The Project Gutenberg EBook of Historia de la decadencia de España, by
Antonio Cánovas del Castillo
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Title: Historia de la decadencia de España
Author: Antonio Cánovas del Castillo
Release Date: October 11, 2014 [EBook #47092]
Language: Spanish
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Nota del Transcriptor:
Se ha respetado la ortografía y la acentuación del original.
Errores obvios de imprenta han sido corregidos.
Páginas en blanco han sido eliminadas.
La portada fue diseñada por el transcriptor y se considera dominio público.
HISTORIA
DE
LA DECADENCIA DE ESPAÑA
desde el advenimiento de Felipe III al Trono
HASTA LA MUERTE DE CARLOS II
Don Federico de Madrazo pintó, Kaulak reprodujo
EL RETRATO DE CÁNOVAS
POR MADRAZO
Deseando avalorar la presente reimpresión, publicamos el retrato, verdaderamente magistral, de Cánovas, que empezó á dibujar el eminente pintor don Federico de Madrazo; pues aun no siendo, como no es, sino un ligero esbozo, hecho á dos tintas, resulta, sin disputa, el mejor, más parecido y más completo de todos los del autor, por reproducir y contener, no sólo sus más genuinos rasgos fisionómicos, sino la expresión completa de su espíritu y de su carácter.
El original, de tamaño natural, lo posee y conserva como preciada reliquia el único hermano sobreviviente de Cánovas, y, con el tiempo, pasará, en calidad de donativo, al Museo Moderno.
HISTORIA
DE
LA DECADENCIA DE ESPAÑA
desde el advenimiento de Felipe III al Trono
HASTA LA MUERTE DE CARLOS II
POR EL EXCMO. SEÑOR
D. Antonio Cánovas del Castillo
Director de la Real Academia de la Historia, individuo de número de la Española, de la de Bellas Artes de San Fernando, de la de Ciencias Morales y Políticas, etc., etc., etc.
CABALLERO DE LA INSIGNE ORDEN DEL TOISÓN DE ORO
SEGUNDA EDICIÓN, CON PRÓLOGO
DEL EXCMO. SEÑOR
D. JUAN PÉREZ DE GUZMÁN Y GALLO
de la Real Academia de la Historia,
CABALLERO GRAN CRUZ DEL MÉRITO MILITAR
MADRID
LIBRERÍA GUTENBERG DE JOSÉ RUIZ, EDITOR
Plaza de Santa Ana, 13
1910
Madrid.—Imprenta de Fortanet, Libertad, 29.—Teléf.º 991.
Al Excmo. é Ilmo. Señor
D. Serafín Estébanez Calderón,
Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, Comendador de la Real y distinguida de Carlos III, Académico de número de la Real Academia de la Historia, condecorado con la cruz de San Fernando de primera clase y otras varias de distinción, Ministro togado del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, Senador del Reino, etc.
Dedicar á Ud. la primera obra de alguna importancia que lleve mi nombre es en mí obligación de tal naturaleza, que, con desconocerla, daría sobrada ocasión á la censura de los buenos. No parece que cumpla dedicándole la presente, porque es tal que más consigue con eso autorizarse que declarar mi agradecimiento. Pero todo se remediará con que usted ponga á cuenta de lo pequeño de la obra lo grande de la voluntad mía; de ella por encarecimiento basta decir que es tanta cuanta me cumple para que se iguale con mi obligación. Débole á Ud. los principios, que será deberle los fines; débole cariño de padre más bien que no de deudo; débole el tal cual acierto que haya en mi estilo, si lo hay, ó si no harta lección y enseñanza para que lo hubiese, pues sólo ha de achacarse á mi torpeza la falta. Y singularmente he de confesar por de Ud. el amor á las cosas de España que en mí hay, fruto de sus palabras y ejemplos, y que, después de haber llenado mi fantasía de ilusiones dulcísimas durante los primeros años, aguardo que me acompañe y aliente por todos los de mi vida. Tales cosas no exigen menor paga que eterno agradecimiento, y bien puede servir en muestra del mío el que haya aguardado para decirlo tan pública ocasión como esta, porque los tramposos y escatimadores de beneficios antes los reconocen en tiempo y lugar donde puedan ser lisonja que dañe y lastime que no donde puedan ser cimiento de irrevocables deberes. Acepte, pues, la ofrenda esta, aunque tan humilde, y apúntela en la cuenta de la gratitud, que es cuenta que nunca se cierra en el concepto de su afectuoso sobrino
Antonio Cánovas del Castillo
EL PRIMER LIBRO HISTÓRICO
DEL
Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo
I
Cábeme el honor, que ha de constituir línea de relieve en las obscuras efemérides de mi vida, de ser el primero, que, lisonjeado por el bondadoso encargo de sus más amantes deudos, logra poner su pluma al frente del primer libro que, después de su muerte, se reimprime de la inmensa y exquisita labor histórica de aquel insigne publicista, hombre de Estado y altísima y universal inteligencia, que llenó, con los frutos sazonados de ésta y con los actos ejecutivos de su política y poder, más de la mitad del siglo antecedente en España, y que dejó ilustrado con lauros inmortales á la admiración de la posteridad el encumbrado nombre de D. Antonio Cánovas del Castillo .
Reconozco la inferioridad de medios en que me hallo, para acometer una empresa como esta, y que á algunos parecerá superflua, tratándose del hombre insigne de que se trata. Pero aquel de sus deudos más próximos, que sin atreverme á apellidar el más predilecto entre los suyos y que hasta en el nombre con él más se identifica, obedeciendo á altas consideraciones que el amor á su memoria le ha sugerido, y queriendo rendir este tributo de su afecto inextinguible, de su respeto reverente y de su admiración más entusiasta al que, sin dejar á los suyos más timbres nobiliarios que su apellido glorioso, después de haber sido por tanto tiempo el restaurador del Trono y de la dinastía, la columna de la Regencia en la casi orfandad de la Corona, el árbitro de los destinos de la Nación, el encumbrador de tantos otros y el objeto preclaro de la admiración de todo el mundo, el Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, que une á los títulos de su elevada cuna y familia, el honor de los laureles del arte, me hizo la honra de acudir á mi amistad á comunicarme sus pensamientos y á invitarme á la asociación de su obra; y yo, que sin ser tampoco de los agraciados con los favores de la fortuna en los tiempos que tantos los alcanzaron, y que bajo todas las vicisitudes de mi laboriosa carrera profesé incondicionalmente la misma admiración, los mismos afectos hacia aquel hombre que en todas mis producciones políticas apellidé sin duelo monstruo de la naturaleza, y puse en la misma elevada jerarquía en los destinos de España, que en sus respectivos países alcanzaron Cavour en Italia, Thiers en Francia, Deak en Hungría, Bismarsk en Prusia y Disraeli en Inglaterra, no vacilé en aprovechar disposición tan ingenua para arrojar todavía mi última corona sobre la tierra que envuelve la sombra, acaso por muchos de sus más favorecidos ya olvidada, de aquel hombre que simboliza con su hermosa representación toda su época en España y fuera de ella, y que ocupará en la Historia de la Patria el lugar sublime de todos los que en el campo de la acción contribuyeron á sus grandezas y á su gloria.