CONVIVENCIA Y UTOPÍA
El gobierno indio y español
de la “ciudad de Mechuacan”
1521-1580
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Primera edición, 2005
Segunda edición, 2017
Primera edición electrónica, 2015
Segunda edición electrónica, 2018
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ISBN 978-607-16-6025-1 (mobi)
ISBN 978-607-16-5371-0 (impreso)
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ÍNDICE GENERAL
PROPÓSITOS
Una presencia ubicua en la documentación del siglo XVI michoacano es la llamada “ciudad de Mechuacan”. La denominación sorprende debido a que Michoacán es hoy el nombre de uno de los estados que conforman los Estados Unidos Mexicanos; en la época colonial fue el nombre de una provincia, un obispado y una lengua; y antes de la llegada de los españoles nombre en lengua náhuatl de un gran reino; pero suena raro como nombre de ciudad.
La extrañeza y dificultad del término “ciudad de Mechuacan” aumenta por su variedad de sentidos. En el siglo XVI, entendida como “cabecera” de la “provincia de Mechuacan”, designó varios asentamientos sucesivos y contendientes: Tzintzuntzan (primero llamada Uicicila o Uchichila por los españoles), la fugaz Nueva Granada (cerca de Tzintzuntzan), Pátzcuaro y Guayángareo (después llamada Valladolid y más adelante Morelia).
El conflicto entre Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Guayángareo por el título de ciudad de Mechuacan repite como un eco la existencia de tres capitales del reino michoacano prehispánico: Pátzcuaro, Ihuatzio (Coyoacan) y Tzintzuntzan (Huitzitzillan). Cuando llegaron los españoles gobernaba en Tzintzuntzan el Cazonci Zuangua. Sin embargo, la capital del reino michoacano había estado previamente en Pátzcuaro e Ihuatzio, sucesivamente o en la forma de una efímera Triple Alianza, con características peculiares. El sesgo tzintzuntzanista de la Relación de Mechuacan, la principal fuente disponible sobre el Mechuacan prehispánico, hace difícil tener una visión clara de las cosas. Y está en pañales la arqueología de la cuenca del lago de Pátzcuaro.
Una dificultad adicional es que la ciudad de Mechuacan en Tzintzuntzan y en Pátzcuaro compartió con la ciudad de Mexico la peculiaridad de ser ciudad y capital de provincia por partida doble y aun triple. Fue ciudad y capital india y ciudad española, y además capital eclesiástica, sede del obispado de Mechuacan.
Otro grado de ambigüedad de la ciudad de Mechuacan es que podía referirse a la ciudad misma, india, española o episcopal, o a sus respectivos cabildos. Sin embargo, la fundación y el funcionamiento de cada una de estas ciudades no implicaron siempre el funcionamiento del cabildo indio, el cabildo español o el cabildo eclesiástico, que pasaron por diversas y mal conocidas vicisitudes. Cuando se habla en el sentido político de la ciudad de Mechuacan en Pátzcuaro, casi nunca es claro si se refiere al cabildo indio o al cabildo español, o a ambos juntos.
La documentación expresa intereses encontrados que aprovechan las ambigüedades de sentido de la ciudad de Mechuacan, y el historiador debe utilizarla con cuidado para entender a qué ciudad se refiere en cada momento (Tzintzuntzan, Pátzcuaro o Guayángareo), o, también, qué concepto de “ciudad” (india, española, episcopal) asumía cada actor en cada contexto.
Es lamentable la pérdida, espero que no irreparable, de la mayor parte de la documentación relativa a los cabildos de la ciudad de Mechuacan en Tzintzuntzan y en Pátzcuaro en el siglo XVI. Suple en algo esta carencia la información indirecta de la documentación provincial, del alcalde mayor de la “ciudad y provincia de Mechuacan” y sus tenientes (en el Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro), de la documentación central, del virrey y la Real Audiencia en la ciudad de México (en el Archivo General de la Nación) y la documentación metropolitana del Consejo de Indias (en el Archivo General de Indias), entre otros repositorios. Pero hasta la fecha no se conoce el funcionamiento, vida e interacción de los cabildos indio, español y eclesiástico de la ciudad de Mechuacan.
En el presente ensayo me propongo seguir a grandes rasgos el desarrollo del gobierno indio y español, civil y eclesiástico de la ciudad de Mechuacan (en Tzintzuntzan, primero, y en Pátzcuaro después) en las primeras décadas después de la Conquista, atendiendo a su carácter complejo, a lo largo de múltiples circunstancias que alteraron de manera profunda la organización política que encontraron los españoles en Mechuacan, ella misma producto de mal conocidos procesos.
Las generalizaciones resultan empobrecedoras al tratar de aprehender un proceso político multifacético y conflictivo, sobre el cual las fuentes permiten plantear ideas y problemas, pero no siempre dan los medios para probarlas o resolverlos. Presento una aproximación provisional, que preferí disponer de manera cronológica, para tratar de acercarme a cada momento o situación “en interioridad” y apreciar la imbricación del gobierno de la ciudad de Mechuacan con la vida toda: política, económica, social, cultural, religiosa, etcétera.
En un primer capítulo, a manera de introducción, retomo las primeras menciones de Hernán Cortés a la provincia de Mechuacan, a su señor el Cazulci y a su ciudad capital Uicicila, para hurgar en el sentido político y simbólico de estos y otros nombres michoacanos. En este capítulo y a lo largo de todo el trabajo no dejé de tener en cuenta que al estudio de la vida humana se aplica lo que sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) escribió sobre la comprensión de las letras divinas en su Respuesta a sor Filotea de la Cruz, del primero de marzo de 1691: “No hay duda de que para inteligencia de muchos Lugares, es menester mucha Historia, costumbres, ceremonias, proverbios, y aun maneras de hablar de aquellos tiempos en que se escribieron, para saber sobre qué caen y a qué aluden algunas locuciones de las Divinas Letras”.
Sé que mi documentación es limitada y que los archivos aún tienen mucho que entregar. Confío en la posibilidad de que aparezcan algunos de los documentos municipales michoacanos perdidos. Y espero que estudios más completos se dediquen pronto al tema del gobierno indio y español de Pátzcuaro durante el conjunto del periodo colonial.
Mi trabajo se detiene en 1580, cuando la sede del obispado de Mechuacan pasó de Pátzcuaro a Guayángareo-Valladolid. Los dos cabildos españoles —secular y eclesiástico— se fueron a Valladolid, y el cabildo indio de la ciudad de Pátzcuaro quedó como el único cabildo formal de la ciudad, gracias al cual, sin embargo, Pátzcuaro se mantuvo como ciudad y como capital de la provincia india de Mechuacan. Esta situación se prolongó durante más de cien años, hasta 1689, cuando se reinstituyó un cabildo español en la ciudad de Pátzcuaro. El largo siglo de la autonomía india michoacana en Pátzcuaro (1580-1689), el breve siglo de convivencia de un cabildo indio y otro español (1689-1767) y el medio siglo del ataque borbónico contra las corporaciones indias (1765-1808) merecen estudiarse por separado.