Bárbara Pastor - Breve historia de Roma I. Monarquía y República. (Spanish Edition)

BREVE HISTORIA DE
ROMA

MONARQUÍA Y REPÚBLICA

Bárbara Pastor

Colección: Breve Historia
www.brevehistoria.com

Título: Breve Historia de Roma. Monarquía y República
Autor: © Bárbara Pastor

Copyright de la presente edición: © 2008 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com

Editor: Santos Rodríguez
Coordinador editorial: José Luis Torres Vitolas

Diseño y realización de cubiertas: Murray
Diseño interior de la colección: JLTV

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las corres pondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN-13: 978-84-9763-593-6

Libro electrónico: primera edición

La Antigüedad tiene el privilegio de hacer
intervenir a los dioses en el nacimiento
de sus pueblos, con el fin de imprimir
en ellos un carácter más augusto.

TITO LIVIO

ÍNDICE

L

as primeras civilizaciones mediterráneas: Egipto, Sumeria, Babilonia, Caldea y Persia, reciben la calificación de civilizaciones imperiales. Todas ellas reúnen tres factores que aseguran el éxito de su progreso: fertilidad de la tierra, organización socio-política muy sólida y una religión colectiva estrechamente enlazada con el poder. En todas estas civilizaciones, el ser humano como individuo está sometido a la colectividad del Estado, puesto que acep ta el conjunto de doctrinas religiosas que conducen al reconocimiento de la autoridad sin límites del poder.

Las grandes etapas de la historia de estos imperios están marcadas por invasiones que cambiaron las estructuras más profundas. La primera invasión tuvo lugar alrededor de 1800 a.C.; los arios, que procedían del norte de Eu ropa, se instalaron en el Asia Menor, en Grecia y en el este de Mesopotamia.

Una segunda ola de invasiones comenzó en el siglo XIII a.C. En esta ocasión, corrió a cargo de pueblos también arios, pero procedentes de otra rama. Los dorios penetraron en Grecia y la ocuparon casi en su totalidad. Al fin del siglo XIII, una oleada de invasores inundó Egipto y des truyó parte de su Imperio. Como consecuencia de estas invasiones se produjeron grandes cambios y nacieron pequeños estados.

Egipto no agotó todas sus posibilidades económicas, puesto que se mantuvo replegado sobre sí mismo. Socialmente se debilitó por el exceso de impuestos que pesaban sobre la producción en beneficio del Estado y del culto religioso. Económicamente estuvo frenado por el atesoramiento de metales preciosos en los templos, lo cual impidió una circulación intensa de la riqueza. Egipto, muy consciente de su superioridad, no consideró a ningún otro pueblo como rival de su misma categoría contra quien luchar de igual a igual. Por esta razón sacó siempre fuerza de flaqueza y supo mantenerse en pie.

En el ámbito económico se produjeron en la sociedad dos cambios importantes: la formación de una economía basada en el comercio y en el intercambio de productos por el mar, y una concepción de la sociedad en la que el hombre era parte del Estado.

La ciudad de Roma entre los siglos IX y IV a.C. Estos fueron los modestos comienzos de la que sería cabeza del Imperio romano. Al principio solo había unas pequeñas aglomeraciones de cabañas diseminadas por las siete colinas que dominan el Tíber: Palatino, Capitolio, Quirinal, Esquilino, Viminal, Celio y Aventino. La ciudad nació de la unión de esos pueblos, y en ella las casas de piedra sustituyeron poco a poco las cabañas. El Foro Romano, la plaza principal de la ciudad, se construyó en torno al 600 a.C.

Desde el siglo VII a.C. y de modo progresivo, Grecia se convirtió en el centro más poderoso de occidente, desarrolló su comercio en importantes ciudades como Atenas y Corinto, y fundó colonias en el sur de Italia. Tras su victoria sobre el Imperio persa, Grecia se vio sometida a conflictos internos que provocaron el inicio de su decadencia, pero las ciudades griegas de Italia habían prosperado casi tanto como la floreciente Cartago.

En el siglo V a.C., Roma afirmaba su poder militar. A partir del siglo I V, Grecia prosigue su decadencia, pues la hazaña de Alejandro Magno no significó la vuelta del centro político hacia oriente. Las grandes monarquías posteriores a Alejandro Magno ya no representaron un poder de expansión política capaz de impedir el desplazamiento del poder y de la civilización hacia occidente. El destino de la civilización mediterránea se jugará, en definitiva, entre Roma y Cartago. Gracias a la actividad comercial que Grecia desarrolló con una fuerza insuperable, todos los pueblos que bordeaban el Mediterráneo estuvieron relacionados entre sí. La Galia y España, como consecuencia de las colonias griegas, entraron también en esta unidad mediterránea.

Esta escultura moderna que presenta a los dos niños con la loba se encuentra en la plaza Campdoglio, en Roma El hecho de que Rómulo asesinase a su hermano Remo hizo creer a los romanos que el destino de Roma estaba maldito desde sus orígenes.

Fragmento del mosaico de la casa del Fauno de Pompeya. Representa a Alejandro Magno cargando contra el rey persa Darío en la batalla de Isos. Alejandro, considerado el estratega más brillante de la historia, conquistó un inmenso Imperio durante su breve reinado (356-323 a.C.): desde Grecia por el Oeste hasta el norte de la India por el Este. Museo de Nápoles.

Las grandes ciudades habían estado siempre situadas tierra adentro: eran ciudades continentales. Pero fueron siendo reemplazadas por ciudades erigidas en la costa; así, Memphis, Tebas, Babilonia y Nínive dieron paso al predominio de Atenas, Corinto, Alejandría y Antioquía.

El Mediterráneo se convirtió en el centro en torno al cual se organizó un sistema de complejas relaciones económicas y políticas Y hacia él convergieron tres grandes rutas marítimas: la de India, la del Ponto, y la ruta atlántica, dominada en principio por los fenicios. Pronto se planteó quién controlaría el floreciente intercambio de mercancías a través del mar. En los siglos V y IV fueron indiscutiblemente las ciudades griegas las que dominaron la vida comercial y la vida política del mundo mediterráneo, mientras que Roma luchaba por su independencia y ganaba paso a paso el territorio italiano a las ciudades griegas y al reino etrusco

En el siglo III se produjo una transformación: ya no eran las ciudades quienes dominaban la vida política, sino los Estados. Las ciudades griegas estaban en decadencia y Cartago se encontraba amenazada por quienes imponían sus leyes en el mar. Durante los siglos III y II la hegemonía marítima se dividió entre Egipto y Roma.

Frente a la concepción del rey divinizado, las ciudades griegas situaron en el centro de su preocupación política al ciudadano. El poder político no tenía importancia sino en relación con el ciudadano, quien le daba verdadero sentido. La grandeza de la ciudad no consistía en el poder del rey, sino en la excelencia de sus ciudadanos. En cuanto a Roma, basó su estructura de gobierno en un equilibrio de poderes, si bien recibió de Grecia la concepción de una estructura individualista de la ciudad. El problema institucional planteado por este individualismo y ese predominio del hombre sobre el Estado fue resuelto, después de frustrados intentos en Egipto y en Grecia, por la poderosa Roma, con su eficaz organización social y fomento del respeto a los ciudadanos. Fueron, no en vano, los romanos los autores de la magistral creación del Derecho romano, cuya perfección formal jamás ha sido igualada.

Página siguiente