«Utopía», publicado en latín en 1516, ha hecho de Tomás Moro uno de los pensadores humanistas más eminentes del Renacimiento. Pero ¿qué es este libro? No es fácil decirlo. El catolicismo de su autor es indudable, pero no aparece explícitamente en el texto. De ahí, que «Utopía» pueda ser leído en tantas claves: religiosas, filosóficas, políticas, etc. «Utopía» es una profunda parábola que, a la vez, pretende convertirse en un hacer auténtico. Por algo ese término, «utopía», fue inventado por Moro, que parece claro que intentaba hacer ver los males sociales y políticos de su época: inflación, corrupción, malos tratos a los pobres, guerras sin finalidad alguna, ostentación de la corte, abuso del poder… Moro describe un mundo ideal, localizado en una isla con una sociedad organizada racionalmente. Utopía es una comunidad que establece la propiedad común de los bienes, el trabajo compartido, los espacios dedicados a la lectura y el arte, la búsqueda de la igualdad disolviendo las diferencias sociales y atisbando elementos democráticos. Y mucho más, mucho más que, al ir leyendo el libro, es tan asombroso que una y otra vez hay que recordarse la fecha y la época en que fue escrito, y, así, entender lo muy avanzado del pensamiento y planteamientos de Tomás Moro. Por algo «Utopía» fue revolucionario en su época, y por algo lo ha seguido siendo desde hace casi cinco siglos hasta nuestro hoy, donde la lectura de «Utopía» sigue abriendo, en las entidades y personas más dispares, nuevos cauces de futuro y de camino hacia él.
Tomás Moro
Utopía
Traducción y prólogo de Guillermo Rovirosa
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Mowgli31.10.13
Título original: De Optimo Statu Reipublicae Deque Nova Insula Utopia Liber
Tomás Moro, 1516
Traducción: Guillermo Rovirosa
Editor digital: Mowgli
Corrección de erratas: Raksha, Txiki, y totem (¡gracias!)
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TOMÁS MORO nació en 1478 en Londres, la misma ciudad en que fue ejecutado en 1535. Fue un pensador, teólogo, político, humanista, escritor, poeta, traductor, profesor, juez y abogado: un auténtico hombre universal renacentista. Procedente de la pequeña nobleza, estudió en la Universidad de Oxford, y accedió a la corte inglesa en calidad de jurista. Desde 1504 fue miembro del Parlamento, donde se hizo notar por sus posturas audaces en contra de la tiranía. Su experiencia como abogado y juez le hizo reflexionar sobre la injusticia del mundo, a la luz de su relación intelectual con los humanistas del continente (como Erasmo de Rotterdam) y de su conocimiento de Platón, con cuyo pensamiento concuerda mucho más que con el de Aristóteles. A pesar de haber mantenido en el plano teórico las aspiraciones premonitorias del pensamiento moderno en su obra «Utopía», Moro fue prudente y moderado en cuanto a la posibilidad de llevarlas a la práctica, por lo que no combatió directamente al poder establecido ni adoptó posturas ideológicas intransigentes.
Se opuso al absolutismo de Enrique VII, siendo multado y encarcelado varias veces por ello. Enrique VIII, atraído por su valía intelectual, le promovió a cargos de importancia creciente: embajador en los Países Bajos (1515), miembro del Consejo Privado (1517), portavoz de la Cámara de los Comunes (1523) y canciller desde 1529 (fue el primer laico que ocupó este puesto político en Inglaterra). Ayudó al rey a conservar la unidad eclesial rechazando las doctrinas de Lutero; e intentó, mientras pudo, mantener la paz exterior. Sin embargo, acabó rompiendo con Enrique VIII por razones de conciencia, pues era un católico ferviente que incluso había pensado en hacerse monje. Moro declaró su oposición a Enrique y dimitió como canciller cuando el rey quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón, rompió las relaciones con el papado, se apropió de los bienes de los monasterios, y exigió al clero inglés un sometimiento total a su autoridad (1532). Todo esto, junto a la negativa de Moro a reconocer como legítimo el subsiguiente matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena, prestando juramento a la Ley de Sucesión, hizo que el rey le encerrara en la Torre de Londres (1534) y le hiciera decapitar al año siguiente. La Iglesia Católica le beatificó en 1886 y le canonizó en 1935. En 1980 fue añadido al Calendario de Santos y Héroes de la Iglesia Anglicana.
Resumen de la heroica vida y ejemplar muerte del Ilustre Tomás Moro, Gran Canciller de Inglaterra, Vizconde y Ciudadano de Londres, extractada de la «Historia Eclesiástica del Cisma de aquel Reyno», que escribió el P. Pedro de Ribadeneyra, de la Compañía de Jesús.
Entre los muchos mártires que han padecido y muerto en defensa de nuestra Santa y Católica Religión con motivo del cisma suscitado en el reinado de Enrique VIII, se cuenta Tomás Moro, varón de grande ingenio, excelente doctrina y loables costumbres.
Nació en Londres en 1478. Su padre se llamaba Juan Moro, y era de linaje más honrado que noble. Crióse bajo los principios de la Religión y de la Piedad Católicas, no sin aprovechamiento; tanto que el gran concurso de dotes corporales y bienes del alma le hicieron varón clarísimo y dieron verdadera nobleza a su familia.
Fue muy docto en todas las letras y elocuentísimo en las lenguas griega y latina.
Sirvió en diversas embajadas de su Rey. Tuvo grandes cargos y oficios preeminentes qué ejerció con aplauso, rectitud y desinterés; y a pesar de haber contraído segundas nupcias y haber tenido muchos hijos, no engrandeció su patrimonio. Su cuidado se centraba en amparar y defender la Justicia y la Religión, y resistir con su autoridad, doctrina y libros que escribió, a los herejes que venían secretamente de Alemania a propagar sus enseñanzas a Inglaterra. De tal manera que entre todos los ministros del Rey ninguno se destacó tanto en refrenarlos y dificultarles sus actividades, por cuya razón fue tan amado y reverenciado de las personas virtuosas como aborrecido y perseguido por los perversos.
Ejerció durante casi cuarenta años el gobierno del país, con tanto prestigio y autoridad que parecía que nada ni nadie podría derribarle. Pero por inescrutables designios de la Providencia empezó a eclipsarse su buena estrella, amenazándole a él y al reino una grandísima ruina. Pero para darse cuenta de todas estas casas sería necesario referir toda la historia, por lo que vamos a referirnos únicamente a lo principal, singularmente a lo que toca a Tomás Moro.
Hacía veinte años que Enrique VIII estaba casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, de cuyo matrimonio tuvo una hija. Pero como fuese viuda (aunque doncella) del Príncipe Arturo, hermano mayor de Enrique, éste se enamoró de Ana Bolena y para casarse con ella hizo el propósito de repudiar y apartar de sí a Catalina, pretextando que no podía ser su esposa la que lo había sido de su hermano, a pesar de que para ello había obtenido la dispensa del Papa Julio II.
Tomó Enrique varios pareceres sobre el caso, entre ellos a Tomás Moro. Éste, a pesar de saber con qué ansia deseaba el Rey separarse de su esposa para casarse con Ana Bolena, con santo temor de Dios respondió con firmeza y libertad cristiana que de ninguna manera podía parecerle bien el divorcio y apartamiento de la Reina.