teatro Tívoli de Barcelona. Jaume y yo fuimos a ver Jesuschrist Superstar con el aliciente de que el papel de Jesús lo interpretaba el mismo actor que protagonizó la mítica película en 1973. Más de cuarenta años después, allí estaba Ted Neelly superados ampliamente ya los treinta y tres años reglamentarios, cantándole a su padre «¿Por qué me has abandonado?». Arrebatados por la emoción del espectáculo y por la devoción que los dos sentimos por los musicales, decidimos que compartiríamos en un libro todo cuanto hemos vivido en el cine.
Aquí está.
Jaume dice que a los de su generación el cine les descubrió la vida. A los de la mía, Figueras nos descubrió el cine. Él era el Mr. Belvedere de Fotogramas y después le vimos en Cinema 3 y en Informatiu Cinema de TV3, y también en las galas de los Óscar de Canal Plus. Hemos trabajado juntos muchos años en la radio.
Y además nos une una amistad que nos ha llevado incluso a compartir cama como la extraña pareja en un hotel de Nueva York para no perdernos un estreno en Broadway.
Hemos aprovechado que Jaume afirma ahora vivir «apartado del mundanal ruido» para invitarle a hablar de cine sin la urgencia que impone la labor del periodista, recuperando el placer que a los dos nos proporciona compartir con los amigos a la salida del cine qué nos ha parecido la película. Jaume siempre se ha reivindicado como cronista y no como crítico, y yo quiero reivindicarme como una simple espectadora que aprende escuchando al maestro.
Elegimos como escenario de estas conversaciones el despacho de Jaume, una verdadera guarida de cinéfilo como no podría ser de otra manera, y allí nos encerramos rodeados de sus archivos, carteles y objetos de cine, y bajo la mirada de Marlon Brando, Chaplin y Audrey Hepburn.
Y en el libro que los lectores tenéis ahora en las manos hemos recogido esas conversaciones en las que hemos rememorado las lágrimas, las risas, los gritos de miedo y todas las emociones que hemos descubierto en el cine. Veréis que nos hemos sincerado y no nos hemos guardado secreto alguno. Jaume confiesa que salió sollozando inconsolablemente del cine al ver que le cortaban la cabeza a María Antonieta. Y yo que descubrí el amor viendo Grease, a pesar de que Jaume asegura que lo que descubrí fue el sexo. En este libro encontraréis las películas que más nos han gustado y también las que nos han aburrido, y esperamos que leyéndolo os apetezca verlas de nuevo o ir al cine a descubrirlas.
Jaume tiene fama de despistado y se la gana a pulso a diario.
Cuando no pierde la gorra, se deja las gafas en el estudio de la radio, pero nunca olvida el nombre de un actor. Esto nos ha permitido recorrer la historia del cine a través de cientos de películas y de muchísimas anécdotas, y evocando a los grandes directores, sin tener que consultar Google ni una vez.
Nuestros recuerdos son los de dos generaciones. A Jaume y a mí nos separan veinticinco años y nuestros gustos no siempre coinciden. Él no entiende quiénes son los buenos y los malos en Star Wars y yo no me emociono viendo Los paraguas de Cherburgo. Sin embargo, seáis de una u otra generación, a buen seguro este libro os invitará a recordar las pelis que también os abrieron los ojos y las emociones que habéis vivido en el cine.
GEMMA NIERGA
Danny y Sandy, un idilio de instituto. Olivia Newton-John y John Travolta en Grease (1978).
(Foto de Paramount Pictures/Fotos International/Getty Images.)
LAS MIL CARAS
DEL AMOR
Ahora lo llaman crush, pero nos entenderíamos mejor si lo llamáramos flechazo. Para unos puede ser la sonrisa de Ingrid Bergman; para otros, el andar de Richard Gere. Sentarse en una butaca de cine, con las luces apagadas: la manera más fácil de enamorarse. Sin ninguna interferencia sexual.
EL PRIMER AMOR
GEMMA: Grease es sin duda la película de mi adolescencia. La vi en 1978. Mis padres me dejaron ir sola al cine por primera vez con mi prima Carmeta. No sabía qué iba a ver y no podía imaginar que muchas de las canciones de Grease pasarían a formar parte de la banda sonora de mi vida y de la de mis amigos… No sabíamos inglés, pero las cantábamos como si nos fuera la vida. El tema del clímax del filme, «You’re The One That I Want» (Tú eres lo que yo quiero), empieza con John Travolta cantándole a una Olivia Newton-John sensacional, enfundada en un vestido de cuero negro: «I got chills / They’re multiplying» (Siento escalofríos / Se están multiplicando), que en nuestra voz sonaba más o menos como «Igachú, tumachdecuaia», pero no nos importaba y era divertidísimo…
JAUME: Y ahora están haciendo sesiones de karaoke para que la gente cante las canciones en directo.
GEMMA: Cuando acabó la proyección me dolía el pecho, porque, a pesar de que yo me lo pasaba muy bien en la escuela, mi vida no era exactamente como la vida en la escuela Rydell de Grease. En las Escolàpies no había Rizzo ni Sandy ni Danny Zuko… porque éramos todo chicas. Y recuerdo el personaje de Rizzo, que interpretaba Stockard Channing, que era la chica fuerte, valiente, decidida, aquella amiga que te gusta tener cerca. Al acabar la proyección, yo sentía un dolor, una presión que me impedía respirar y, como soy un poco dramática, cuando llegué a casa le dije a mi madre que quizá era algo grave aquel dolor en el pecho. En aquel momento no averiguamos qué me pasaba. Años más tarde he descubierto que lo que tenía es que me había enamorado por primera vez, porque este dolor en el pecho es exactamente lo que yo he sentido cuando me he enamorado de verdad. Me enamoré del amor, del enamoramiento. Tenía trece años y me gustó mucho aquella sensación, aquel entusiasmo que me ahogaba: el amor, la emoción, la ternura.
El personaje de Rizzo en Grease, interpretado por Stockard Channing, fue responsable de que la película no fuera para todos los públicos: una estudiante embarazada, ¡aunque fuera la mayor de todo el reparto! ¡Treinta y cuatro años y todavía en el instituto! Su obsesión por parecerse a Elizabeth Taylor la hizo pasar compulsivamente por innumerables operaciones de estética.
(Foto de Paramount Pictures/Fotos International/Getty Images.)
JAUME: Te enamoraste de un concepto y no de Travolta y de Sandy. Los personajes, de todos modos, aunque fueran en un instituto eran un poco mayores que tú. Olivia Newton-John, por ejemplo, tenía ya treinta años. A mí me habría sido difícil identificarme con ellos.